Opinión | Aprender para contar

¿Ya probaron el ChatGPT?

Muchos lo ven con miedo, como un cambio que nos va a traer graves problemas

Esta diseñado por la empresa OpenAI (Inteligencia artificial abierta) y es una abreviación para referirse al modelo de lenguaje GPT (Generative Pre-trained Transformer). ‘ChatGPT’ parece que lo sabe todo. Es el futuro y no sabemos si el futuro es bueno o malo. Nos asusta.

El mes pasado no cumplí con mi cita con el CÓRDOBA, aunque les aseguro que lo intenté. Como iba a ser la Semana Santa, tenía en mente escribir sobre cuándo cae. Sabemos que tiene fechas fluctuantes y también sabemos que cerca de la Semana Santa suele haber luna llena --la que llaman luna rosa--. No es totalmente casual, porque el Domingo de Pascua es el domingo siguiente a la primera luna llena después del equinoccio de primavera. Estuve ‘gugleando’ para poder hacerles un buen resumen y, en medio, se me cruzó el ‘ChatGPT’.

Entré en un buscador del ordenador y pregunté «cómo crear una cuenta de usuario». Seguí las instrucciones y lo hice. Y una vez dentro empecé a jugar con el «listo chat». Toda mi familia le hizo preguntas de todo tipo. La primera curiosidad es que es un sistema programado para ser muy educado, te da las gracias y te pide perdón si alguna respuesta no es adecuada.

Yo no salía de mi asombro. Por descontado, te escribe un texto sobre cualquier tema, bien documentado, dando referencias y con la longitud que le pidas. Si le dices, por ejemplo, que te hable sobre el desarrollo de la física moderna, y la respuesta es demasiado larga, le pides reescribirla en un formato más corto, o con un límite de palabras, y lo hace. Si le dices que escriba una solicitud de trabajo en un campo específico dándole algunos datos de referencia, te escribe una carta impecable; si la carta te resulta demasiado formal, se lo aclaras y la reescribe cambiando el tono y haciéndola más coloquial. Como les cuento, yo no salía de mi asombro. Era como hablar con un erudito accesible.

En la primera exploración estaba de vacaciones en Córdoba y a mi vuelta al trabajo lo comenté con un compañero y me dijo que también sabía programar. ¡Inaudito! Le puedes pedir que escriba un programa para leer una matriz de datos y representarlos. Le dije que lo hiciera en el lenguaje de programación Python, y así lo hizo. Y, por si fuera poco, a continuación, le dije que me explicara cómo hacer funcionar el programa en un ordenador Mac, y lo hizo. Eso convirtió a ‘ChatGPT’ en una herramienta de trabajo que pienso utilizar.

Es solo el principio, ya Google está trabajando en su propia interfaz de IA y vendrán más. Pregúntenle al ‘listo chat’ y les dirá. Es imparable y también lo es el debate sobre el tema, que es intenso desde cualquier punto de vista, tanto práctico como moral. Detractores, abducidos, dubitativos... la sociedad está posicionándose y muchos aún no sabemos qué pensar, pero, en todo caso (y de ahí este artículo), hay que experimentarlo. Hay quien dice que debemos darnos prisa porque se acabará, ya sea porque se prohiba o porque se cobre. No lo sé.

Muchos lo ven con miedo, como un cambio que nos va a traer graves problemas. ¿Será simplemente el miedo a lo que no controlamos aún? ¿El miedo al futuro está fundamentado? Los miedos responden a los escenarios que nos planteamos. Por ejemplo, ya Mary Shelley, la escritora de una de las novelas más famosas de la historia, ‘Frankenstein o el moderno Prometeo’ en el s. XIX, planteaba el miedo al avance de la ciencia. Producía un monstruo que acababa «liberándose» de su creador. En algunos, el miedo al desarrollo de la IA tiene la misma base. Que se desarrolle y coja vida propia de modo que si, efectivamente se creara un «ente inteligente», podría ser capaz en escalas de tiempo mucho más pequeñas que las que lleva la evolución humana de crear una nueva sociedad. Yo no estoy segura de que eso llegue a ser así. De hecho, en este tema nadie está seguro de nada.

Yo creo que no debemos preocuparnos porque algoritmos similares sepan hacer búsquedas inteligentes y producir documentos bien elaborados, usando la información que está disponible en la web. Si los sistemas que aprenden de lo que hay solo generasen cosas como las que los entrenan, se tratará simplemente de que ya no tendremos que hacer ese trabajo. Un sistema gráfico de IA podrá pintar como Picasso, como Goya o como Rembrandt. Lo mismo componiendo música a lo Schubert, Bach o Shostakovich. Será imbatible gestionando información. Aun así, el debate de si podrá crear está abierto.

La creación, entendida como la gestión de conocimientos, seguramente será superada por máquinas, pero ¿podrá originar nuevos músicos, artistas, nueva ciencia, nuevas teorías? Esa es la gran pregunta. Si la respuesta es que no, creo que no debemos preocuparnos demasiado y sí que debemos sacar partido a esa nueva herramienta --que, me temo, va a sustituir muchas profesiones que quedarán obsoletas--. Siempre ha sido así, la gran diferencia es la velocidad del cambio, que ahora es vertiginosamente rápida.

‘Los algoritmos de IA pueden ser herramientas eficientes y precisas creadas por humanos, pero su uso y control en la sociedad es una preocupación importante. Podrían ser programados para tomar decisiones injustas o discriminatorias y su impacto en el empleo y la economía también es una preocupación. La sociedad debe abordar estas preocupaciones a través de regulaciones éticas y educación sobre los riesgos y beneficios de la IA. (ChatGPTdixit)’.

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