A finales del mes septiembre, la Filmoteca de Andalucía en Córdoba proyectó El club de los resucitados. Dicho así parece el título de una película de zombies. Por eso título esta columna en inglés, con su título original. Además, quiero que quien me lea y piense en ver este reportaje de 25 minutos, muy recomendable, lo localice rápidamente sin confusión.

Este impactante documental, breve, que se puede encontrar en internet, nos habla de un grupo de hombres que han pasado muchos años de su vida en el corredor de la muerte y han salido libres porque se revisó su caso. Tienen el humor de llamarse así a ellos mismos, porque son eso, resucitados con unas grandes heridas. ¿Podemos imaginar lo que es pasarse 14 años en el corredor de la muerte? No en una cárcel cualquiera. Los miembros de este club especial recorren ciudades de Estados Unidos (porque es allí donde viven) dando charlas y difundiendo su caso. Álvaro Corcuera, uno de los autores, viajó a Birmingham (Alabama, Estados Unidos) y convivió durante cuatro días con 21 exonerados del corredor en una reunión privada de la organización Witness to Innocence (algo así como Testigos para la Inocencia), en la que se juntan los exconvictos, todos ellos inocentes, y también sus familiares. El día 10 de octubre fue el día contra la Pena de Muerte. Hay muchos motivos para oponerse a la pena de muerte pero, por encima de todo, hay que recordar que es irreversible. No voy a dar datos, se pueden encontrar fácilmente. Hoy quiero hablar de Pablo Ibar, sobrino del que fue famoso boxeador José Manuel Ibar, Urtain. Pablo Ibar lleva desde 1994 en prisión. Muchos de esos años los ha pasado en el corredor de la muerte. «Mi vida se paró en 1994. Soy un chico de 22 años encerrado en el cuerpo de un hombre de 46», resume el propio Pablo. Después de unos años, Ibar pidió la repetición del juicio. En 2006 se lo negaron. En 2012 se negaron. Y en 2016, el Tribunal Supremo de Florida reconoció que no tuvo una defensa adecuada. El 6 de febrero de 2019 empieza un nuevo juicio después de que se aplazara el previsto para el 1 de octubre. El caso pudo revisarse gracias al apoyo externo, también económico, especialmente de una asociación que lleva su nombre.

Ya no está en el corredor de la muerte pero su vida no es necesariamente mejor. Dice Nacho Carretero, periodista que ha escrito sobre este caso: «No. Su vida es peor. Obviamente, ya no tiene la espada de Damocles encima pero ha perdido el régimen de visitas semanales que tenía. Y ha tenido que aprender nuevas rutinas. Durante los últimos 24 años, Ibar ha sido un autómata que no tomaba decisiones. Él mismo lo dice. Ahora tiene que adaptarse». Hoy he intentado ser breve. Como la vida.

* Activista de Amnistía Internacional