‘‘Sonetos para ella’. Autor: Carlos Murciano. Prólogo de Carlos Aganzo. Editorial: Ars Poética. Colección Beatus Ille. Oviedo, 2018.

Entre los poetas españoles de posguerra que con mayor fortuna y destreza han cultivado esa florida y musical estrofa que es el soneto y su perfecto aliado, el endecasílabo, los cuales fueron introducidos en la plenitud renacentista por Garcilaso de la Vega, se encuentra sin duda alguna Carlos Murciano (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1931). Autor de una dilatada obra que ha merecido los mayores reconocimientos en la poesía española, se asoma a su trayectoria final con un libro singular titulado Sonetos para ella, todo un monumento a la memoria de su esposa, Antonia Maínez Benítez, también arcense, fallecida en 2018.

Los sonetos que se integran en este volumen fueron escritos a lo largo de sesenta años, entre 1958 y 2018, y constituyen una suite musical, expresión de una maravillosa historia de amor, de encuentros y ausencias, de escenas familiares y de interrogaciones metafísicas, «de la construcción ‘hombro con hombro’ de una vida y de su destrucción también de un mundo entero a causa de la muerte», como así reza en su contraportada. En el prólogo al libro, que firma el poeta Carlos Aganzo, se destaca la maestría con que Carlos Murciano ha cultivado el soneto a lo largo de toda su trayectoria literaria, así como su gran ascendencia musical, y se nos aclara que el poeta de Arcos hubiera querido despedirse del mundo editorial con la publicación de su libro Desde otras soledades me llamaban; pero la enfermedad y el fallecimiento de su esposa trastocaron sus planes, siendo este Sonetos para ella, su último libro. El mismo Aganzo llama la atención sobre los logros formales, temáticos y rítmicos en la poesía del vate arcense; así como sobre el aliento clásico que subyace en sus títulos y en un discurso lírico destinado a perdurar. En una breve y emotiva nota introductoria al volumen, Carlos Murciano manifiesta el propósito de esta recopilación de sonetos en memoria de su esposa: «Revelador de una absoluta fidelidad amorosa y lírica. Reunidos aquí, pretenden devolver a quien fuera mi mujer y mi vida, algo -poco-, de lo mucho que ella me dio» (p. 15). El volumen se estructura en dos partes: «Con ella», compuesta por 36 sonetos; y «Sin ella», compuesta por 15 sonetos, que puede traer a la memoria del lector la del Cancionero de Petrarca: en vida y a la muerte de madona Laura. Un total, pues de 51 sonetos. El poeta despliega en estos textos un inusual oficio que desemboca en arte y destreza; no obstante, sin que eso signifique que sobre ellos se cierne el delicado aliento de Lope de Vega, de Quevedo, de Góngora, de Miguel Hernández y de otros poetas actuales, de cuyos versos, en ocasiones, ha querido ir de la mano. Toma, así, como pretexto para enlazar su discurso versos o citas de poetas clásicos y contemporáneos como Francisco de Rioja, Julio Maruri, Calderón de la Barca, Luis María Murciano, Lope de Vega, Carrillo de Sotomayor, Pilar Aroca, Leopoldo Panero, Quevedo, Pedro Sevilla, Jack Kerouac, García Lorca o propios (en menor medida, citas de prensa o canciones populares).

A través de sus sonetos va dando vida al rico anecdotario y a los detalles, que no por nimios pasaron inadvertidos para el poeta en su vinculación amorosa a la mujer con quien compartió su vida y a la que confiesa que «Vivir era saberte,/tan cerca de mis manos», o «sigo lleno de ti, y tú lo sabes». Todo un itinerario poético que alcanza desde el noviazgo hasta los hijos, el erotismo y la pasión amorosa, a veces referidos en distintas partes del cuerpo de la amada, anécdotas y sucesos que quedaron guardados en la memoria y que cobraron vida por gracia del poema, inquietudes científicas o astrofísicas, enfados y reencuentros...

Así hasta desembocar en los 15 sonetos escritos tras el fallecimiento de la esposa, graves y compungidos, signados por la ausencia y la pena, marcados así mismo por la desolación y la tristeza que, no obstante, se abren a la esperanza refugiada en esa luz inmortal de los corazones a que hace referencia el poeta al final de este hermoso libro.