Opinión | Hoy

Vida de ratas

Una nueva pestilencia, que es la pestilencia a la que ya estamos tan habituados, se extiende por las alcantarillas y los estercoleros. Se eleva más humus, que, con el frío de la madrugada, se confunde con la niebla. Por los fangos de las ciénagas, por entre las grietas de los albañales, las ratas se encuentran ahora en otro alto grado de excitación. Se miran unas a otras con recelo. Buscan entre ellas alguna víctima para lanzarse a dentelladas, a colmillos, a zarpazos; la desgarran, la desuellan, hasta dejarla agonizante en el rincón más pestilente y más sombrío. Se vigilan unas a otras, desconfiando, con sus ojillos diabólicos, con sus muecas de sarcasmo, con sus lágrimas de serpiente; hirsutos sus morros, brillantes sus uñas y bigotes, y, sobre todo, con sus hocicos tan bien entrenados a olisquear dinero y corrupción, tan hechos a escarbar y construir cubiles entre el fango y el estiércol donde habitan. Compiten a saltar y esconderse como las cucarachas, y a comer y defecar como las lombrices. Merodean, olisqueando siempre, agitando sus morros, a ver qué huelen para destruir. Las otras, las viejas ratas, ladinas, astutas, las primeras en abandonar todos los barcos que se hunden en todas las alcantarillas que se ciegan, miran desde la seguridad de sus agujeros, calladas, observando, midiendo, sopesando, para ver por dónde salvar, ¡una vez más!, el pellejo de sus mentiras y sangrías. Por las calles, en los inmensos bloques de pisos, anodinos, masas de carne y hormigón, el pueblo, exhausto de tanta rata, las mira absorto, pero cada anochecer va a echarles otra ración de basura, otra ración de porquerías y desperdicios putrefactos, para alimentarlas, para que nos sigan engañando y gobernando. Y las imitamos en pelearnos mientras ellas engordan y gestan nuevas ratas. De tanto oler basura, ya no concebimos la vida sin esta pestilencia. Y nos entretenemos viendo cómo nos roban, cómo nos engañan, cómo se yerguen a dos patas y nos enseñan sus incisivos, haciéndonos creer que nos sonríen. Cada día, vamos a ofrecerles algo más de nuestra sangre, algo más de nuestra dignidad, que era lo único que poseíamos. Y volvemos a votarlos. Total, el escándalo de hoy será mañana el escándalo de mañana, y así cada vez más hechos a esta vida de ratas y letrinas.

** Escritor

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