Negocio centenario

Taberna la Fuenseca, el epicentro del flamenco en Córdoba

Cantera de jóvenes talentos, la Fuenseca mantiene viva la llama del arte jondo generación tras generación

Artistas de distintas disciplinas tienen aquí su punto de encuentro

Flamenco en la taberna La Fuenseca

A.J.González

David Jurado

David Jurado

El arte flamenco tiene este sábado una gran cita en Córdoba con su Noche Blanca. Miles de aficionados, en su gran mayoría foráneos o sin residencia en la capital, ocuparán las calles y plazas donde actuarán los artistas más destacados del panorama internacional y que año tras año están presentes en la programación de una cita de referencia.

En esa noche, apenas unas horas, Córdoba será el epicentro del flamenco. Pero durante todo el año hay una barra, una taberna que sufre a diario los seísmos de un arte tan profundo como su larga historia. «Hay muchas cosas importantes que ocurren para la ciudad y el mundo del flamenco y que han salido de aquí, de esta barra», señala el responsable de la Taberna Fuenseca, Jesús Alamillos, artista y heredero de una centenaria saga de hosteleros. 

Cientos de fotografías cuelgan de este recinto donde apenas queda un hueco para ver el blanco de su pared. Imágenes de las distintas generaciones de la famila y de artistas, desde pintores, escultores, toreros o cantaores, y siempre un mismo elemento en común: la barra. «Aquí se han reunido artistas, han compartido cante, charla, una copa de vino y han tomado cuerpo muchos proyectos», señala Alamillos.

El mostrador de la Fuenseca ha visto alumbrar «acuerdos importantísimos, uniones de artistas no sólo flamencos, sino de muchas disciplinas», y siempre gracias a las conversaciones, a las ideas, a la inspiración que surge entre los parroquianos que tienen en esta casa su centro de reunión.

Porque si hay que escoger un palabro moderno para definir lo que ocurre tras las paredes de esta bendita casa, fundada en 1850, y sin ningún otro oficio conocido que no sea el de antender al público, es la de ‘coworking’. No es la Fuenseca una fábrica de artistas. A su barra llega la gente con el arte en las venas, con la lección aprendida de su casa. En la Fuenseca tan sólo dan rienda suelta a su talento.

«En esta taberna, el que no conozca la casa, no llega a entenderla, aquí entra un turista y no sabe dónde está entrando. Todos los días recibo llamadas de grupos de extranjeros que quieren venir a verla y quieren hacer reserva. Educadamente les digo que se busquen otro sitio. Aquí ni hay tablao ni estamos orientados al público de fuera», matiza Alamillos. 

Para el responsable del principal termómetro sobre el estado de salud del flamenco en la ciudad, la Noche Blanca «es una de las grandes cosas que tiene esta ciudad, junto a su concurso nacional, pero es una actividad enfocada a artistas de afuera y a un público extranjero. Está pensada para llenar de turistas la ciudad», afirma. Algo que no le disgusta y que es un tema muy socorrido en su barra. «Siempre hay debate sobre quién tiene que venir, sobre la calidad del cartel, sobre los artistas que pondría cada uno...» 

A su juicio, y como uno más de sus parroquianos, este artista, cuyo conservatorio fue una sala de su taberna y sus maestros los guitarristas que tenían aquí su segunda casa, echa en falta que no se promocionen a los jóvenes talentos locales en este gran escaparate del flamenco universal.

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