Opinión | Entre visillos

En construcción

Fernando Cruz Conde aborda en un libro las viviendas sociales de la Iglesia

Venía hoy a hablarles de un gran libro, de ésos que uno no puede dejar de leer cuando los inicia, y que luego se quedan en el recuerdo para siempre. ‘Vicente Núñez y la amistad’ es el título escogido por su autor, José Aparicio, quien disecciona en su obra, a base de recuerdos personales y de anécdotas poco o nada conocidas, la apabullante figura del poeta de Aguilar y cómo fue construyendo sus versos, sus sofismas y su peculiar metafísica, pero sobre todo un carisma que ya roza el mito, mientras cimentaba relaciones que van más allá de la muerte. Pero he aquí que a la publicación de este ágil y fresco tratado de ‘vicentología’, editado por Renacimiento y dado a conocer en la Real Academia de Córdoba, se sumaba días después otro libro interesante, donde se narra parte de la evolución urbanística de esta ciudad, ‘La Iglesia y el problema de la vivienda en Córdoba’. Escrita por el canónigo arcediano Fernando Cruz Conde, la obra, de gran calado social, fue presentada en la Diputación, que la edita, por su autor y por el propio presidente de la institución, Salvador Fuentes. Éste compartió la máxima católica del «obras son amores y no buenas razones» con la que concluye el texto e hizo autocrítica, desde su condición de exgerente de Urbanismo, acerca de lo mucho que falta por hacer al respecto en esta Córdoba del siglo XXI donde conviven bloques de alto nivel en barrios nuevos con chabolas y pisos patera.

Porque no ha cambiado demasiado el panorama actual de contrastes respecto al que Cruz Conde, remontándose a principios del siglo XX, describe en su libro, que recoge su discurso de ingreso, en 2022, como numerario de la Academia Andaluza de Ciencia Regional. El sacerdote, también miembro de número en la Academia cordobesa, analiza la labor emprendida en vivienda social, las entonces conocidas como «casas batatas», por el obispo Adolfo Pérez Muñoz desde su llegada en 1921 --con el antecedente de Fray Ceferino González, luego cardenal-- y después continuada, tras la devastación de la guerra, por Fray Albino, que levantó los barrios de Cañero y Campo de la Verdad no sin ciertos roces con el alcalde Antonio Cruz Conde, padre del autor de la obra. El texto concluye con las actividades de la Fundación Vimpyca, pionera desde 1968 en la promoción de viviendas protegidas --más de 6.500 en Andalucía-- a cargo de la Iglesia, que ahora oferta también alojamientos económicos en alquiler.

Y de una edificación a otra, la de un personaje único, derrochador de ingenio, excesivo en sus maneras y encantador. Un ser que más que escribir poesía quiso ser él mismo un poema. Vicente Núñez, habitante de muchos mundos pero todos con parada y fonda en Poley y sus ocasos, fue construyéndose a sí mismo con inteligencia, perseverancia y teatralidad desde la infancia hasta su desaparición en 2002 a los 76 años. En su libro, auspiciado por el Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera y la Fundación Vicente Núñez, el jurista José Aparicio cuenta una historia de amistad, la suya desde pequeño --heredada de su padre-- con aquel gran ácrata venerado desde su altar, la mesa a él reservada en la taberna El Tuta, al que se acercaban en peregrinación desde políticos a lo más granado de la cultura y las artes españolas. Pero se habla de otros muchos amigos, los del grupo Cántico --sobre todo Pablo García Baena y Ginés Liébana, con quienes tanta afinidad tuvo--, Teno, Villena y otros muchos nombres que, como dice la prologuista y presentadora de la obra, la profesora María Rosal, constituyeron la cartografía sentimental del maestro, su paisaje más íntimo. También se cuentan con autenticidad y emoción episodios vitales del poeta de verbo florido, algo escandalosos y divertidos algunos, entrañables todos. Un recorrido sentimental que no deja indiferente a nadie. No se lo pierdan.

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