Opinión | TRIBUNA ABIERTA

¡Gracias!... a todas la feministas

Sí, gracias a esas mujeres bravas, inteligentes y con ideales, que durante tantas décadas han luchado por la igualdad en este país y en el mundo entero.

Todos (y todas) recordamos --más los que tenemos cierta edad-- cómo la sociedad del los años 60, 70 e incluso de los 80, usaban a las mujeres en los anuncios publicitarios de las empresas de entonces. Lo hacían, por supuesto, de una manera servil y subsidiaria, del hombre.

Por ejemplo, recordaréis el coñac Soberano, la colonia Varón Dandy o tantos avisos pagados, de lavadoras y electrodomésticos varios. Pues si lo recordáis, veréis que era puro y primario machismo de manual, pero admitido por la mayoría aborregada, de la sociedad dócil de entonces. Todo muy propio, dentro de nuestro ADN de «machus hispanicus de postguerra».

No nos hemos casi ni dado cuenta de lo que ha evolucionado --afortunadamente-- nuestra sociedad en esto y en otras cosas.

Hoy, cualquier persona que al menos se sienta un poco avanzado e innovador, todo ese tipo de publicidad le parecería aberrante, o como ahora gusta decir «políticamente incorrecta».

Sin embargo, cuando esto estaba ocurriendo, la gente lo veía con total naturalidad y normalidad.

Por esto digo que me parece absolutamente kafkiano y contrario a la evolución de la propia sociedad, ver hoy todavía --como si estuviéramos en la España de los años del post franquismo-- cómo hay quien defiende este tipo de actitudes antifeministas.

Pero, señores y señoras «neanderthales»: gracias a tantas mujeres y algunos hombres, también hemos ido avanzando... y lo que queda aún por conseguir... mal que os pese.

No podemos permitir que volvamos hacia atrás como en tantas otras cosas nos proponen grupos políticos y sus palmeros mediáticos, incluso de devolvernos a los años del más rudo franquismo, e incluso los años primeros de nuestra alabada y adulada democracia.

En cuestión de derechos fundamentales, no podemos permitir ni un paso atrás.

Causa rubor, si no directamente vergüenza ajena, ver personajes, como el ínclito Abascal o la misma Diaz Ayuso (que no vivieron el franquismo) que puedan ser seguidos por una masa informe y joven, aunque esclerotizada, como si fueran sacados de la más negra noche de los tiempos y que puedan hacer los estragos que hacen en las mentes difusas, poco formadas y primarias, de la que desgraciadamente hoy aún se nutre, con su «desinteligencia», la faz de esta tierra tan fértil, en otro tiempo, de personas y personajes ilustres e ilustrados, que sin embargo se resisten a reencarnarse y nos dejan huérfanos, desolados y triste, en este páramo en que se ha convertido nuestro escenario político de hoy.

** Diplomado en Ciencias del Trabajo

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