Al loro que no estamos tan mal. Así entró Jorge Lorenzo en su box. Yamaha no está para pelear, cara a cara, motor a motor, con la soberbia Honda. No de momento. Y el campeón, que, según reconoció él mismo, realizó anoche, bajo la luna llena y amarilla de Doha, miles de vatios de luz y una pista resbaladiza, tapizada de arena, "una de las mejores carreras de mi vida, sino la mejor", decidió comportarse como los grandes equipos. "El segundo puesto me sabe mucho mejor que muchas de las 35 victorias que llevo sumadas".

Y, ciertamente, la carrera de Lorenzo es para enmarcarla. Cierto, sí, fue arrollado, superado, pasado, derrotado por el australiano Casey Stoner, invencible siempre, siempre, en este desierto. Pero todo lo demás, todo, lo hizo Lorenzo. Y lo hizo con coraje. lo hizo con decisión. Porque los campeones, los auténticos campeones, no solo lo son cuando ganan, cuando alcanzan el escalón más alto del podio. Lo son cuando, como hizo Nico Terol, aprovechan el momento, la desaparición de sus ogros, de Marc Márquez y Pol Espargaró, para ganar con una mano y buscar el título que falta, que será suyo, ya verán. O lo son como Márquez, que, tras una salida fallida, se precipita y quiere hacer el trabajo de 20 vueltas en dos. Y se cae. O lo son cuando, en el caso de Dani Pedrosa, se conforman con el tercer puesto porque, de nuevo, ¡maldita sea!, en la pretemporada gloriosa o aquella en la que creía haber superado ya todos los síndromes invernales, va y aparece, otra vez, el dolor de la maldita clavícula izquierda ("de pronto, he perdido fuerza y sensibilidad en el hombro") y ha de renunciar a pelear por la victoria e, incluso, por la plata.

SUSTO ENORME "Era evidente", reconoció Lorenzo, "que Casey (Stoner) estaba un pasito por delante nuestro. Pero solo un pasito. Era cuestión de jugársela, como en los tiempos de 125cc. Ha habido un momento que casi vuelo. He cerrado los ojos y, de pronto, me he visto aún sobre la moto. ¡Milagro!".

Lorenzo arrancó bien, muy bien e, incluso, fue lider algunas vueltas. Se le enganchó Pedrosa. "¡Dios! como corre esa Honda, en la recta, cada vez que quería, me fulminaba", relata Lorenzo. Y, a partir de ahí, empezó un duelo con el tricampeón catalán al que, al final, acabaría derrotando. Por la lesión de Pedrosa, sí, pero, sobre todo, por la determinación del campeón mundial.

AUN HAN DE MEJORAR Era una noche para demostrar que uno solo se rinde al final, no al inicio de la batalla. "Esto es muy largo y estos puntos van a ser oro en adelante", dijo el mallorquín. Eso sí, Lorenzo se negó a lanzar las campanas al vuelo. "No hemos ganado", dijo. Ahí salió el campeón que lleva dentro. "No me puedo jugar la vida, bueno, una caída en cada curva, en cada carrera. Aún estamos lejos de las Hondas", recordó, mientras miraba de reojo la clasificación del GP, con él como único piloto Yamaha, siendo el jamón de un montón de Hondas: Stoner (1º), Pedrosa (3º), Dovizioso (4º) y Simoncelli (5º).

Hay quien piensa, y no yerra, que lo que vimos anoche va a ser el pan nuestro de cada día. Nadie ve a Dovizioso llegar ahí. Ni a Simoncelli. Ni siquiera a Valentino Rossi. El Doctor se rindió ayer a mitad de carrera. "Mi hombro derecho dijo basta, no podía más", contó el campeonísimo. Al que todos esperan. Veremos si llega a tiempo.