reportaje

Energía inagotable para la comarca

La central fue un filón de empleo para Espiel y los pueblos limítrofes

Las renovables toman el relevo

Visita de las autoridades a la inauguración de la planta en 1966.

Visita de las autoridades a la inauguración de la planta en 1966. / CÓRDOBA

David Jurado

David Jurado

En las postrimerías de 1966 el Noticiario Cinematográfico Español, conocido popularmente como NO-DO, se hacía eco de la inauguración de una planta térmica. Era el mes de diciembre. El por entonces ministro de Industria, Gregorio López-Bravo, presidía el acto de inauguración. La central que aparecía en aquellas imágenes era la de Puente Nuevo. Desde entonces, las instalaciones fueron un faro del desarrollo en la comarca hasta su cierre en junio de 2020.

La central eléctrica cambió por completo la fisonomía de Espiel. Con su construcción se creó un nuevo barrio para acoger a los trabajadores de la central. Hasta 120 nuevos hogares ampliaron la huella urbana del pueblo espeleño. Con tantas almas empleadas en la producción de energía también hubo lugar para la construcción de una nueva iglesia. Se cultivaba así el espíritu tras el trabajo, y para hacer lo mismo, las autoridades de la época impulsaron el levantamiento de instalaciones deportivas junto a la central eléctrica para la práctica deportiva de sus trabajadores.

Espiel también ganó protagonismo y el municipio se conectó con otros puntos de España a través de la red principal de transporte. Quedó conectado con los principales puntos mineros del país, desde donde se traían el carbón para hacer funcionar la central eléctrica. De esa vía apenas quedan algunos tramos visibles, como los que pueden observarse en Cerro Muriano o en el propio puente de la Palomera, sobre el arroyo Pedroches. Era la línea férrea Córdoba-Almorchón.

Cerca de 70 personas tenían su puesto de trabajo en esta central térmica y otros 150 empleos estaban vinculados a las industrias auxiliares que daban soporte a esta actividad.

El declive de la minería y la contaminación del carbón como materia prima llevó al cierre de la planta en julio de 2020. Ese mismo año, su propietaria, Viesgo, vendió las instalaciones a la compañía EDP España que, desde un primer momento, planteó dos iniciativas vinculadas a las energías renovables y la economía circular. Ese compromiso quedó ratificado mediante un convenio con el Ministerio de Transición Ecológica y cristaliza ahora con los proyectos tramitados de una planta solar y otra de biomasa.

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