El presidente fundador del PP, Manuel Fraga, ha fallecido este domingo en su domicilio de Madrid a los 89 años de un fallo cardíaco, según han confirmado a Efe fuentes de su entorno familiar. Fraga padecía una infección respiratoria importante desde primeros de año a causa de un fuerte catarro y en el momento de su fallecimiento se encontraba rodeado de sus más familiares más cercanos, entre ellos su hija Isabel, que era además su médico de cabecera. El presidente fundador del PP había recibido este sábado un mensaje de afecto dirigido por el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, en el que le deseaba su pronta recuperación. Rajoy, que aprovechó su primera intervención en un acto del PP como presidente del Gobierno para desear a Fraga que se recuperase lo antes posible, ha recordado a todos los asistentes que participaban en un multitudinario mitin en Málaga que sin el presidente fundador el partido no hubiera existido como tal. De ministro de Franco a padre de la Constitución Nacido en Vilalba (Lugo) el 23 de noviembre de 1922, Fraga ha sido el decano de los políticos españoles, uno de los más ancianos en activo y el único que ha ejercido cargos públicos durante toda la etapa democrática tras haberlos desempeñado en el franquismo. Anciano, achacoso, renqueante, pero incombustible, y con la cintura en forma para adaptarse a los cambios políticos. De ministro de Franco a padre de la Constitución. De firmar sentencias de muerte a pilotar la transición de la derecha franquista hacia la democracia. Este brillante opositor en su juventud ¿ganó a los 23 años la plaza de oficial letrado de las Cortes¿ aprobó todas las asignaturas políticas que se propuso en la madurez, pero suspendió en la que puso más empeño: llegar a la Moncloa. Y eso que consideraba al centroderecha como “la mayoría natural”. Afiliado de muy joven a la Falange Española de las JONS, con 27 años, mientras España salía de la posguerra, inició su trayectoria política al servicio de Franco en 1949, al ser nombrado secretario general del Instituto de Cultura Hispánica. El niño llorón que fue de bebé, que emigró con sus padres a Cuba, donde vivió de los 2 a los 4 años, hizo pronto carrera en la dictadura. Consejero nacional del Movimiento, se le conoció como el niño prodigio del régimen. El caudillo le nombró en 1962 ministro de Información y Turismo, cargo que ocupó hasta 1969. Bajo su mandato, impulsó la ley de prensa e imprenta (1966) que suprimía la censura previa. Son los años del desarrollismo, del Spain is different, en que el turismo se convirtió en la primera industria del país. Fraga construyó una red de hoteles públicos: los paradores nacionales. El baño en Palomares De esta época, en 1966, fue el célebre baño en la playa de Palomares (Almería), donde un B-52 norteamericano perdió cuatro bombas de hidrógeno. Siendo ministro, se refirió como “caballerete” al comunista Julián Grimau, sentenciado a muerte, y organizó la campaña 25 años de paz para celebrar las bodas de plata de la dictadura. Nunca reconoció obligación alguna de retractarse por su participación en la etapa franquista, escudándose en que no participó en la guerra civil, no ayudó a alumbrar el régimen y, cuando se incorporó a él, defendió el aperturismo. Estrenó la década de los años 70 como embajador de España en el Reino Unido. En el último Gobierno de la dictadura y el primero de la Monarquía, presidido por Arias Navarro, ocupó los cargos de vicepresidente para asuntos de Interior y de ministro de la Gobernación, desde donde impulsó la legalización de asociaciones y partidos políticos. Una huelga en Vitoria en 1976 se saldó con cinco muertos. Cuando fue increpado por los manifestantes, replicó con una de sus frases lapidarias, tan célebre como desafortunada: “La calle es mía”. Presidente de la Xunta de Galicia Mientras participaba en la ponencia que redactó la Constitución, comenzó a mover los hilos para fundar y refundar Alianza Popular. Tras varios fracasos, dejó el timón del partido en manos de Antonio Hernández Mancha, asegurando que el futuro de la derecha democrática lo marcarían “Dios y el pueblo español”. En enero de 1989, volvió a ser elegido presidente del rebautizado Partido Popular, cargo que meses después ocuparía José María Aznar. Entonces, se refugió en su Galicia natal, hollando en 1990 la presidencia de la Xunta de Galicia, cargo que revalidó hasta cuatro veces, y siempre con mayoría absoluta. Para sus detractores, la clave fue el fortalecimiento de las redes de poder provincial en las que descansa el tradicional caciquismo gallego. Sus partidarios, en cambio, subrayaron el acento galleguista que imprimió a su política. Y es que aquel joven militante de Falange se mostró, en democracia, más autonomista que Aznar y Rajoy juntos, llegando a definirse como “de centro reformista, como Barack Obama”, y dejando patente su admiración por Alberto Ruiz-Gallardón frente al ala dura del PP. Una operación de hernia discal a principios del 2001 hizo correr los primeros rumores sobre su estado de salud. Pero se sobrepuso con su cuarta mayoría absoluta, en octubre. Justo después de hundirse el Prestige, aseguró: “Ya ha pasado el peligro más grave” (15-11-2002). Lo cierto es que lo peor estaba por llegar, en todos los sentidos para Fraga. La gestión de la marea negra hizo perder la mayoría absoluta a Fraga, que se presentó por quinta vez en el 2005, facilitando el regreso a la Xunta del bipartito PSOE-BNG. Su retiro espiritual, como el de tantos otros políticos en retirada, fue el Senado. Frases de un personaje con genio y figura De fuertes convicciones religiosas, inculcadas por su madre (que le obligaba al rezo diario del rosario), dejó siempre en manos de Dios su salud, que se demostró de hierro. Superó una hernia discal y otra inguinal, vivía con marcapasos y sufrió más de un desfallecimiento en público. Su vehemencia casi autoritaria, o quizá su subconsciente, le hizo acumular un nutrido elenco de frases y teorías controvertidas. En pleno fragor del GAL, Don Manuel exclamó: “No es terrorismo de Estado combatir el terrorismo, incluso si se hace ilegalmente”. También de esta época es su declaración contra las críticas de la diputada socialista Clementina Díez: “Lo único que exhibió esa señora fue su escote”. Ya en sus últimos coletazos, se deslizó por terrenos más pantanosos: “Los sondeos son tan poco fiables como cuando a una mujer se le pregunta con cuántos hombres se acuesta”; “la homosexualidad es una anomalía y las personas que nacen así porque los cromosomas se equivocan tienen derecho a un cierto reconocimiento” y “yo digo verdades sin condón y pienso morirme sin ponerme uno”. Genio y figura.