Reapertura

El Jardín Botánico de Córdoba y la Ciudad de los Niños vuelven a una normalidad con cicatrices tras el paso de Bernard

Los árboles tirados por Bernard, el «episodio más dramático» del jardín, conciencian sobre el cambio climático  

Especies con menos riego, la solución para que la arboleda siga en pie

Un visitante toma una foto de un árbol caído en el Jardín Botánico

Un visitante toma una foto de un árbol caído en el Jardín Botánico / Chencho Martínez

David Jurado

David Jurado

Las risas y gritos de los más pequeños llenan de alegría el Real Jardín Botánico y la Ciudad de los Niños en su reciente reapertura tras reparar los daños ocasionados por el paso de la borrasca Bernard. Las visitas concertadas de colegios, como la del CEIP Alcalde Pedro Barbudo, en el primero, o la celebración de cumpleaños, en el segundo, se producen entre las huellas de la destrucción. Porque todavía son visibles los daños en la arboleda y el mobiliario. El director científico-técnico del Instituto Municipal de Gestión Medio Ambiental (Imgema), José Luis Quero, explicó que se han subsanado los problemas de seguridad y se han retirado las ramas y casi todos los árboles caídos, «pero todavía queda mucho trabajo».

De los 17 árboles derribados por el viento en el Botánico son visibles algunos todavía en este espacio, donde su retirada es compleja debido a que no puede entrar maquinaria pesada o camiones por el carácter peatonal de este vergel. Los jubilados, turistas y escolares que transitan por sus calles lo hacen entre vallas, cintas de seguridad, montones de ramas, y árboles mostrando sus raíces a plena luz del día. 

La arboleda víctima de Bernard, aún tronchada o reducida a pedazos, sigue cumpliendo una importante función educativa. De ahí que tampoco haya mucha prisa por retirar los restos del desastre. Quero apuntó que los árboles dañados que siguen en este espacio son un ejemplo y a su vez una advertencia para los visitantes del daño que está haciendo el cambio climático, donde las especies más singulares y protegidas no escapan de los temporales pese a estar en un auténtico santuario como es el caso del Real Jardín Botánico. 

Juegos en la Ciudad de los Niños

Juegos en la Ciudad de los Niños / Chencho Martínez

Entre los árboles caídos y que siguen dando lecciones de vida está un alcornoque único, de corteza blanquecina, que nunca ha sido desbornizado (proceso de retirada de la corteza para la obtención del corcho) y de ahí que presente su «piel» natural. «Es una pena, porque llevaba más de 40 años en este jardín y era único», se lamentó Quero. 

Otras pérdidas, siempre irreparables por ser organismos vivos, son los almezos que el viento arrancó de cuajo. El director científico-técnico indicó que se ha visto dañada la esencia de este espacio natural con la destrucción de estos árboles porque «este jardín, en su diseño inicial, tiene reminiscencias andalusíes, y los almezos que estaban distribuidos por todo el espacio le daban ese encanto y enraizaban con nuestra historia». Se han perdido casi una decena.

Sin precedentes

El paso de Bernard, tal y como explica, Quero, ha sido «el episodio más dramático de la historia del Jardín Botánico», indicó el directivo del Imgema. «Es el episodio más duro que se recuerda», recalca. Apunta que «hubo otro parecido unos años atrás, hace unos 15 o 20 años, pero no azotó con tanta fuerza a la vegetación. Este ha sido realmente dramático».

Paradójicamente, las plantas con raíces más pequeñas han salido indemnes de la pasada borrasca, que solo ha afectado a arboleda y ha causado desperfectos materiales como las rotura de cristales en invernaderos por la caída de árboles y alguna farolas por el suelo.

Las bajas en la Ciudad de los Niños han sido más numerosas aunque menos hirientes. Quero indicó que el viento arrancó de cuajo 20 árboles, todos de la misma especie (pino carrasco), «ejemplares muy grandes, altos y que también da  mucha pena verlos por el suelo».

Aunque la sequía tiene gran parte de culpa de que muchos árboles no hayan resistido en pie, Quero apunta que no es el único motivo. «Cuando vienen rachas de viento tan catastróficas como estas, con vientos de 130 kilómetros por hora, se llevan por delante todo», indicó. 

El director científico-técnico apuntó que ya han fijados planes de prevención como por ejemplo reponer los árboles caídos «con especies que no necesiten tanto riego para que las raíces puedan pivotar mucho mejor y se agarren más al terreno», así como realizar podas preventivas, entre otras medidas.