Opinión

JOSE Nevado

Sin alternativa

Sin alternativas no hay política y, apurando, tampoco democracia. Más o menos ese es el camino que llevamos en España. Con un gobierno instalado en el fatalismo del recorte y la austeridad a tortazos, que advierte al ciudadano de que pierda toda esperanza en que será clemente y amenaza a todos con el palo y tentetieso, ¿qué salidas quedan? Muy pocas. El arrogante enroque del ejecutivo parece indicarnos que se defenderá del ciudadano, harto y desconcertado, con todas sus fuerzas desde la ciudadela. El futuro que dibuja será solo aquel que aguante entre los cascotes tras la batalla, o sea, que nadie debería incitar al gobierno a la pelea. El ciudadano observa cómo se desmorona todo aquello que le hacia vivir, pregunta por qué y nadie le responde. El gobierno a medida que se calienta la calle empieza a culparla también de los males de España, como siempre sucede con los socialistas y Europa, cuando le viene al pelo o es cogido en falso. Este es otro de los graves contratiempos que importunan a nuestro país: los gobiernos del PP nunca son responsables de nada.

Malos tiempos los nuestros cuando los hechos ciertos son nuestra galopante ruina y el empecinamiento inconsciente del gobierno en mandar por encima de sus torpezas de todas las cosas amén.

Nadie debería resignarse. Si el gobierno está ciego, estamos obligados a ayudarle a cruzar la calle pues nunca nadie salió del pozo escarbando en el fondo.

Debemos arrancarle esa ofuscación que le ha generado los informes de sus asesores que le lleva a creer que una vez que España se venda entre un 30 y 50 por ciento más barata del precio que tocaba en 2010, lloverán las ofertas por ella; volverán los capitales extranjeros para comprar nuestras empresas y viviendas, a inspirar nuestras leyes y poner a subasta nuestros museos. Se moverá el dinero que aliviará el paro y entonces alguien dirá: hemos ganado.

* Periodista

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