Recibo un correo de la librera Ana Rivas, de la República de las Letras, transmitiendo un mensaje que las empresas de transportes les han rogado que difundan: que la prioridad es el envío de productos de primera necesidad, por lo que las otras cosas, aunque estén empaquetadas y preparadas, pueden retrasarse en su entrega.

Podríamos discutir aquí si los libros son o no un producto de primera necesidad. Yo, por ejemplo, me sentiría completamente desvalida en una casa sin libros, seguramente perdida y deprimida, aunque admito que, mientras esperas el nuevo ejemplar, puedes releer los que ya tienes, y para la supervivencia de una persona lo primero es la comida, los medicamentos o las necesarias mascarillas.

Menos mal que el agua sale del grifo, deliciosa y lista para beber, un milagro en el que pienso con frecuencia. Me contaron de una brasileña que viajó por primera vez a Francia y pasó un día entero sedienta hasta que salió a la calle a comprar una botella de agua. Su anfitriona le preguntó por qué lo había hecho. Pues resulta que la invitada no puede beber en su país nada más que agua embotellada. La buena mujer no sabía que había países en los que se podía tomar la que salía del grifo, y por excesiva prudencia no se había atrevido a decir que estaba deshidratadita pura.

Volviendo a los envíos a domicilio y a las prioridades de entrega, estoy bastante desconcertada y molesta. Imagínense: he comprado cuatro cosas en la web de una cadena importante. Las he adquirido y pagado a la vez, en una sola operación, pero me las están enviando de una en una. No son objetos pesados, todo junto no creo que supere los dos kilos, pero me va llegando en días distintos y en paquetes separados.

Cada paquete de cartón está metido en una bolsa hermética de plástico y, a su vez, el producto viene en otra bolsa dentro de la caja. Y llega el mensajero, llama, sube, lo deja en el suelo, me toma nota del DNI y se lleva la propina (en esto salgo perdiendo: cuatro propinas en vez de una sola, aunque ya sé que no es obligatorio).

Me pregunto a qué criterio comercial responde este dispendio de recursos, especialmente porque no estoy pagando los portes (al menos, directamente) y porque no son pedidos urgentes, me daba igual que tardasen dos días o diez. Y me incomoda la cantidad de residuos para tan poca cosa.

Así que, enlazando esto con el mensaje de los transportistas a los comerciantes, y sabiendo que la mayor parte de la gente es razonable, me permito pedir a las grandes empresas que sean también razonables en su forma de hacer llegar al cliente los productos adquiridos online. Que estamos en alerta por la pandemia del coronavirus y no es necesario hacer dar tanto paseo inútil a los mensajeros.Y, sin que sea publicidad, dejo aquí un enlace del comercio local de Córdoba (http://www.cordobaenred.com/) para hacer un poquito de patria.