Obejo celebra este sábado su tradicional danza de las espadas

Obejo acoge este sábado una de sus celebraciones más arraigadas, la romería de San Benito, su patrón. Y lo hace a modo de danza. Una polvareda escondida entre los montes de la sierra de Córdoba avisa de bullicio. Proviene de Obejo, un municipio que agasaja a su patrón con una romería y «un sacrificio». El centro de los actos festivos es la danza de las espadas, declarada Bien de Interés Cultural, aunque Obejo celebra su feria desde el jueves y hasta este domingo. El viernes por la noche vecinos de Adamuz, Villanueva de Córdoba y Pozoblanco se acercaron a la localidad en la romería nocturna que tendrá este mediodía su punto álgido.

El alcalde de Objeo, Pedro López Molero (PP), explica que la danza de las espadas no deja de sumar visitantes desde su declaración por parte de la Junta de Andalucía como BIC y que «llama la atención un baile de origen bárbaro que termina simulando un ahorcamiento». Añade que «es solo teatro, pues el apresado logra zafarse de los cuarenta estoques que le apuntan y después, vecinos y visitantes de la comarca y toda España proceden a la celebración».

Mucho trabajo detrás

Tal es la atracción que la danza causa por su singularidad, que el Ayuntamiento de la localidad ha logrado que se considere Bien de Interés Cultural (BIC). El alcalde, Pedro López, añade que han «conseguido con mucho trabajo que esta fiesta sea reconocida». En una explanada de albero, en mitad del valle del Guadiato, salen de la ermita en dos filas unos cuarenta hombres vestidos con camisas blancas, pantalones color avellana y fajines rojos portando una espada de forja con empuñadura de asta de ciervo. A un paso rítmico, cruzan sus espadas, giran, cambian de posición y avanzan animados por una banda de laúdes, guitarras, acordeones y panderetas.

El centenar de congregados esperan expectantes el ahorcamiento. Un momento en que los «danzaores» cruzan sus espadas y apuntan al cuello del «maestro» que finge el «patatú» . Tras la banda, miembros de la hermandad portan a San Benito, que luce un manto de billetes en agradecimiento por las promesas cumplidas.

Hasta esta pequeña localidad se desplazan miles de devotos para participar en la romería, llegados de muchos puntos del país, pero sobre todo del entorno. Son cuantiosos los caballistas que llegan de pueblos cercanos, como de Adamuz, Villanueva de Córdoba y Pozoblanco, que viven con especial devoción este momento, lleno de magia, tradición, fe y, sobre todo, una buena convivencia entre los participantes.