Cuando yo vine a Córdoba Rita ya estaba aquí. Estaba en la transición política, en las exposiciones de pintura, en el homenaje a Frida Kahlo, en el cine Fuenseca y en el Rinconcillo, en las tertulias del Juan XXIII, en las presentaciones de libros, en las lecturas de poesía…

Rita tiene el don de la ubicuidad, y lo mismo le interesa la poeta primeriza que una sesión de barrio sobre artesanía, arquitectura o sexualidad. Lo más suyo son las artes visuales, pero también son suyos el teatro, la música, los viajes, la danza, una buena conversación alrededor de la mesa.

Rita es urbana o políglota, visionaria en los límites, vitalista. Cada vez que atravieso el puente para salir o para volver de Córdoba la recuerdo en la terraza, el balcón o la escalera de su barrio, de su plaza, a la vez obrera y absorta, tejedora en el dibujo y los colores del río y la mezquita. Rita Rutkowski, pálpito de la vida de Córdoba. De Nueva York, de las calles y el mundo.