Opinión | tinta y borrones

Tres años

Ya ha quedado desfasado hablar del coronavirus. Apenas ha habido noticias estos días en los que se cumplen tres años del histórico estado de alarma y el confinamiento, más allá de la referencia anecdótica al aniversario. Los aplausos, las videollamadas, las mascarillas de tela cosidas por miles de mujeres porque no llegaban las quirúrgicas, la aventura del principio y el hartazgo posterior son ya un vago recuerdo para la mayoría. Excepto para los que, desgraciadamente perdieron a algún familiar, la pandemia ya es solo una huella lejana.

La buena noticia es que ya hoy sí se puede decir que hemos dejado atrás esta crisis sanitaria. La mala es que tres años después parece que no hayamos aprendido ninguna de las lecciones que, decíamos, habían llegado para quedarse. Hace unos días me encontré con mi médica de familia durante la pandemia, Nieves, que ahora está felizmente jubilada y recordamos esos momentos. A ella la nombraron responsable del centro de salud de la avenida de América y, después de las largas jornadas de trabajo, llegaba a casa y tenía que cruzar todos los datos que les pedían desde la Consejería de Salud. Me contó lo mal que lo pasó con el fallecimiento de su «amigo de la pandilla», el médico Manuel Barragán y lo duros que fueron esos primeros días en los que apenas llegaba material. Eran los momentos de los aplausos y el reconocimiento a nuestros sanitarios. Celebramos en su momento las consultas telemáticas como un gran avance y hoy es, en el mejor de los casos, la única oportunidad de hablar con tu médico. Descubrimos el valor de la sanidad pública, la necesidad de invertir en nuestro sistema, sobre todo en la atención primaria y hoy tardamos más que antes en tener una cita con nuestra médica.

La de la sanidad no es la única lección que aprendimos y que ya hemos olvidado. También descubrimos que la conciliación es una mentira y que las familias concilian a costa de los abuelos y abuelas, de las actividades extraescolares y del esfuerzo personal de los padres, aunque generalmente recae sobre las madres. Hoy en día hemos olvidado de nuevo que la conciliación no es un problema de las mujeres, sino de toda la sociedad, y que sigue sin haber una apuesta seria para que formar una familia no suponga un paso atrás para muchas jóvenes, como así lo sienten.

Han pasado tres años y este invierno ha vuelto la epidemia de la gripe porque ya no nos ponemos mascarilla ni de broma, ya cogemos el coche para darnos una escapada a la ciudad porque el campo ya no nos parece tan exótico, ya nos vuelven a exigir una cantidad mínima para pagar con tarjeta. Han pasado tres años de lecciones que no aprendimos.

*Periodista

Suscríbete para seguir leyendo