En la nublada mañana de este sábado me pregunto qué tiempo hará el domingo. Y por la tarde, ya ni les cuento, en ese rato de diluvio que hemos tenido. A mí me da igual, me gusta la lluvia, aunque el aparato eléctrico de la noche del viernes y de hace un rato me pareció terrorífico, y, con este miedo cateto que me ha entrado en el cuerpo -y a muchos de ustedes, no lo nieguen- y que ahora se extiende a todo, me hizo cerrar la ventanilla del coche, vaya a ser que se colara un rayo. ¡Ay, Omá!

La Aemet nos anuncia un domingo nubladillo y de chubascos dispersos (aunque luego veo el tiempo en la tele y dicen que no, que en Córdoba hará buen día), y un sol sin tropiezos a partir de las seis de la tarde. Todo ello por los niños que podrán salir con sus padres. La gente estará desconcertada. Una de las primeras noticias del periódico de hoy es que, ahora, se dejará que vayan a zonas verdes si están a un kilómetro de casa, pero, ojo, no a los parques ni a los lugares de juego. Y que, si no van con mamá o papá, podrán ir con alguna empleada doméstica si se acredita la vinculación por escrito. No con la tita, ni con el abuelo.

Como cada día se añade una norma o se difunde una novedad, no sé si desde el momento en que escribo estas líneas hasta mañana habrán cambiado las cosas. Me pregunto si saldrá de paseo la pequeña K., a la que veo por la ventana, que a veces me enseña su muñeca, o un peluche que parece su favorito. O la también pequeña E. a la que escuchaba y un día pude saludar desde la azotea. Quizá sepa por fin, si coincide que me asome y haya salido con su padre o su madre, cómo es y qué edad tiene D., un niño del que solo sé que está ahí, unas casas más allá de la mía.

Me pasan un wasap en el que lo “popular” se hace viral, con una mujer que será ignorante, pero lo tiene muy claro, y que le explica al Gobierno sin ahorrarse insultos y grosería, que no es el momento de llevar a la chiquillería al supermercado o a la farmacia. Bueno, señora, no grite más, aunque lleve usted razón, que el Gobierno ya se ha dado cuenta y ha rectificado. Los niños son alegría, decía mi querida tía C., y son también los que tendrán que hacerse cargo de esta porquería de mundo que les estamos dejando. Así que un poquito de sol y una brisa saludable para ellos este domingo, primer día de libertad condicional para ellos, no parece mucho pedir.