Visto lo visto, la pregunta ahora es la siguiente: ¿Está el Córdoba CF Córdoba CFen condiciones de recuperar el terreno perdido? Su carrera de "finales" se ha convertido en un rosario de frustraciones. A día de hoy, los blanquiverdes están fuera del trío cabecero, lo que les supondría -duele recordarlo, pero así es- despedirse definitivamente de su objetivo de retornar a Segunda División y poner en juego en una cruel ruleta rusa una plaza en la futura liga intermedia que se creará por encima de la Segunda B. Toca recalcular, centrarse y buscar el modo de salvar la temporada. Será a su estilo, el de siempre, con esa estética peleona y racial que suele sacar a relucir cuando los argumentos sobre el césped resultan insuficientes.

Ante el filial del Sevilla tampoco pudo hacerlo. Se partió la cara -literalmente, vean a Piovaccari-, se fue arriba con todo lo que tenía jugando en inferioridad numérica y tuvo ocasiones claras, con rechaces del poste y pie salvador del rival en la misma línea, en un angustioso tiempo añadido. Pero no ganó. Ni empató. Su adversario también le sobrepasó en una clasificación que ahora ofrece una pinta inquietante para el Córdoba CF.

Sobra decir que ya, con cuatro citas por delante, debe ganarlo todo para sostener su opción de estar entre los tres de arriba. Pero asusta su demostrada -e inesperada, por la reacción a la llegada de Alfaro- ineficacia a la hora de mostrar su rango en la categoría. Cualquiera se le sube a las barbas con dos cositas bien hechas. El Córdoba tiene nombre y nombres, pero se ha metido en una espiral horrorosa en el peor momento posible.

[Así hemos vivido el partido en directo]

Alfaro hizo cambios, pero en un ambiente de inseguridad hasta los mejores talentos pueden acabar engullidos. Casi nadie se atreve a hacer casi nada. Además, sin Javi Flores, el equipo pierde la brújula y se entrega a la casualidad. El Córdoba se ha hecho previsible tratando de dominar los partidos desde la posesión, pero en la Segunda B hace falta correr para recuperar y anticiparse. Cuando quiere darse cuenta, el panorama se le ha convertido en un galimatías. Los adversarios se estimulan por ganar ese partido que todos dan por perdido. Y los blanquiverdes no se terminan de creer que están donde están: chapoteando en medio de la tabla y forzados a un arreón total para no perder el curso... y quién sabe qué más.