Opinión | Escenario

Azahar

Los naranjos del jardín de la plaza tenían anoche los azahares a punto de estallar. Cerrados, gruesos, repletos, parecían estar esperando al domingo para abrirse esplendorosamente, aunque quizá no hayan podido más y ya estén abiertos, que hoy todavía no me he asomado al balcón. En cualquier caso, son preludios de Semana Santa. Y aromáticos acompañamientos para las imágenes que pasarán por aquí: Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de la Esperanza; Santísimo Sacramento, Nuestra Señora de la Alegría, Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, María Santísima de Gracia y Amparo y San Nicolás de Bari; Santa Faz de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestro Padre Jesús Nazareno en su encuentro con la Santa Mujer Verónica, Nuestra Madre y Señora María Santísima de la Trinidad y Santa Marta; Nuestro Padre Jesús del Perdón ante Anás, María Santísima del Rocío y Lágrimas y San Miguel Arcángel; Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia y María Santísima de la Paz y Esperanza; Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora Reina de los Mártires; y Nuestra Señora de los Dolores y del Santísimo Cristo de la Clemencia.

El azahar es la flor del naranjo, del limonero y del cidro, y de todos los cítricos en general; se diferencian levemente unas de otras, pero la más apreciada de todas es la del naranjo. Su nombre procede del árabe y significa flor blanca; por eso se asocia con la inocencia y la pureza, y por eso solía formar parte de los ramos de novia. Son interesantes sus usos medicinales por sus efectos calmantes. Recuerdo que en mi casa de la niñez, en un armario de la cocina, siempre había una botella de agua de azahar que se usaba como remedio contra desmayos, dolores de cabeza y trastornos digestivos. El azahar --sus flores, sus hojas, su pulpa-- es fundamental en la elaboración de colonias y perfumes.

Volviendo a los ramos de novia, también en el novio ha sido y es frecuente la utilización de un ramillete de azahar como «boutonnière», palabra francesa que significa ojal y que en este caso hace referencia al ramillete que se coloca en el ojal de la solapa izquierda de la chaqueta del novio -lo mismo que en la del padrino, o familiares y amigos cercanos o, para que nadie se enfade, en todos los hombres asistentes a la boda-. Su altura debe quedar por debajo del nudo de la corbata y, aunque el protocolo lo permite, el pañuelo del bolsillo me parece totalmente prescindible. Las dos cosas, no.

* Académica

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