Las ideas son como los pasajeros de un tren: que unos se suben y otros se apean. Teniendo esto en cuenta, uno puede ser condescendiente con las ideas del otro y el otro con las mías, porque las ideas van cambiando a lo largo de la vida. Incluso en una misma familia, unos pueden ser de izquierdas y otros de derechas y, no obstante, poder vivir en perfecta armonía. Pero, detrás de las ideas vienen los hechos y ¿cómo se puede perdonar la traición de los tuyos? He leído que en le Alemania nazi algunos judíos denunciaban a familiares y amigos para salvarse ellos. Cuando comenzó el tema del referéndum catalán, recuerdo que muchas familias se rompieron. Yo mismo me enfrenté con algunos miembros de mi familia por este mismo motivo. Incluso algunos de ellos llegaron a insultarme. Si el niño de Canet de Mar fuera mi hijo, me sentiría muy indignado. Y me pregunto, porque se están abriendo muchas heridas que serán difíciles de cerrar, ¿qué actitud tendrán esos padres con su Gobierno y sus vecinos a partir de ahora? Al igual que yo, los independentistas tienen derecho a tener sus propias ideas. Pero una vez se cometen injusticias, la cosa tiene peor arreglo. Simplemente, porque a los hechos les cuesta más apearse del tren.