Opinión | Para ti, para mí

Pilar de fe y esperanza

Hoy celebramos una fiesta entrañable en España, el día de la Virgen del Pilar. Sobre el Ebro, en Zaragoza, la antigua Cesaraugusta, es venerada la Virgen también por el nuevo mundo que tres carabelas salidas de España descubrieron el día de la Virgen del Pilar, 12 de octubre de 1492. En la historia de la devoción al Pilar, se hizo célebre el nombre de Miguel Juan Pellicer, natural de Calanda, a quien en 1637 le cortan y entierran la pierna después de un accidente, y tres años más tarde, invocando a la Virgen del Pilar, arroja su pierna de palo, pues podía mostrar la pierna restituida a los mismos médicos que se la habían cortado, como ellos mismos testificaron. Difícilmente la devoción a María ha encontrado tanto eco en la canción y la poesía como ante la Virgen del Pilar: «María, tuya España: y el sol de sus montañas, siempre Tú; Sol que en su azul de tierra y mar, no se pondrá... Tus ojos siempre miro, que al alma ensalzan lirios, y quiero ser la hiedra fiel, que su vivir arraigue en Ti; como es tu España hiedra, que por tuyo un Pilar, te besa, y en sus labios se lo quiere llevar...». Hoy, en este tiempo nuestro, el lenguaje y las miradas son otras, más teológicas, más cercanas. Así, el arzobispo castrense de España, Juan del Río, en una Carta pastoral que publicó con motivo del primer centenario del patronazgo de la Virgen del Pilar en la Guardia Civil, afirma que «la Iglesia, la comunidad creyente suplica a María y se pone bajo su protección, sabiendo que Ella en el cielo es abogada e intercesora nuestra». El arzobispo subraya los cuatro destellos de la silueta de María: «Virgen oyente», que acoge con fe la Palabra de Dios; «Virgen orante», en el día de Pentecostés; «Virgen Madre», que por su fe y obediencia concibió en sus purísimas entrañas el mismo Hijo del Eterno Padre; y «Virgen oferente», durante la presentación de Jesús en el Templo y junto a la Cruz del Calvario. La advocación del Pilar, unida a España, por la tradición, con la aparición a Santiago, se alza hoy como luminoso «pilar» de esperanza y de fe. Vale la pena dirigir hacia Ella nuestra mirada.

* Sacerdote y periodista

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