Opinión | PASO A PASO

Petardos

Se terminaron las fiestas navideñas, y como dice el famoso meme, «y lo sabes». Fundamentalmente por dos motivos globales que a todos nos unen: esos quilillos de más de los encuentros culinarios navideños y por la tarjeta de crédito, que en demasiados casos echa cierto humillo. Aunque los que también han venido echando humo y parece ser que ya han cesado de hacerlo han sido los eternos petardos de la Navidad. Sí, suena a contradios eso de unir esos pequeños explosivos con el halo entrañable de esas fiestas, pero la realidad es tozuda. De entrada, y para quien no lo sepa o recuerde, el uso de artificios pirotécnicos en las vías públicas y privadas está totalmente prohibido en Córdoba. Y las infracciones pueden llegar a ser muy graves. Pero ni por esas. Aquello de tirar la china y esconder la mano tendría más lógica en estos tiempos que corren sustituirlo por tirar el petardo y esconder la mano. Efectivamente, se puede denunciar al ‘petardista’. Pero como estará pensando querido lector no es fácil hacerlo pues la mayoría de las veces, cuando se escucha el petardazo, ni siquiera se sabe quién lo ha tirado, por lo que difícilmente se podrá denunciar. E incluso, si se llama a la policía, para cuando lleguen ya no será posible identificar o encontrar a quien tiró el dichoso petardo. Todo apunta por ahora a aquello del infierno Dante de «desterrad toda esperanza». Personas mayores, mascotas, personas con autismo, por citar algunos importantes, son las víctimas más sensibles. La concienciación ciudadana, los bandos municipales y demás medidas coercitivas parece que no terminan de funcionar. Tal vez, para el año que viene, en vez de poner músicas navideñas en el espectáculo de las luces habría que pinchar en bucle aquello de Serrat de «niño, deja ya de joder con...» el petardo, en este caso.

 * * Mediador y coach

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