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China libera a una periodista australiana tres años después de acusarla de espionaje

La periodista ha ocupado el centro de las agrias relaciones entre Canberra y Pekín y su liberación llega en vísperas de la visita a la capital china del primer ministro australiano, Anthony Albanese

La periodista chino-australiana Cheng Lei llega a Australia tras ser liberada por China.

La periodista chino-australiana Cheng Lei llega a Australia tras ser liberada por China. / EFE

Adrián Foncillas

La célebre periodista australiana Cheng Lei ha regresado a casa este miércoles tras pasar tres años detenida en China por vaporosos cargos contra la seguridad nacional. Cheng ha ocupado el centro de las agrias relaciones entre Canberra y Pekín y su liberación llega en vísperas de la visita a la capital china del primer ministro australiano, Anthony Albanese, lo que acentúa la sospecha del perfil político del caso.

La periodista ha sido recibida en el aeropuerto de Melbourne por Penny Wong, ministra de Exteriores. La noticia era desvelada por Albanese en rueda de prensa: "El Gobierno ha estado buscando este momento durante mucho tiempo y su regreso es recibido con alegría no solo por su familia y amigos sino por todos los australianos (…) Es una mujer muy fuerte y resistente".

Cheng, de 48 años, fue detenida en el verano de 2020 cuando se dirigía al trabajo. No empujaba su perfil, trovadora de la excelencia gubernamental, a la sospecha. Nació en China, a los 10 años se trasladó a Australia con sus padres, se licenció en la Universidad de Queensland y regresó dos décadas atrás a Pekín para emprender su carrera periodística en el canal en inglés de la televisión pública. Era el rostro del programa de finanzas de referencia. Entrevistaba a ministros y presidentes de las más rutilantes compañías, enfatizaba la exitosa lucha contra la pobreza y se presentaba en Twitter como una "apasionada oradora de la historia china". No se la conocían disensiones con el mensaje oficial ni más declaraciones sensibles que los lejanos lamentos en una televisión australiana por la censura en China.

Su cadena la borró de la web, amigos y familiares perdieron el contacto con ella y la embajada australiana desveló que había sido sometida a "vigilancia" en un lugar indeterminado. Empezaba el via crucis judicial que ha concluido este miércoles. Las autoridades chinas la acusaron de "desvelar secretos de Estado a países extranjeros" y la enviaron a la cárcel. El juicio no llegaría hasta dos años después, a puerta cerrada y sin asistencia diplomática. Aún hoy no se sabe si se llegó a dictar sentencia. En su primeras declaraciones, a través de una carta, Cheng desveló meses atrás que echaba de menos a sus dos hijos y que sólo podía disfrutar de 10 horas de luz solar al año. "No he visto un árbol en tres años. Evoco cada camino por el bosque, río, lago, chapuzón en la playa, picnic y atardecer psicodélico. Musito secretamente los nombres de los lugares que he visitado", decía en su "declaración de amor a 25 millones de personas y siete millones de kilómetros cuadrados de tierra, abundante naturaleza y belleza".

Relaciones bilaterales agriadas

Su detención agravó los roces bilaterales. Canberra había sacado al gigante electrónico Huawei de sus redes 5G, aprobado leyes contra lo que percibía como intrusiones chinas y exigido explicaciones sobre el origen de la pandemia. Pekín castigó las exportaciones australianas de vino y carne de vacuno. El clima explica que Australia no cuente por primera vez en más de medio siglo con periodistas en China tras la apresurada salida de los últimos por recomendación consular.

La llegada al poder el pasado año del laborista Albanese tras el fragoroso mandato conservador permitió el optimismo sobre la recuperación de la sintonía bilateral. El proceso es más lento de lo esperado pero el diálogo ha vuelto y se había anunciado la visita de Albanese a Pekín este año. Desde la oposición y amplios sectores sociales se le presionó para conseguir la liberación de Cheng antes de aterrizar en el principal socio comercial de Australia. Albanese desveló recientemente que había hablado del asunto con el primer ministro, Li Qiang, durante una cena en el G20 celebrado en Bali en septiembre. "El diálogo es siempre una buena idea, incluso con gente con la que tienes desacuerdos", aclaró.

Continúa preso desde 2019 otra víctima de aquellas tiranteces, el periodista y escritor australiano Yang Hengjun, también por vagas acusaciones de espionaje y sin que haya trascendido la sentencia de su juicio. Albanese ha repetido este miércoles que siguen luchando por su liberación.