Estrasburgo acogió ayer una nueva exhibición del independentismo en Europa. Unas 10.000 personas, según los cálculos de la policía local, se congregaron en los aledaños de la sede del Parlamento Europeo, mientras en su interior se celebraba la sesión constitutiva, para exigir que el expresidente Carles Puigdemont, el exvicepresidente Oriol Junqueras y el exconsejero Toni Comín puedan ejercer como eurodiputados. Estelades al viento, los manifestantes esperaban la llegada de Puigdemont, aunque finalmente decidió no cruzar la frontera para no correr el riesgo de ser detenido.

Puigdemont se encontraba, junto a Comín, en un hotel en la ciudad de Kehl, a menos de 10 kilómetros de la Eurocámara, donde tras calibrar las posibilidades de ser arrestado y extraditado a España desistió de ir. Sus abogados, liderados por Gonzalo Boye, le aconsejaron que permaneciera en territorio alemán porque consideran que Francia es un país que se podría avenir a aceptar una extradición por los delitos que se le achacan en España.

El entorno del expresident difundió que unidades de la policía española se habían trasladado hasta la ciudad francesa para detenerle en virtud de un convenio firmado en el 2002 de colaboración entre Francia y España, que agilizaría los trámites habituales de entrega. Fuentes del Ministerio del Interior explicaron a este diario que esta normativa no podría ser aplicada en este caso porque Puigdemont es un ciudadano europeo y el convenio se limita a casos de personas en «situación irregular».

EXCUSAR AL ‘EXPRESIDENT’

Boye se dirigió a la concentración para excusar a Puigdemont y Comín, y sostuvo la tesis: «No se puede garantizar que no fuese a existir una medida administrativa de llevarle inmediatamente a territorio español», afirmó. El abogado aseguró que en su decisión primó la «seguridad» personal y su tarea para «internacionalizar el procés».

La admisión a trámite de su demanda ante el Tribunal de Justicia de la UE había levantado el ánimo a Puigdemont, que pretendía obtener su plácet para acudir a la Eurocámara con la inmunidad parlamentaria garantizada. Pero el portazo provisional de este tribunal, que mantiene lo acordado por la Junta Electoral Central, forzó un cambio de planes y el líder de JxCat no se quiso arriesgar.

A escasos metros de la frontera, en el puente que cruza el Rin y une Alemania y Francia, Puigdemont y Comín grabaron unos mensajes para los manifestantes. El expresident defendió sus maniobras en Europa: «Sois la prueba de su fracaso y de nuestro éxito para lograr que el Parlamento Europeo tengan que intervenir», apuntó, y cargó contra el presidente saliente de la Eurocámara, Antonio Tajani, por propiciar una «deriva de represión, de regresión y de limitación democrática» al no darle su escaño.

En una carta desde prisión, Junqueras espetó que los votos del independentismo «no valen lo mismo» que los del resto de ciudadanos europeos porque no se le permite ejercer como eurodiputado. «Si el precio que tenemos que pagar para defender la democracia es la cárcel, lo pagaremos. Convertiremos esta injusta e arbitraria prisión en una causa justa, legitima y necesaria», proclamó.

TORRA, AUSENTE

Los manifestantes, convocados por el Consell per la República, exigieron que la UE les escuche y tome cartas en el asunto. Las delegaciones de JxCat y ERC criticaron que haya «más de dos millones de personas sin representación». El president, Quim Torra, se borró de la cita y la representación del Govern fue muy escueta.

Al evento se sumaron unos 25 eurodiputados. Durante la sesión constitutiva, uno de ellos, Matthew Carthy, del Sinn Féin irlandés, denunció la situación de Puigdemont, Junqueras y Comín, y reclamó a Tajani que hiciera una declaración al respecto. No sucedió. El portavoz de la Eurocámara, Jaume Duch, aseguró que es un trámite que depende de las autoridades españolas y que la Cámara quedaba «válidamente constituida».