Opinión | FORO ROMANO

Cuando en España cabíamos todos

Julio Anguita celebra su victoria en las primeras elecciones municipales tras el franquismo.

Julio Anguita celebra su victoria en las primeras elecciones municipales tras el franquismo. / RICARDO

El mundo es otro desde que aquella Tierra Santa del Niño Jesús es pura guerra; desde que Putin levantó su mano de emperador del mundo y Ucrania es un lugar donde la muerte campea; desde que pasamos de las pesetas a los euros; desde que el rey Juan Carlos se fue a “reinar” a los ricos países árabes; desde que cerraron casi todos los quioscos y no se leen periódicos; desde que la era digital y los podcast, la falta de coches de línea y el cierre de los bancos han vuelto casi analfabetos a los mayores que viven en los pueblos; desde que no hay agua para beber en Los Pedroches y sus habitantes se resignan a un silencio que los pone en entredicho; o desde que la política se convirtió en una lucha entre ricos, pobres que se creen ricos y pobres con dignidad ideológica. Sin embargo, afortunadamente, todavía se mantienen como la esperanza de los siglos por los siglos la creencia humana en los reyes magos, que nos proporciona ilusión, fantasía y regalos, una fe nada religiosa que produce sus milagros; y la continuidad de la enseñanza escolar en las distintas escuelas del mundo donde los niños aprenden a pensar. Y casi ahora mismo, la noticia de que la Real Academia Española ha digitalizado 4.800 obras y las ha puesto al servicio público de manera gratuita. Ya podremos leer en el móvil El Quijote.  

Pero es otra noticia, la de la entrega del 38 Premio Córdoba de Periodismo de la Asociación de la Prensa, la que nos vuelve al mundo de antes, al que empezamos a conocer cuando llegamos a Córdoba con el título de licenciados en Ciencias de la Información, Rama Periodismo, y empezamos a ejercer cuando acababa de morir el dictador. Era el comienzo del futuro del periodismo, que ahora ha acabado aquella etapa en la que el compañero Paco González, que acaba de colgar sus cámaras, empezó a retratar una Córdoba que empezaba a lucir con el título de Patrimonio de la Humanidad y nos fuimos juntos a Roma a descubrir por dónde había andado nuestro paisano Séneca. El premiado podcast Anguita y Julio, de nuestros compañeros José María Martín y Marta Jiménez, nos devuelve a a aquel momento de las relaciones entre los ciudadanos españoles en que la política era un tiempo de conocimientos de tendencias contrarias en que cualquier pensamiento podía convivir con su contrario. Cuando aquel verano de julio de 1979 quedé en el antiguo Ayuntamiento de Pedro López con Julio Anguita, el único alcalde comunista de una provincia española, para hacerle una entrevista por sus primeros cien días rojos. Cuando en España no se utilizaba la palabra comunista para ofender sino para estudiar y aprender de un tiempo. Aquella tarde, en la que tomamos un cubata abonado al fondo municipal y fumamos, Anguita me dijo que era un hombre de educación casi espartana y que aunque sonara a blasfemia las leyes de Franco eran aprovechables. Luego en febrero de 1988 en Madrid, cuando lo hicieron secretario general del PCE, anduvimos de madrugada por el vip de Princesa donde decidió llamar al periódico Córdoba para desmentir que iba a aceptar el cargo. En  la centralita del periódico no nos cogieron el teléfono. Al día siguiente, en la sede de Comisiones Obreras, lugar del congreso, por las inmediaciones del diario Pueblo, ya convencido de que iba a liderar el PCE, me preguntó “Manolo, ¿tú cómo ves esto?” Y yo le dije que qué significaba todo después del rotundo no de la noche anterior. Y me contestó: “Parece mentira. Con todo el tiempo que has estado haciendo información municipal…” y se fue a comer “con esa mala gente del Partido”. Aquel tiempo en el que en España empezaron a estudiarse las distintas ideologías y los días amanecían con cielos azules o nubarrones de tormenta pero casi con la inocencia de la novedad de una democracia, cuya alegría apagaba cualquier intento de volver mirar a la dictadura. 

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