Día y noche, los devotos aracelitanos visitan y acompañan a la patrona de Lucena, la Virgen de Araceli, en el fin de semana posterior al primer domingo de mayo.
La veneración, ritual de culto que sustituye obligatoriamente a unos besamanos aún incompatibles con la pandemia de covid, abarca dos jornadas, sábado y domingo. Multitud de fieles han expuesto, en el templo principal de San Mateo, sus promesas, confesiones y palabras íntimas de gratitud a la Madre de Lucena, situada delante del presbiterio, en su descenso al suelo, enfrente de los ojos del pueblo aracelitano.
Entre los dos días de afluencia permanente a la presencia de la Virgen de Araceli, una docena de grupos de personas compartió turnos de vela, en el transcurso de toda la noche y madrugada. Luz entre la oscuridad, y ante un refulgente rostro que protege y acoge a la comunidad universal.
Una semana después de su día grande, la Virgen luce el manto verde, el más antiguo de su patrimonio. De estilo romántico, sobresalen en su configuración dos llamativos jarrones de azucenas. La confección de este atuendo se data, aproximadamente, en 1890, en el taller valenciano de Mariano Garín. Hace unos 15 años, una restauración incluyó su traspaso a un nuevo terciopelo.
En el programa del acto reverencial se establecieron puntuales paréntesis para las eucaristías, Primeras Comuniones y el séptimo día de novena.
A las 10.00 horas de la jornada dominical, Canal Sur Televisión ha retransmitido una misa, presidida por el vicario episcopal de la Campiña y párroco de San Mateo Apóstol, David Aguilera. Durante la celebración litúrgica intervino el coro de cámara Eli Hoshaná, dirigido por Antonio Rodríguez Morales. Este grupo musical interpretó la Misa Criolla de Ariel Ramírez, compuesta y grabada en 1964. La eucaristía concluyó con el canto del himno a la Virgen de Araceli.
