Ángela Varo es una joven violinista de Baena que apunta alto en el panorama musical. Su carrera es meteórica. Tras una intensa formación musical que comenzó a los 8 años en el conservatorio de su pueblo y continuó en el Conservatorio Profesional de Música de Lucena, en el 2011 pasa a formar parte del proyecto SYSO (Southern Youth String Orchestra), y en el 2015 es galardonada con la beca europea Comenius, gracias a la cual realiza una gira de conciertos por Rumanía y España. En diciembre del 2017 realiza la prueba de admisión para la prestigiosa Universidad Berklee College of Music en Boston (Estados Unidos), donde es admitida y se le otorga la prestigiosa beca World Wide, de la misma Universidad.

En estos momentos, la joven, de 23 años, estudia dos carreras en la Universidad de Berklee, Performance en Jazz (Interpretación especializada en Jazz) y Contemporary Writing and Production (Composición contemporánea y producción musical), al tiempo que se forma en dos institutos de este campus, el Berklee Institute of Jazz and Gender Justice, y el Berklee Global Jazz institute, dirigido por Danilo Pérez y Marco Pignataro, en el que acaba de entrar y que es el mejor centro de formación de jazz del mundo. Es la primera alumna andaluza que entra en estos prestigiosos institutos y ya figura en la lista de honor de Berklee. Su carrera musical se paró con la pandemia, que en EEUU ha atacado con gran virulencia, y desde hace tres semanas está en Baena, a la espera de volver en agosto, si es posible, a reanudar sus estudios.

-Es muy joven y lleva una larga trayectoria y formación musical. ¿Cómo entra en la prestigiosa Escuela de Música de Berklee en Boston?

-En diciembre del 2017 realicé una audición en la sede europea de Berklee, que casualmente está en Valencia, y después de recibir mi beca Full Tuition, que cubre el coste de mis estudios, y un par de becas más que ayudaron a costear mi alojamiento en Boston, pude al fin irme a Estados Unidos y comenzar mis estudios.

-¿Qué supone este centro en su formación en el cual se forma en jazz, clásico, rock y otros estilos de música contemporánea?

-Para mí supone todo un honor, y una liberación no solo artística, sino también personal. Siempre intento que mi música hable de mis experiencias, del flamenco, de la copla, de la música clásica. Y Berklee, al ser tan internacional, me permite compartir vida y música con profesionales de todo el mundo, y así fusionar todas esas raíces que yo, humildemente, intento llevar al jazz, con las raíces e historias de otras partes del mundo. Es emocionante, porque luego todo eso me lo traigo aquí, y de nuevo este círculo creativo se repite.

-¿Se está especializando en jazz? Ahora se prepara en el Berklee Global Jazz Institute.

-Sí, me especializo en jazz. En el Berklee Global Jazz Institute me preparo como parte de mi carrera de Performance o Interpretación en Jazz; acabo de ser admitida pues es un instituto que ofrece audiciones a estudiantes de Berklee y Harvard, el nivel es impresionantemente alto y por ello me llena de ilusión haber sido admitida en el programa.

-España ha dado muy buenos violinistas, pero en jazz pocos han saltado a primera línea, salvo los muy puristas. ¿A qué cree que es debido?

-España es un país donde se encuentran los mejores talentos en las mejores disciplinas. Y si hablo de mi Andalucía ya… Desgraciadamente, el jazz como concepto y estilo ha tardado en llegar al país algo más de tiempo, y tener algo más aceptación en la población. Por supuesto, en las grandes ciudades como Barcelona o Madrid ha habido jazz y violinistas de jazz desde hace años, pero no tanto en los pequeños pueblos y ciudades no tan grandes. El violín de jazz es un mundo sumamente complicado, pues o vienes de una técnica clásica y luego comienzas a meterte poco a poco en la improvisación o composición instantánea, o has improvisado toda tu vida, pero sin una base técnica del instrumento tan estricta, por ende, tu sonido en la mayoría de los casos no sería tan bueno… El truco, supongo, es ser astuto y combinar ambos mundos, una técnica clásica bien fundamentada con una capacidad de conexión con la armonía de jazz y, sobre todo, con el espíritu de contar historias con lo que compones o interpretas.

-¿Qué tiene el violín que últimamente es protagonista de muchas fusiones, como el caso de Malikian o el cordobés Montalvo?

-Yo creo que es por el sonido tan humano que tiene. A veces hasta los quejíos flamencos pueden sonar como un cantaor; me parece mágico. Supongo que esa magia le llega a la gente.

-¿Es la primera andaluza que entra en esta escuela?, ¿hay más españoles?

-Sí, es todo un honor, tanto ser la primera música andaluza como la primera violinista española en haber entrado. Con el paso de los años han entrado varios españoles, Milena Casado, por ejemplo, de Barcelona, es una fliscornista y trompetista impresionante que se graduó el año pasado en el instituto. Actualmente, los únicos dos españoles somos Isaac Romagosa, un guitarrista también catalán, y yo.

-¿Cómo ha sido este curso allí en Boston?

