De las artes que amamos y tenemos catalogadas quizás sea el cine, después de la música, la que más nos haga soñar. Y dentro de la magnitud de especialistas y equipos humanos necesarios para ofrecernos una buena película, la dirección escénica es imprescindible pues tiene en su mano y en su capacidad de creación, llevar a buen término la obra de arte.
No se nos escapa que es un trabajo muy difícil aunque en ocasiones no lleve el oropel ni el glamur que suele rodear este arte. Hoy, fuera del relumbrón, quiero encontrar y reconocer a mujeres cineastas, mujeres directoras de cine y que además sean españolas. Si es así podemos decir que hemos triunfado.
La primera de mi lista es Josefina Molina (Córdoba 1936), por ser una de las grandes y de nuestra tierra. Escribí sobre ella en este mismo periódico (29 de octubre 2019), destacando su pasión por el cine y el teatro, su audacia en las obras elegidas y su puesta en escena, su osadía al dirigir temas emocionales complejos y controvertidos y, desde luego, los premios recibidos que muestran su talento. Es nuestra primera mujer de cine.
Junto a Josefina, Pilar Miró (Madrid 1940 - 1997). Su película ‘El perro del hortelano’ derrocha tal belleza, pulcritud y respeto por el verso que, en mi opinión, con este largometraje ya entraría entre las mejores de la historia.
A primeros del siglo pasado encontramos brillantes pioneras en la dirección del séptimo arte que merecen ser recordadas. Hay que descubrirse ante Elena Jordi, nombre artístico de Montserrat Casals Baqué, (Cercs 1882- Barcelona 1945), por cuya película ‘Thais’, estrenada en 1918 que produce y dirige, es considerada la primera mujer cineasta española. Desgraciadamente no existe copia alguna de este rodaje como ocurre con muchas obras del cine mudo.
Helena Cortesina (Barcelona 1899- Madrid 1967), actriz y con formación de ballet clásico, es reconocida como una representante destacada de la vanguardia de los movimientos culturales de los años 20. En 1921 rodó ‘Flor de España o La leyenda de un torero’. Moriría en el exilio en Argentina después de una vida dedicada al arte.
Tercera española en dirigir cine y primera en hacerlo en el cine sonoro es Rosario Pi Brujas (Valencia 1904- Buenos Aires 1984), que rueda ‘El gato montés’ (1935) y ‘Molinos de viento’ (1938). Otra mujer con una vida llena de riesgos y aventuras. Para haberla conocido.
Estas tres cineastas vieron sus carreras truncadas por la Guerra Civil.
Dando un salto de más de medio siglo, quiero reseñar y ponderar a Isabel Coixet (Sant Adriá del Besós 1960), por los títulos tan excelentes que ha dirigido. Está considerada por ahora como la directora con más proyección internacional debido a la valoración de sus películas fuera de nuestras fronteras.
Gracia Querejeta, Belén Funes, Verónica Echegui, Irene Moray, Clara Roquet, Aratxha Echevarría, Mabel Lozano... Hay más, bastantes más pero esto no va de un listado.
Mi debilidad actual es Icíar Bollaín (Madrid 1967). Comenzó sus trabajos en el cine como actriz. Es también productora e incluso ha escrito ‘Ken Loach, un observador solidario’, publicado en 1996 por la editorial El País-Aguilar. Esta mujer polifacética considera que el cine es una herramienta muy poderosa para lograr la transformación social y para la consecución de una sociedad más igualitaria. Y lo demuestra en la elección de los temas sociales que debate en sus películas.
Destaco ‘Te doy mis ojos’ (2003), porque es tan inteligente su dirección que, aún tratando el tema tan doloroso de la violencia sobre las mujeres, explicita el problema y lo resuelve en la cinta de forma sagaz, intuitiva, sutil. En este largometraje hace uso del arte pictórico como recurso narrativo, medio por el que la protagonista va liberándose de las cadenas de su marido maltratador. Comprenderán que con esta película Bollaín me ganó para siempre.
Termino con el descubrimiento de nuestra última gran directora de cine, Carla Simón Pipó (Barcelona 1986), recientemente galardonada nada más y nada menos que con el Oso de Oro de la Berlinale por su película ‘Alcarrás’. Y solo tiene 35 años.
Dirigir una película, ordenar al magno equipo de personas, algunas muy especializadas de manera que, en cada fase de la obra, esté el sello de la creación personal, no es tarea fácil. Implica unir creatividad y técnica para conseguirlo. Es contar historias de gente común, tratar temas humanos pegados al amor, al desamor, a la soledad o la violencia. Es tomar protagonistas a los más pobres, los revolucionarios o tratar la injusticia, las ausencias, las guerras... Y hacer arte.
Esto lo realizan y aciertan las mujeres que hoy destaco porque gozan de reconocido prestigio. Muchas de ellas tienen unas vidas apasionantes. Descúbranlas, se llevarán sorpresas emocionantes, de cine.
Decía al principio que el cine nos hace soñar y puede que el de estas directoras lo consiga. Ojalá, porque lo necesitamos ya, de manera acuciante, ahora que la vida, de forma tan desprevenida y cruel, nos está colocando en nuestro sitio.
No es improbable.
* Docente jubilada
