Los segundos finales de Moz-Art à la Haydn de Alfred Schnittke, con la luz del escenario atenuándose conforme la música se iba disolviendo en el silencio, dejaron una rara emoción flotando en sala. Estábamos asistiendo, no a una, sino a varias desapariciones de manera simultánea en un juego especular de referencias que solo una sensibilidad y una inteligencia extremas como la de Schnittke podía conjugar.

Desaparición de la música, como final de su mascarada, una obra pretendidamente humorística que gamberrea, entre el respeto y la irreverencia, las músicas de Mozart y Haydn; desaparición de los músicos, uno a uno abandonando el estrado, como ya hiciera precisamente el viejo Haydn al final de sus Adioses, la escenificación en música de una protesta laboral; desaparición, además, como metonimia de la muerte, teniendo en cuenta que todo el pasaje parodia los minutos finales de la Quince de Shostakovich, su música más negra, donde el músico soviético fabuló la experiencia de su propia desaparición; la cuarta desaparición, metamusical, tiene que ver con la condición luctuosa misma del concierto, dedicado a la memoria de la concejal Amparo Pernichi, consejera de la orquesta, fallecida desgraciada y prematuramente esta semana. La sesión se inició, precisamente, con un profundo minuto de silencio en su recuerdo.

Ha sido, sin duda, uno de los momentos más veraces de la trayectoria reciente de la Orquesta de Córdoba

Desconozco cuántas personas de la sala sintieron la intensidad artística del momento, pero para quien esto firma ha sido, sin duda uno de los momentos más veraces de la trayectoria reciente de la Orquesta de Córdoba como protagonista cultural de nuestra ciudad. A ello contribuyó sin duda el buen hacer de la excelente Virginia Martínez, que derrochó musicalidad y buen gusto a lo largo de todo el programa. Ya triunfó hace dos temporadas con la Orquesta, y el logro conseguido en este concierto nos lleva a desear un pronto retorno que no tenga que obedecer a cancelaciones de última hora. 

La seriedad del trabajo de Martínez se evidenció en aspectos logísticos como la distribución clásica de la cuerda, con violines dispuestos antifonalmente o el uso de baquetas duras y contenidas en timbales para las obras de Mozart y Haydn. Sorprendente rendimiento de las trompas en la Sinfonía 31 de Haydn, nunca escuchadas antes así de seguras y melódicas.

Solo la cuerda, tremendamente exigida durante toda la velada, dejó pasajes levemente emborronados donde se hubiera deseado una articulación más limpia. Con todo, las sinfonías de Mozart y Haydn recibieron lecturas ordenadas, animadas mas no precipitadas, con un fraseo muy intencionado basado en el arco de las cuerdas. La Suite en estilo antiguo de Schnittke, que abrió el programa, no dejó de ser un gozoso divertimento entre lo pastoral y lo académico. Pero el Moz-Art à la Haydn... Un señor lanzó una valiente ovación a la obra y a la interpretación a su finalización. Schnittke ovacionado en Córdoba. Hay público para el arte de verdad. La repera. Gran concierto.