Opinión | TRIBUNA ABIERTA

Del ‘Kalevala’ y Ucrania

Finlandia ha pasado, de ser «un país pobre», a colocarse a la cabeza de los países desarrollados

Finlandia está al norte de Europa, en el fin de la tierra. Es la Phjola mítica del ‘Kalevala’, donde los males y enfermedades tienen su asiento y ejerce su poder la malvada hechicera Louhi. Durante seis meses hay muy poca luz y mucha nieve, lobos y osos se disputan la noche invernal; los otros seis meses el sol no se pone del todo y bosques y lagos pintan de verde y azul el paisaje. ¿Quién que haya visitado Finlandia no se ha abandonado a la Naturaleza rodeado del silencio del bosque rumoroso, mientras contempla, junto a la sauna al pie de un abedul, la blanca y redonda luna como un pan divino reflejada en la quietud de las gélidas aguas del lago encantado? Hay belleza y misterio en ese exótico país.

En esta geografía existen más de 70 mil islas e islotes, miles de lagos y, en una extensión algo más de la mitad de España y con una densidad de población de 16 habitantes/km2, viven unos 6 millones de europeos que se consideran los más felices de la Tierra y desde hace años encabezan las lista del FIB (Felicidad Interior Bruta), que mide esta felicidad en términos cualitativos, en oposición a los cuantitativos del PIB... y, aún así, el PIB per cápita del país nórdico casi dobla al nuestro. Es decir, no solamente los finlandeses son más ricos que los españoles en el bolsillo sino más felices por aspectos tales como la igualdad social, salud, educación, libertad, ausencia de corrupción, etc. Viven en un avanzado Estado del Bienestar. No sorprende, pues, que sus habitantes sean muy patrióticos, pese a que, incluso con lengua y epopeya propias (idioma de la familia fino-úgrica y el mencionado ‘Kalevala’), tiene poco más de 100 años como nación independiente. De ser «un país pobre», como lo encontró Ángel Ganivet cuando Finlandia aún era un condado de Rusia, se ha colocado a la cabeza de los países desarrollados, quizás porque, como el granadino afirma en ‘Cartas finlandesas’, «lo característico de Finlandia es el entusiasmo con que se aceptan todas las innovaciones de utilidad práctica, la rapidez y perfección con que todo el mundo se las asimila».

Pues bien, este país de gentes tan prácticas y prudentes ha sido tras la II GM modelo de algo más: de neutralidad entre el este y el oeste europeo por el Tratado de 1948 con la URSS en aplicación de la ‘doctrina Paasikivi-Kekkonen’ que mantuvo la independencia del país. En esos años de la guerra fría, la ‘finlandización’ era una estrategia que no solo se hizo necesaria a Finlandia como ‘realpolitik’ para evitar un enfrentamiento entre dos países con sistemas diferentes y fuerzas muy desiguales, sino que se proponía a todos los países europeos fronterizos con la URSS, que era entonces el temido oso comunista. En esta neutralidad, Finlandia alcanzó la paz y bienestar apuntados. Tras la desaparición de la URSS y del Pacto de Varsovia, Finlandia entró en la UE en 1995, pero se mantuvo fuera de la OTAN. Hasta hoy.

El futuro es incierto y no solo para Finlandia. Pues puede pasar --como ocurre en el ‘Kalevala’, donde la malvada Louhi ocultó la luna y el sol-- que por la invasión de Ucrania se inicie una guerra nuclear que sumerja a la civilización en la oscuridad total. Los héroes que devuelven la vida al mundo en el ‘Kalevala’ serán en nuestra épica aquellos que luchen por la paz en Ucrania antes de que sea demasiado tarde.

 ** Comentarista político

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