Opinión | ELECCIONES MUNICIPALES

Calidad democrática

Educación y cultura democrática son bisturíes necesarios

El 28 de mayo es la undécima vez que en democracia se convoca a la ciudadanía para celebrar elecciones municipales. Acontece la fecha casi recién cumplidos los nueve lustros de andadura y pocos meses de nuestra Constitución de 1978, tiempo más que suficiente para hablar del título arriba expresado. Corresponde al cuerpo electoral local, mediante la emisión de su voto, cimentar y edificar tanto su presente como su futuro. En este extremo, cabe frenar y expulsar a los amantes de la corrupción con nuestro voto. Igualmente, a los ineficaces y pésimos gestores señalarles -con nuestro voto también- la puerta de salida. La transparencia en los poderes públicos quintaesencia y prestigia a una democracia cualificada. Item más, son los susodichos poderes los que deben estar preocupados de transmitir a la ciudadanía votante las informaciones necesarias sobre lo que prometen. Tal medida exige configurar una estructura, cuyos mecanismos adecuados y sostenibles en el tiempo, para que la vertebración de la sociedad -a la que sirven- pueda seguir informada, en todo momento, de las numerosas promesas contenidas en su programa electoral. De no ser así, la desconfianza hará su aparición y quedará desdibujado y lejano lo pretendido: el servicio a la comunidad. En caso contrario, la membresía electoral se alejará de la política y no participará en la toma de decisiones. Nunca como antes he visto y observado en la sociedad cordobesa actual una aptitud y actitud tan responsables en el cumplimiento de sus deberes -salvo excepciones puntuales- puesto que asume el respeto a las normas de convivencia y electorales, así como las leyes y la libertad de opinión. Si estos pilares suponen una democracia cualificada, que lo son, no es de menor calado el ejercicio de la participación política ciudadana, que tiene derechos reconocidos ad personam, en relación a los que ejercen su responsabilidad. Me refiero a quienes tienen la obligación de ejecutar, legislar y dirimir -en caso de desacuerdo- sobre lo que afecta a la ciudadanía colectiva e individual. Hemos de revisar, por tanto, nuestra visión crítica en cuanto a las opciones políticas y los programas que presentan y, de manera especial, si son proclives a consultas, alianzas y consensos. Educación y cultura democrática en el cuerpo electoral son bisturíes necesarios e imprescindibles, en mi opinión, en el amejoramiento de cualquier proceso electoral para el ejercicio de un voto emitido con responsabilidad y utilidad en estas elecciones. El emisor, los votantes, habrán cumplido su tarea y el receptor, los elegidos, deberán clarificar en la campaña sus propuestas, mensajes y credibilidad.

* Presidente de la Real Academia de Córdoba

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