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NOVELA

Una historia de bondad

Luisa Etxenike publica ‘Cruzar el agua’ en la editorial Nocturna

Una historia de bondadDiego Marín Galisteo

En la película En un muelle de Normandía, la escritora Marianne Winckler, interpretada por Juliette Binoche, necesita obtener un trabajo como limpiadora para vivir desde dentro la precariedad laboral que representa un empleo así. Lo hace para poder escribir sobre ello en su siguiente libro, ocultando su identidad entre el resto de trabajadoras y asumiendo la rutina diaria de esas vidas con las que crea unos lazos de amistad y de ayuda con los que se gana su confianza. Y todo ello lo consigue sin ninguna concesión en su jornada laboral. La autora necesita llevar a la excesiva blancura de la página en blanco las imágenes vividas en primera persona. En un contexto muy diferente aparece Cruzar el agua, la nueva novela de Luisa Etxenike, que sin embargo comparte con la citada película una emoción parecida y la necesidad de iluminar ciertos aspectos de las vidas de sus protagonistas. Porque en esta novela nos encontramos con tres historias personales unidas por un hilo tan casual como doloroso; tan circunstancial como bello y esperanzador. Todo eso ocurre mientras esas tres vidas, tan opuestas en origen, comparten su día a día y asistimos a la explicación de pasados que contienen las fracturas que lo originan todo.

La escritora empieza a tirar del hilo con Irene, pero también podría haberlo hecho con cualquiera de los otros dos protagonistas: Manuela y su hijo Juan Camilo. La primera es una mujer ciega (tras un accidente) que sale a nadar a diario al mar. En su casa trabaja Manuela, llegada con su hijo desde Colombia, que mientras va haciendo los trabajos del hogar responde a la necesidad de Irene de llenar de historias las páginas sin luz que ahora tiene por delante. Así, el «tráeme la calle, Manuela, cuéntamela» establece el primer contacto entre ellas. No es casualidad que esa petición la reciba esta mujer que salió de su país y que no desea el regreso, porque a ella contar le gusta, tanto como para formar parte de un grupo de relato en el que, junto a otras mujeres, el viaje es el tema que las une. «Contar es ponerse una asistenta por dentro que lo deja todo limpio y como es debido», piensa la madre de Juan Camilo, que es el otro personaje que conforma el triángulo narrativo. Curiosamente, el hecho que provoca el dolor en él se manifiesta con una decisión muy severa por su parte: esconder la voz. Un elemento que une a Irene con Manuela y que Juan Camilo no utiliza para poder refugiarse en un silencio donde se siente protegido, porque «no hablar es mejor, así la gente no le hace preguntas».

Etxenike ordena el presente de estos personajes para contarnos de este modo su pasado, un asunto importante en la novela para acabar de comprender todos los conflictos personales de sus protagonistas. Lo hace, además, con un estilo brillante al narrar los hechos con una sencillez tan armoniosa como la que ofrece la imagen de una nadadora sobre la superficie del agua que en cada brazada es capaz de recoger toda la profundidad del mar. En esta autora, que ha recibido del gobierno francés la distinción de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, ese talento viene precedido por otras novelas como Aves del paraíso, Efectos secundarios o El ángulo ciego (Premio Euskadi de Literatura), también por sus obras teatrales: La herencia (Premio Buero Vallejo), Gernika es ahora y La entrevista. Trayectoria a la que hay que unir un poemario y varias colecciones de relatos.

En Cruzar el agua no solo conocemos a estos tres protagonistas. Vinculados a ellos van apareciendo otros personajes que, sin alcanzar la relevancia de los primeros, tienen capítulos muy destacados. Uno de ellos lo vive la misma Manuela cuando Soumia, una de sus compañeras del grupo de literatura que parece que «vive permanentemente al borde de una mala noticia», le pide que salgan de la reunión para pasear: no juntas, sino detrás de ella; para sentirse sola, «pero sin estarlo del todo».

Una novela a la que Luisa Etxenike ha dado forma con pequeños momentos como el anterior y con mundos íntimos que se entrelazan con acierto. Tampoco es casualidad que esta observadora de aves dirija un taller de escritura creativa. Quien haya asistido con regularidad a un lugar como ese conocerá de sobra que, más allá del hecho propio de escribir, sobre la mesa confluyen muchas situaciones personales que a veces vuelan de una piel a otra creando vínculos expresivos y de apoyo sentimental. Momentos esenciales donde los sentidos se agudizan para ofrecer, a quien lo necesite, lo mejor de nosotros mismos. También de eso va este libro, de encontrar la bondad humana en un tiempo de excesiva oscuridad en las páginas que tenemos por delante.

‘Cruzar el agua’.

Autor: Luisa Etxenike.

Editorial: Nocturna Ediciones. Madrid, 2022. 

 

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