El espectacular ambiente vivido anoche en Los Cármenes fue la guinda a dos días en los que Granada vivió por y para la selección española de fútbol, que fue agasajada, vitoreada y mimada por la afición local como si el Mundial de Sudáfrica hubiese terminado ayer mismo, hasta el punto de que la Federación ha prometido a los políticos locales que el combinado nacional volverá pronto a tierras andaluzas.

Los 16.500 afortunados -hubo aficionados que se quedaron sin entrada tras pasar diez horas en cola- tuvieron que aguantar largas esperas para acceder al estadio pero se dejaron sus gargantas, comandados por el infatigable Manolo el del Bombo, para llevar en volandas a los chicos de Del Bosque frente a la muralla checa y ayudarlos a estar un poco más cerca de la próxima Eurocopa. El centenario Xavi, Iniesta y Casillas fueron los más ovacionados por una grada que volvió a demostrar que el lolololololo es la mejor letra que puede tener el himno español y que gritó aún más fuerte cuando Plasil osó poner en duda la supremacía de los actuales campeones del mundo.

A los pies de la Alhambra y Sierra Nevada, Los Cármenes coronó a David Villa como máximo goleador de la selección, como nuevo rey de un territorio nazarí que se vistió de rojo y gualda y que vibró a lo grande con España. Sólo hubo en el estadio un pequeño reducto ocupado por los mil aficionados checos, que explotaron con el primer tanto encajado en la historia de los partidos disputados en Granada por la selección pese a que apenas se escucharon en todo el partido ante el bullicio local.