Opinión | el triángulo

Aquellos viejos señores

Aquellos viejos señores son eso, señores que desempolvan sus chaquetas de pana y deslizan, entre bromas que no tienen ninguna gracia, lugares comunes donde las mujeres resisten y sobreviven, a pesar de ellos. Aquellos viejos señores se consideran protagonistas y responsables de la democracia y eso les otorga todas las razones para banalizar y juzgar sin ser conscientes de que el tiempo los ha convertido en seres caducos, cuyas bromitas acerca de esos lugares comunes donde las mujeres resisten y sobreviven son malsonantes y evidencian que siempre fueron y son machistas y que lo que diga una mujer se resuelve tratándola de idiota y añadiendo: «Le habrá dado tiempo entre una peluquería y otra; le habrá dado un ratito para estudiar».

Que Alfonso Guerra diga esto refiriéndose a la vicepresidente Yolanda Díaz no sorprende mucho, porque siempre se ha considerado un tipo con una oratoria precisa y mordaz, porque así se lo coreaban los suyos y lo envidiaban los contrarios, lo que sorprende es que no entienda el momento en el que está viviendo, ni las cosas que están pasando y cómo los cimientos de una sociedad profundamente machista se tambalean porque son injustos y porque siempre han tratado a la mujer como hizo el señor Guerra, degradándola, ignorándola y manteniéndola fuera de todos los círculos de poder, porque así no había partes y el pastel era todo para ellos, que se creían los más listos y lo eran, porque nadie cuestionaba que pudiera ser de otra manera.

Aquellos viejos señores dan cierta lástima porque no han sabido crecer y solo han envejecido hilvanados a sus discursos antiguos, donde nada se puede cuestionar si cuestiona una Constitución que resulta intocable, porque son sus mandamientos y nada cabe y nada se puede hacer y solo podemos seguir en la senda que ellos marcaron y por eso ellas sobran y sobran mucho más si tienen un posicionamiento político valiente, si no tienen miedo y en sus razones no buscan una verdad única, sino un lugar donde quepa el mayor número de todos los números posibles.

La esencia de las personas es algo así como su alma, que está llena de todos los instantes que constituyen su piel y su corazón y su inteligencia y su forma de entender y tratar al resto; en definitiva, su forma de dirigirse al mundo en un siglo XXI en el que las mujeres por fin han salido de todos los armarios donde estaban acalladas, donde vivían vidas ocultas y sufrían mal trato verbal y físico.

Aquellos viejos señores no han entendido nada.

* Periodista y escritora

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