No hubo carrera de MotoGP. O sí. Hubo carrera a trozos. Las velas, el soplo, la gloria, la victoria, el cava y el himno fueron para el gran dominador de la pretemporada, el australiano Casey Stoner, el muchacho que ha ganado aquí, en Doha, cuatro veces en los últimos cinco años, el chico que sabía lo que hacía cuando cambió su Ducati roja, la misma que le crea tantos dolores de espalda a Valentino Rossi (séptimo anoche), por la Honda que creía, que intuía, poderosísima en el último año de las 800cc, cuyo título le falta a la firma alada. Esa celebración, la de la victoria, fue para Stoner que, en cuanto dio alcance a Dani Pedrosa y Jorge Lorenzo, se esfumó, se escapó, voló hacia la cima del podio.

Y, a partir de ahí, el gran premio se convirtió en un duelo de parejas. Lorenzo humilló a Pedrosa, cuya Honda solo se defendió en la recta. El tricampeón catalán dijo, al final, que le había dolido, de nuevo, el brazo derecho y no había podido plantar cara al mallorquín.

MAS PAREJAS La actuación de Lorenzo fue prodigiosa, digna de un campeón. Los campeones no solo ganan cuando triunfan, también cuando se defienden frente a cuatro Honda y con su Yamaha aún no en forma, muy muy mejorable.

Hubo más parejas. Dovi acabó imponiéndose a Simoncelli y Spies, el nuevo vecino de box de Lorenzo, hizo doblar la rodilla al Doctor, cuyo inicio fue triste, desalentador.