-Ha sido complicado, todo un aprendizaje. Pero la verdad es que la universidad y los profesores han hecho lo imposible por continuar con la calidad académica, y desde luego lo han conseguido. En una semana consiguieron organizar todas las plataformas on line para continuar el curso y no sacrificar ni una asignatura. No es lo mismo tocar con un ordenador que con toda una banda, pero esto te ha enseñado que, de hecho, se puede tocar con una banda con un ordenador.

-¿Es también compositora?

-Sí, o por lo menos lo intento. En Berklee College of Music actualmente curso dos carreras universitarias. Una es Performance o Interpretación, de la que he hablado anteriormente; y la otra es Composición Contemporánea y Producción Musical. Gracias a este segundo grado, me formo como compositora y productora. La mayoría de los músicos de jazz siempre escriben también, pues en la base de la improvisación está el conocer teóricamente la composición, y al final salen melodías o armonías que nos gustan tanto que las acabamos escribiendo.

-¿Dónde estaba cuando comenzó en España el estado de alarma?

-Estaba en Boston, justo en la semana de exámenes. Nos dijeron que teníamos que dejar las residencias de la universidad en 24 horas y fue una semana muy estresante, pues Donald Trump dijo en principio que cerraba la conexión con Europa. Fue pánico lo que hubo. Luego veríamos que no era del todo cierto, pero que volver a España en ese momento no era lo más fácil ni lo más recomendado. Volví a Córdoba hace un par de semanas, tras más de 50 horas seguidas viajando, con numerosas escalas y vuelos más caros.

-¿Cómo vivió la pandemia en EEUU?

-Ha sido interesante. He visto a las personas allí siendo muy extremistas, y el extremo del poco cuidado desde luego asusta bastante. Yo he estado en casa, siendo precavida y siguiendo todas las noticias del mundo desde cerca. El estado de Massachusetts actuó pronto, estableciendo medidas de distanciamiento social, y los números de contagiados se empezaron a controlar pronto por ello mismo. Es uno de los estados del país con menos personas contagiadas.

-¿Cuando va a poder volver a EEUU? ¿Va a condicionar el covid-19 su formación americana?

-Espero que para mediados de agosto. El covid-19 ya la ha condicionado en parte. Ahora tenemos la opción de continuar a distancia o hacer el 60% de las asignaturas on line y el otro 40% físicas, que es lo que yo en mi caso haré.

-¿Ha vivido también todas las protestas contra el racismo a raíz de la muerte de George Floyd?

-Las he vivido desde España, he estado y estoy intentando apoyar la causa desde aquí. La cuestión de George Floyd y el racismo no es una cuestión que deba implicar solamente a Estados Unidos. En España sigue habiendo racismo y discriminación, igual que sexismo, transfobia, islamofobia u homofobia. El hecho de que una comunidad luche por sus derechos humanos e igualdad no debería ser una cuestión a estas alturas de la historia de la humanidad, pero precisamente porque lo sigue siendo, y sobre todo en países que se consideran del Primer Mundo, hay que formar parte de ello. Como músico, mi trabajo no es solamente llevar música a las personas, valga la redundancia. Mi trabajo es, con esa música, poder realizar una ayuda social real, ya sea de concienciamiento o de ayuda física real. No puedo tolerar que todo esto pase en EEUU, pues es el país donde actualmente resido durante 9 meses al año. Igual que en España, al ser mi país, tampoco lo tolero. Y aunque en España disfruto de muchos privilegios, en Estados Unidos no es así.

-¿Se ha sentido, en algún momento discriminada por ser hispana?

-La comunidad de Berklee es tan internacional, que no; al contrario, todo el mundo se interesa en la cultura de los demás, y yo llevo la cultura andaluza y cordobesa por bandera.

-¿Qué echa más de menos de España?

-La sanidad pública y el aceite de Baena.

-¿Qué proyectos tiene ahora?

-Actualmente, estoy ayudando a grabar las cuerdas de diferentes álbumes a distancia, con personas de Puerto Rico, Israel, Estados Unidos, Indonesia… Colaboro muy activamente con la cantautora puertorriqueña Gilmarie Villanueva. Y, personalmente, estoy intentando organizar los segundos cursos de música en Baena. Además, estoy escribiendo y componiendo mucho, pues mi tierra me inspira, e intentando sacar vídeos y música en mis redes sociales. La verdad que, para todos mis proyectos personales, tengo un equipo de trabajo detrás que es genial. Mi manager, Mishele Arciniega, me ayuda mucho con la cuestión de promoción en redes sociales y otros términos que para un músico del año 2020 es imprescindible trabajar también.

-Cuando vuelve a Baena ofrece conciertos con un grupo de jazz e imparte cursos. ¿Está muy implicada con su pueblo, ¿no?

-Tengo que estarlo. Mi pueblo me ha dado las herramientas, las historias y la inspiración para poder ser la persona que soy, y hacer la música que hago. Desde conciertos sociales en guarderías y asilos hasta organizar el curso, que espero cada año sea más y cada vez más grande. En pueblos tan pequeños y tan alejados de ciudades grandes, es muy difícil poder llevar calidad cultural, ¡y aun así se hace! Solo intento poder llevar a personas que han estado en la misma situación que yo, niña o adolescente, todo lo que pueda traerme desde Boston u otras partes del mundo. Es una cuestión social, más allá de ser artística, que también lo es.