L a editorial Alianza ha publicado recientemente la novela Días de euforia , de Pilar Fraile. Nos hallamos ante una distopía de una sociedad marcada por la tecnología, por la fecundación in vitro, por todo aquello que nos aleja de nuestra verdadera esencia. La novela es un cosmos donde los seres ya no encuentran el placer cuerpo a cuerpo, sino en pantallas, un mundo que ha volatilizado la ilusión y la ha convertido en un análisis de datos. Esta realidad cruda y descarnada es vista con lucidez por Fraile, que crea una serie de personajes que sienten su desarraigo vital, su no estar en el mundo y sí en la fantasía de otros, seres que naufragan en un mundo cibernético que les absorbe y los cosifica. «Hoy la clínica huele especialmente a asepsia. Cada noche el personal de limpieza desinfecta a fondo y, para disimular el olor, tenemos un ambientador por el circuito de aire. El resultado es este hedor, como de rata perfumada, que cada día se me hace más insoportable». Parece visualizar ya los tiempos pandémicos, porque todo se somete a la limpieza, al igual que los seres humanos desconfían unos de otros ante una tos o un resfriado. La robotización del ser humano ya se ha producido irremediablemente.

Todo en la novela es un cosmos de seres que no saben amar. Sus afectos se dan en pantallas, en botes de esperma, etc. Pilar Fraile sabe transmitir, hasta con la idea del sueño repetido de los gusanos, el mundo de pesadilla en que vivimos.

La idea de una sociedad que puede ser resumida en datos cala muy bien en la novela, no otra cosa son los telediarios, el mundo de las estadísticas que ya no mira personajes, sino cifras. Concluyo con este párrafo que explica muy bien la sociedad en que nos hemos convertido: «Los datos han corrido tanto por mis venas que puedo prever sus respuestas si sé su nivel de renta, y puedo saber su nivel de renta solo con echar un vistazo a su coche y sus ropas. La mente humana es un misterio, pero nuestros comportamientos son predecibles, en términos globales, en un 95%». La pericia de Pilar Fraile para ajustar la voz de sus personajes, su eco interior, queda reflejada en la historia, donde todos ellos piensan más que dicen, miran más que tocan (hasta el sexo en pareja es fugaz, no tiene actitud de permanencia). El mundo ha cambiado y lo refleja muy bien en la novela. Somos seres en derrota, incompletos, insatisfechos y ya no sabemos cómo recomponer ese hilo de afectos que hemos perdido.

Días de euforia refleja en el título la emoción de lo que no cala, no penetra, es la euforia de lo que se desvanece, un reflejo atroz de nuestro mundo actual.