Opinión | editorial

Un panorama envenado

Mientras populares y socialistas no se sienten ni siquiera a hablar, España está condenada a la inestabilidad

Las expectativas son casi más importantes en política que los datos reales. Alberto Núñez Feijóo ganó con claridad las elecciones de ayer y sumó 136 diputados, 47 más de los que consiguió Pablo Casado en el 2019. Pero tiene pocas posibilidades de ser presidente del Gobierno, puesto que los ha logrado en buena parte gracias a Vox, que se ha quedado en 33. La suma no llega a la mayoría absoluta y solo la abstención del PSOE podría llevarle a la Moncloa, porque el resto de posibles socios son insuficientes además de inviables. Pedro Sánchez, en cambio, logró unos resultados muy por encima de las expectativas, tanto las propias en el momento de convocar las elecciones como de las encuestas. Con todo, los partidos de la coalición y sus socios han perdido escaños respecto al 2019 y necesitan de manera ineludible, por activa o por pasiva, a quienes les votaron entonces en la investidura y a los que lo han hecho posteriormente o no lo han hecho nunca como es el caso de Junts. Así las cosas, mientras no haya diálogo entre PP y PSOE, la posibilidad de un bloqueo efectivo y de una repetición electoral no debería descartarse en ningún caso.

Tanto Núñez Feijóo como Sánchez mostraron la misma noche electoral sus ganas de intentar la investidura. El líder del PP insinuó lo mismo que había exigido en campaña, que el PSOE le ceda el paso y le permita investirse con su abstención. No dejó de recordar que el PP, muy probablemente, tendrá mayoría absoluta en el Senado. Y, por lo tanto, la posibilidad de bloquear los proyectos de una mayoría alternativa. No dijo nada de lo que podría ofrecer a cambio de la abstención. Imaginamos que estará pensando en todo caso en gobernar sin Vox. Y quizás deberían plantearse también revertir algunas de las mayorías que ha conformado con los de Santiago Abascal, especialmente allí donde lo ha hecho para derrocar al PSOE porque había sido el partido más votado. El líder socialista, aupado por un resultado en el que pocos confiaban, incluso en sus propias filas, dio por supuesto que la tarea de formar gobierno le corresponde por la incapacidad de su oponente de hacerlo sin su ayuda. Le ha negado esta posibilidad toda la campaña y anoche también pareció descartarlo. Eso significa que se orienta a repetir el acuerdo con Sumar, Bildu, BNG y Esquerra, mientas espera el voto afirmativo o la abstención del PNV y de Junts, que ya ha dicho que no lo hará cambio de nada. La incógnita es si el precio que acabe poniendo Junts será asumible para el PSOE, incluso con el margen que se ha ganado Pedro Sánchez.

Mientras populares y socialistas no se sienten ni siquiera a hablar, España está condenada a la inestabilidad, que se podría concretar en una repetición electoral o en una mayoría pírrica con apoyos poco duraderos. Los españoles rechazan una gran coalición al estilo de Alemania y de otros países. Pero entre ese escenario, que podría comportar la descomposición de alguno de los dos partidos, y la ausencia de las mínimas relaciones políticas, el terreno de juego podría y debería ser amplio. Con todo, una de las mejores noticias es que los resultados han sumido a Vox en la irrelevancia, cosa que ha aliviado también a Europa tras un ciclo electoral al alza. Su presencia en el hemiciclo no ha hecho otra cosa que crispar y sus planteamientos provocan que no exista desde el centroderecha una mayoría alternativa.

Suscríbete para seguir leyendo