El compás santero más solemne y majestuoso, entre una cohesión humana que solo la Patrona engendra, ha revivido este domingo para mecer a la Virgen de Araceli por las principales calles de su Lucena. Las campanadas de las ocho de la tarde, quebradas por los cohetes de júbilo, anunciaron, ante una multitud ávida de esperanza aracelitana, el cénit del día grande de la ciudad.
Desde el 5 de mayo de 2019, la demora descontó 1.092 días hasta recobrar el transitar festivo e imponente de la Madre de la Sierra de Aras. El primer domingo de mayo ha vestido, nuevamente, a 36 santeros, elegidos por Miguel Ángel Redondo Calvillo, de un blanco inmaculado, perfecto y único.
Justo en la medianoche, los campanilleros de la Aurora, en la primera felicitación a la Virgen, compusieron, pese al desajuste de la megafonía de la Plaza Nueva, la partitura inicial de la melodía que engrandece y manifiesta al Día de Araceli.
La música embriagadora prosiguió en la eucaristía dominical solemne, en un templo de San Mateo Apóstol repleto de almas aracelitanas. La excelsa Misa del Campo de Andaluz, compuesta por el insigne maestro Antonio Villa Álvarez de Sotomayor e interpretada por la Coral Lucentina –dirigida por Víctor Nájera-, resurgió en una celebración litúrgica presidida por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández.
El prelado cordobés invocó, en su homilía, la “objeción de conciencia” por encima de “la ley” y la concepción maternal universal de la Virgen de Araceli. Invitó a la comunidad de creyentes a ejercer, en todo momento y cualquier circunstancia, la condición de seguidores de Jesucristo. Demetrio Fernández abogó por anteponer “la fe” sobre las “dificultades caseras, familiares y domésticas” y sentenció que la Virgen de María nos ayuda a “reconocer a su Hijo” en “las circunstancias prósperas y adversas”.
El himno a la Virgen de Araceli, compartido por la multitud de asistentes a la eucaristía, entre ellos, el alcalde de Lucena, Juan Pérez; el hermano mayor de la cofradía aracelitana, Rafael Ramírez; y la aracelitana mayor, María Araceli Zamorano y su corte de damas, supuso el final a la celebración religiosa matinal.
Los sones a la Madre Dulce y Buena, afinados por la Banda de Música de Lucena, volvieron a remover las emociones más hondas y sensibles pasadas las siete de la tarde en el interior de San Mateo, antes de la salida procesional de la Virgen de Araceli, con saya y manto blanco, a las ocho de la tarde. Manuel Cuevas, Antonio Nieto, Rafael Sabán y Bernardo Romero rompieron, con sus voces, los fandangos de Lucena durante el itinerario de la Patrona de Lucena, entre los hermanos y devotos anónimos que aportaban luz con sus velas.
A las once y media la noche, la Plaza Nueva se apagará para que los fuegos artificiales y el espectáculo pirotécnico y musical de melodías aracelitanas -alargado hasta los 28 minutos- envuelva a la Virgen de Araceli hasta su regreso a la iglesia de San Mateo.
Bendición de las tres portadas
Antes de la misa solemne del Día de la Virgen de Araceli, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, bendijo y reinauguró las tres portadas del templo parroquial de San Mateo Apóstol de Lucena.
A lo largo de 12 meses, hasta el tiempo litúrgico de Cuaresma, un equipo dirigido por Ana Infante de la Torre ha restaurado, conservado y afianzado los tres elementos arquitectónicos claves, datados en el siglo XVI, del exterior de la iglesia: las portadas de la Virgen con el Niño, San Mateo –la principal- y San Miguel Arcángel. El presupuesto ha ascendido a 59.000 euros y ha sido financiado exclusivamente con aportaciones de la feligresía, donaciones particulares e iniciativas benéficas.
