No resulta fácil, en estos tiempos de desafección entre los que poblamos este trabajado solar de la antigua Hispania, levantar la bandera de la atención, la conciliación y el diálogo, así como de la proximidad cordial entre los que, en estos inicios del siglo XXI, nos ha tocado habitar esta vieja piel de toro (la catalanizada "pell de brau", de Espriu), que hoy se intenta desgarrar desde su esquina nororiental, despertando por ello, por parte de muchos que viven a la otra orilla del Ebro ancestral, una amarga reacción de inquietud, de disensión y disgusto, como pocas veces se ha visto entre nosotros.

El profesor José Manuel Cuenca Toribio, "catalanista convicto y confeso, sometido a un sentimiento español de estricta observancia y a un cosmopolitismo de riguroso cumplimiento", según sus palabras, en este libro de ediciones Iustel, y en esta hora difícil, se acerca a algunos de los aspectos más relevantes de la actualidad catalana no sólo desde su personal e iluminadora perspectiva de historiador, sino singularmente también a través de la pujante catalanofilia que con harta frecuencia han destilado las élites intelectuales españolas, con predominio de las andaluzas, todas las cuales han venido desarrollando una marcada atención hacia la historia y la cultura del Principado, con especial dedicación a la complejidad problemática del momento político, pero sin olvidar --todo lo contrario-- el proceso cultural y político que nos ha conducido hasta aquí. Y todo ello, en su característico estilo de opulenta riqueza expresiva y amplio aliento, estilo de verdadero historiador literario, que nos conduce, a través de las tres secciones que lo integran (Cataluña en la historia, Cataluña vista desde el resto de España y Cataluña y la cultura) a conformarnos una imagen cabal, serena y a la vez apasionada, de esta tesela esencial y determinante del variado mosaico hispánico.

Desde el compromiso de Caspe hasta el momento presente, pasando por la Mancomunitat, la República, el anticatalanismo y el franquismo en sus distintas fases, estos breves e iluminadores ensayos despliegan ante nosotros una serie de personalidades y acontecimientos que no deben dejar indiferente a nadie con auténtica vocación intelectual por el pasado y el destino no sólo de Cataluña sino de la general patria española.

Entre esta pléyade de ilustres personalidades de la cátedra y las letras que se han acercado con apertura de pensamiento y de espíritu, sin reservas y afán de entendimiento entre las diversas culturas y lenguas peninsulares, junto a las de Menéndez Pelayo, Miguel de Unamuno, Azorín, y luego Dionisio Ridruejo y Julián Marías, clásicos de la preocupación catalana, y como constata el profesor Cuenca, "el Sur fue tal vez el solar en que con más fuerza se aclimató la planta de la simpatía y la alta estima profesadas a los naturales del Principado, otorgándoles sin reservas la primacía en la modernización de toda la patria española y el papel de abanderados de las principales conquistas sociales y culturales de los nuevos tiempos". Y el ilustre contemporaneísta pasa a evocar una serie de nombres de muy alta relevancia y proyección intelectual, como A. Gallego Burín junto a su hijo Antonio Gallego Morell, Federico García Lorca, "catalanófilo empedernido", M. Fernández Almagro, Manuel de Falla, José María Pemán, M. Jiménez Fernández, Florentino Pérez Embid, Antonio Fontán, el también catedrático y ministro Jaime García Añoveros, el psiquiatra Carlos Castilla del Pino...y a gran distancia de todos, por una labor historiográfica de primer orden, en su volumen e impar penetración en las fibras más hondas de la personalidad catalana, Jesús Pabón y Suárez de Urbina, autor de la mejor biografía de Cambó, obra ejemplar en su género, y venerado maestro de nuestro historiador.

CATALUÑA Y LA CULTURA

Particularmente atractiva, por motivos personales, nos resulta la tercera sección del libro, de este título, con importantes aportaciones sobre grandes figuras de la vida intelectual catalana a lo largo de sus diversas etapas, como el gran historiador Jaume Vicens Vives, figura ejemplar, o Xavier Tusell, con particular atención a la figura señera de Julián Marías, así como a los Dietaris del primer delegado de España en la Unesco, Joan Estelrich (1896-1958), cuya obra le parece clave a nuestro autor para el conocimiento y comprensión de la España de su tiempo y el nuestro.

(Y al hilo de estas notas nos gustaría subrayar le decisiva y personalizadora importancia que en las letras catalanas ha tenido de siempre el género diarístico y memorialístico, muy característico de su literatura. Baste recordar auténticos maestros en el género como Josep Maria de Sagarra, Agustí Calvet, Gaziel, Marià Manent, Josep Pla o Ignasi Agustí, entre otros, cuyas notas, reflexiones y evocaciones, nos resultan imprescindibles para una cabal comprensión de la vida y del pulso histórico de Cataluña).

Entre tantas otras personalidades que esmaltan este libro, tan esclarecedor y oportuno en esta hora, destacamos la prudencia y cordura que el profesor Cuenca nos resalta en el pensamiento y la actitud del filósofo Jaume Balmes, en el bicentenario de su nacimiento, quien "se afanara hasta la extenuación por encontrar caminos de diálogo y concordia en el laberinto de egoísmos y cegueras de la España de progresistas moderados y carlistas". En palabras de nuestro historiador, "merece destacarse el agudo planteamiento que del difícil encaje de Cataluña en la gran patria española hizo Balmes. ¿Su fórmula? Realismo, mesura e inclinación incoercible por la suma, sin olvidar que ninguna generación puede liquidar, salvo peligro de inevitable catástrofe, una empresa colectiva patinada por los siglos".

Por último, señalemos como nuestro historiador con este libro deslíe una necesaria untura de balsámico aceite y seny auténtico sobre las encendidas llagas de las mutuas relaciones del momento actual, que encrespan el normal discurrir de nuestra vida colectiva. "Refórmese a fondo el Estado de las Autonomías; trabájese a destajo en excrecencias, frondosidades y malformaciones; mas no nos adentremos, en días de tormenta, en aventurerismos ni ensoñaciones".

No debemos echar en saco roto y será oportuno subrayar, en estos tiempos en los que el estudio de las humanidades y la historia pasa a un segundo término, que formamos parte, en palabras de Cuenca Toribio, del "más viejo Estado de Europa y de uno de sus pueblos de más dilatada trayectoria temporal". De que esta asendereada pell de brau que hoy nos acoge a unos cuarenta y ocho millones de compatriotas es el ..."producto natural de una convivencia cuando menos varias veces centenaria. De ahí que pocas cosas haya más respetables, e incluso limítrofes con la sacralidad, que la idea de nación albergada en la entraña de su espíritu por las gentes que afirman diariamente su vínculo íntimo con las partes que componen el conjunto nacional". Esas gentes que ratifican, en la cadena temporal de la historia, "el plebiscito permanente que, en el sentir de Ernest Renan, constituye un país".

'Amada Cataluña' (Reflexiones de un historiador)'. Autor: José Manuel Cuenca Toribio. Edita: Ediciones Iustel. Madrid, 2015