Opinión | guadalquivir

Buen Suceso

«Deben prosperar canales de oferta, diálogo y disposición a su restauración y su uso público»

Todos esperamos noticias agradables tras un verano tan insoportable. Una apuesta apunto de nuestras intenciones y un resolver dudas e incertidumbres generadas en los últimos meses. Para unos, iniciar la gestión de su proyecto político de gobierno local, para otros, culminar los procesos internos de renovación de personas y programas. Se me antoja que algunos responsables políticos están sometidos a otros vaivenes externos a la realidad local. Condicionantes, condicionados y condiciones alargan agonías y esperpentos. El tiempo pasa, la sociedad piensa y reacciona. Necesitamos altura de miras. Más inteligencia que soberbia, más coraje que encogerse de hombros y callar. Hay silencios cómplices. Menudo otoño, y sin llover.

Un buen suceso debe ocurrir para desentrañar otro Buen Suceso olvidado, cerrado, hundiéndose por la calle Nueva de Palma del Río. Un templo del siglo XVIII, con una magnífica cúpula decorada con bella policromía con ocho gajos con el anagrama y letras del avemaría. Una profusión de hermosos textos del Cantar de los Cantares, del Eclesiástico, del Génesis y de los Salmos para recordar su condición de iglesia rosariana e inmaculadista. Un Buen Suceso académico donde tantas generaciones aprendieron sus primeras letras y cuentas con el sacerdote don Tomás Pérez Escudero, junto a un grupo de jóvenes maestros que impartieron clases a la generación que luego protagonizó la Transición, entre ellos, el joven alumno Salvador Blanco.

Cuando paso por la puerta con ese precioso arco trilobulado donde se aprecia el estilo del arquitecto Alonso Ruiz Florindo, su frontón desnudo, su sencilla espadaña con su campana muda, sus tejados verdinegros a dos aguas, su cúpula octogonal con la esbelta linterna, pienso que un día se abrirán sus puertas para revivir su historia y legado, y habilitarla como espacio cultural. Al parecer, el obispado de Córdoba aporta documentación de su propiedad, que, o se remonta a 1723, o en algún momento se inmatriculó. Sea como fuere, deben prosperar canales de oferta, diálogo y disposición a su restauración y su uso público. De esta forma queda, prácticamente, completado el amplio programa de restauración del patrimonio histórico, artístico y monumental iniciado en la década de los Ochenta. Necesitamos un Buen Suceso.

*Doctor en Historia

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