CULTURA

Atardecer de música y emoción con el Festival Internacional de Piano Guadalquivir

El entorno de la torre de La Calahorra y el Puente Romano se convirtió en un escenario excepcional para cuatro propuestas musicales

Pepe Sánchez, compositor, baterista y pianista, acompañado por la bailaora Pilar Díaz.

Pepe Sánchez, compositor, baterista y pianista, acompañado por la bailaora Pilar Díaz. / ÁNGEL ROLDÁN SERRANO

Diario CÓRDOBA

Diario CÓRDOBA

El entorno de la torre de La Calahorra y el Puente Romano de Córdoba vivió el viernes de la mano del Festival Internacional de Piano (FIP) Guadalquivir un “Un largo atardecer, de Papaloapan al Guadalquivir” que transportó al numeroso público allí congregado a través de un viaje de descubrimiento y emoción con el piano como protagonista. Una vez más, el extraordinario patrimonio histórico de Córdoba se convirtió en un escenario excepcional para cuatro propuestas musicales en una international woman piano session que sorprendió y no dejó indiferente a nadie, según informa el FIP.

La velada comenzó con el descubrimiento de Pauline Viardot, una compositora prolífica y brillante del siglo XIX cuyas originales y rítmicas obras interpretó con enorme sentimiento y maestría Isabel Dobarro, que reivindicó la necesidad de poner en valor las composiciones y el talento de las mujeres olvidadas por la historia de la música. El atardecer continuó al compás flamenco de Pepe Sánchez, compositor, baterista y pianista referente de nuestra cultura musical acompañado por la bailaora Pilar Díaz y que levantaron al público de sus asientos con su particular paseo por Andalucía y, en especial, por la Judería cordobesa, que sirvió de fondo a este concierto único, con obras icono del disco “Aromas” creadas por el propio Pepe Sánchez. 

Música jazz y oriental con las niponas Morimoto Sisters.

Música jazz y oriental con las niponas Morimoto Sisters. / ÁNGEL ROLDÁN SERRANO

De la tierra andalusí nos trasladamos al río Kushiro donde sonó la música jazzera y oriental de las niponas Morimoto Sisters. Ataviadas con el kimono tradicional japonés, haciendo gala de un enorme virtuosismo, sorprendieron con sus voces, que alcanzaban agudos imposibles y graves increíbles, e hicieron disfrutar a partes iguales a los allí congregados con ritmos desde Ennio Morricone hasta melodías japonesas. El viaje llegó a su fin en el río Papaloapan, el puerto mexicano de los bellos atardeceres donde La Calandria, con el arpa, la jarana, el guitarrón y el piano de Alonso Blanco, nos sumergieron al más puro son jarocho. Como es habitual, el FIP Guadalquivir sigue empeñado en hacer aflorar el talento musical no solo de Córdoba, sino del mundo, y La Calandria es un claro ejemplo de esta apuesta por la música de alta calidad que, partiendo de la tradición, aporta nuevas visiones.