Opinión | HOY

JOSÉMANUELBallesteros**Escritor

¿Por qué escribir?

Han asesinado a otra mujer. Hoy, veintiséis años del asesinato de Miguel Ángel. Han asesinado aquel espíritu que pintó de blanco tantas manos; aquella pintura que duró tan poco en tantos gritos. Un mosquito me tiene acribillado y me ronda y me ronda para asesinarme. El calor me aplasta y me asesina cada noche. Me asesina este ordenador que cuando más lo necesito, salta con que no funciona y me pide no sé qué clave y que lo reinicialice. Me van asesinando cada día tantas mentiras procaces, tanta desfachatez, que se ríe y se ríe de mi muerte y de mi humillación, y se alimenta de ellas. Me sigue asesinando esta guerra en Ucrania y tantas guerras, cada misil, cada trayectoria de cada bala para segar cada vida con su dolor. Y tantas almas muertas en el Mediterráneo y el Atlántico y sus fosas donde nadie sabrá jamás dónde ir para rezar su ausencia. Y han asesinado a otro niño y otra niña; el mar los escupe, porque ni siquiera el mar los quiere. Me siguen asesinando el tiempo y la dignidad tanto escritor arribista con tanta novela que alimenta esta banalidad, este caldo sucio que corroe las almas y las lleva a no querer saber, a no querer pensar, a no querer tomar conciencia. Entonces, ¿por qué escribo?, ¿para qué? Pues para seguir vivo, para seguir rebelde, para no traicionar a ese que fui cuando luchaba y me juró luchar, y sobre todo para no traicionar mi dignidad como ser humano, lo único que de verdad poseo; y sobre todo para no permitir que la palabra se quede sin su espíritu, se prostituya en esa vaciedad de una semilla sin su germen, y mis antepasados y mis descendientes abominen de mí, renieguen de que existiera y corrompiese el tiempo que me fue entregado, se avergüencen de mí en lo más hondo de su confianza; y sobre todo, escribir para afirmar mi absoluta convicción de que nunca, jamás, por más desolación, ni más desesperación ni más fracasos, triunfará la tiniebla sobre la luz, la muerte sobre la vida, la mentira sobre la verdad. Esta convicción está por encima de mí, me trasciende, me sostiene, me recupera del cansancio cada amanecer, me da la paz, la verdadera paz, profunda, permanente, la que nadie que vive de lo oscuro me podrá quitar nunca; esta convicción que me explica el misterio de no sentirme solo, de ser humano en Dios.

**Escritor

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