Miembro de la RAE desde el 2010, es ya toda una clásica como escritora. Tiene en su haber once novelas, y ha ganado diferentes premios, entre ellos el premio Planeta (Queda la noche ) y el Anagrama de narrativa (La vida oculta ). Aparte de las novelas ha escrito también cinco libros de cuentos, dos relatos para el público juvenil y dos volúmenes de textos autobiográficos. En definitiva, añadir que Puértolas es una mujer que rompió el círculo de la escritura hecha sólo por hombres con otras pioneras como Ana María Matute, Carmen Martín Gaite o Josefina Aldecoa.

--¿Cómo fue el proceso de creación de Mi amor en vano ?

--Había escrito un primer borrador hacía años, más de diez, pero, por alguna razón, lo guardé, sin leerlo. Supongo que sabía que le faltaba algo y que lo mejor era dejar pasar el tiempo. La trama estaba, pero algunos personajes estaban borrosos, no acababa de saber quiénes eran. No sé cómo, hace tres veranos, me acordé de la novela y me enfrenté a ella. Me interesó mucho. Había emoción. No podría dejarla allí, sin ese impulso final.

--El tema del dolor es uno de los temas más importantes de la novela.

--Es un asunto que está presente en la vida, en la de todos. En la de algunos, es una presencia invasora, que pesa, que lo condiciona todo. Me planteé examinar un caso extremo, porque en la metáfora resulta más cómodo moverse. Y también es más esclarecedor.

--Un joven con minusvalía, Esteban, y en proceso de rehabilitación, es el centro de la historia.

--La idea era partir de cero. En un joven, resulta más convincente. Hay más razones para no renunciar a la vida. Aún hay que descubrir muchas cosas. Con todas sus limitaciones y dentro de unos escenarios que, en principio, no son fascinantes, los descubrimientos pueden llegar.

--El protagonista-narrador es hombre y te metes en su piel con naturalidad. ¿Te has planteado que al ser tú mujer sería más normal que fuera una mujer?

--No hubo un planteamiento previo. La idea del joven que ha sobrevivido a un accidente de tráfico en el que su novia ha muerto vino a mí de forma natural. Me puse en su piel. Quizá es algo que hago sin esfuerzo porque mis dos hijos son varones... Pero creo que la literatura es eso: te pones en la piel de los demás. Te empuja una necesidad de entender, de aventurarte por nuevos territorios. Y crees que puedes hacerlo. Hay que tener fe, claro.

--¿Novela coral?

--No sé, las definiciones no me preocupan. Hay varios personajes y todos son importantes. Todos buscan e incluso descubren algo. Creo que evolucionan. Quizá haya dos personajes que se destacan más: Esteban y Dayana. Pero creo que todos los demás son esenciales. La idea de que Los Otros, Los Demás, son claves para el Uno está muy presente.

--Es cierto, apenas hay personajes tratados como secundarios, crecen y toman todos la voz principal.

--Sí, en eso consiste el proceso, el descubrimiento: la amplitud del mundo que cada persona guarda en su interior. Es una sucesión de voces. Cuando uno toma la palabra, es el protagonista.

--Novela psicológica, los afectos, las emociones, el amor, la duda, el desconocimiento del otro, están presentes.

--Se trata, me parece, de acceder al interior, de hacer que el interior encuentre un cauce de expresión, que no se quede dentro de forma estéril. Sobre todo, las emociones. No es fácil lidiar con ellas en todo momento. Primero, hay que saberlas reconocer dentro de ti y luego, expresarlas sin que hieran a los otros... Es un viaje iniciático: Esteban tiene que aprender (de nuevo) a vivir.

--Tus personajes están todos relacionados con un lugar. ¿Es importante para Soledad el sitio donde se realiza principalmente la historia?

--Es que los lugares, los escenarios, son donde el tiempo se cristaliza. El paso del tiempo queda grabado en ellos. La nueva casa a la que va a vivir Esteban y el centro de rehabilitación marcan su propio tiempo. Contienen historias. Mejor dicho: allí confluyen las historias. Todas las historias, como nos dice Cervantes, son historias de encrucijadas...

--Conversaciones sobre los hechos que les han sucedido a Violeta, Dayana, Teresa, Esteban...Son los que tratan de decirnos la vida de los personajes, lo que sucede en la historia. Sin embargo se sobreentiende que el significado de los hechos está oculto, detrás de los mismos.

--El significado depende de cada persona. Es el ser humano el que da el significado a las cosas. Por eso está siempre oculto, dispuesto a convertirse en otra cosa. Cada personaje tendrá su propia versión. En la novela, Esteban tiene la última palabra. Todos los personajes llegan a nosotros a través de su voz. Por eso no creo que sea una novela coral, creo que no se ajusta a esa definición.

--¿Te caen bien o mal algunos personajes? y si es así, ¿por qué?

--Como en la vida, eso es inevitable. No puedes querer a todo el mundo, no te puede gustar todo el mundo. Hay, además, manías inexplicables. En la novela, Teresa me resulta algo sorprendente. Es de un egoísmo feroz. Sin embargo, no me cae del todo mal. Hay algo admirable en ella. Es luchadora, no se resigna.

--Cierto, pero al principio es muy cruel ¿con alguna finalidad?

--Es que es muy egoísta. Pero su relación con Esteban "le sirve" a Esteban. Teresa es, siempre, un factor desencadenante, un elemento activo. Sin esta clase de personas, la vida resultaría, quizá, menos emocionante. Por supuesto, pueden ser muy injustas. No sabemos nada del marido de Teresa, ni de sus hijos... ¿sufren con la separación? Hay zonas de la vida de Teresa que quedan en la oscuridad.

--¿Es una novela de amor?

--Hay muchas pasiones. El amor, la atracción irracional entre las personas, está muy presente. Trata de eso, sí. De la rareza del amor. Que, además, es siempre en vano...

--Teresa y Dayana me parecen algo exhibicionistas.

--Lo son. Es algo en lo que he pensado últimamente, ya con la novela publicada. A Teresa le gusta exhibirse en ropa interior y Dayana es modelo (desnuda) de pintores. Les gusta su cuerpo, quieren disfrutar de él, y quieren gustar. Eso es importante para ellas. Suponen un contraste con respecto a Esteban. Para él, el cuerpo es un obstáculo, un límite.