Opinión | Colaboración

Indio decir en campaña electoral

Hay cosas que superan el entendimiento pero que te las crees porque las lees y ves en fuentes creíbles y de máxima solvencia. Si no, díganme, ¿cómo es posible que Javier Milei, un candidato a la presidencia de un país arruinado y atravesado por el mito, la sicología y la parasicología, llame al Papa Francisco «el maligno en la Tierra» y lo tache de «idiota», siendo, como Su Santidad es, en lo político, la cabeza visible de un Estado dentro de muchos Estados que, en lo económico, supera a cualquier multinacional; y, en lo espiritual, representa al Dios verdadero e influye a través de las conciencias en más de mil millones de seres humanos? ¿Cómo es posible, digo, que meses después, los dos se reúnan, se abracen, y el ofendido, es decir el Papa Francisco, considere esas gravísimas ofensas como «cosas que se dicen en las campañas electorales»?

A partir de aquí, ¿cómo es posible que católicos de pura cepa pueden cebarse en las contradicciones de cualquier candidato a una presidencia que en campaña electoral diga que una cosa es negra y, una vez elegido, diga que es blanca, como es el caso de Pedro Sánchez con respecto a la amnistía de los acusados por el ‘próces’ y es acusado de mentiroso, traidor, rompe patrias y otros epítetos apocalípticos? Máximo cuando esos mismos católicos trataron de negociar con los independentistas de Junts, liderados por el malvado Puigdemont, y si no llegaron a acuerdos fue porque los números no les salían, ya que Vox no les hubiera apoyado. O, como dijo hace un par de días Santiago Abascal: «Nosotros no nos sentaríamos con Junts ni un segundo». (Habrá que creerle). He señalado este caso porque en él se centra la ofensiva del PP contra el PSOE, no porque no pudiera referirme a cientos de ellos, aquí y en Pequín. Limitados a nuestra política nacional, algunos han sido de menor calado, como cuando Rodríguez Zapatero aseguró que de «recortes, nada» hasta que la UE le dio un tirón de orejas y entró por uvas. O cuando Rajoy dijo que no subiría los impuestos y los subió tan alto como el desempleo. O como cuando Núñez Feijóo en campaña afirmaba que no gobernaría con Vox y luego gobierna con la formación de ultraderecha cuando no ha podido sumar mayoría con nadie más. Otros de más trascendencia histórica como el «OTAN no, OTAN sí» de Felipe González o la jura de los principios del Movimiento Nacional de Juan Carlos I... ¡Son tantos los casos! Creo que de Adolfo Suárez fue la frase de «Prometo que prometeré», lo que viene a ser algo así como una promesa ‘ad infinitum’ que no se ejecuta en tiempo contable. Esto es lo más normal. No pretendo con este comentario desprestigiar a la política, que no es más que la gestión de lo real, y las realidades cambian. Ni a los políticos en general, que muchas veces no hacen más que lo que le dejan hacer. Solo llamar la atención de la compresión de este hecho manifestado en el ejemplo del Papa Francisco de fumar pipa de la paz con el irreverente Milei.

* Comentarista político y periodista

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