ENTREVISTA | Enrique Garcés Presidente de Córdoba Acoge

«Córdoba no es racista ni xenófoba, salvo en la dificultad para poder alquilar»

"Córdoba Acoge fue la primera entidad que vio necesario atender a las personas migrantes", afirma

Enrique Garcés, presidente de Córdoba Acoge.

Enrique Garcés, presidente de Córdoba Acoge. / AJGONZALEZ

M.J. Raya

M.J. Raya

Durante los últimos días se viene debatiendo mucho sobre racismo en España, a raíz de los insultos recibidos por el jugador del Real Madrid Vinicius en el campo de fútbol del Valencia el domingo de la semana pasada, así como en otros partidos anteriores. El racismo y las consecuencias de las crisis migratorias son problemas que, a pesar de lo mucho que se ha avanzado en integración, afectan aún a muchas personas, la mayoría desconocidas y en situación de exclusión, y son motivos por los que un día empezaron a surgir asociaciones como Córdoba Acoge, la cual forma parte de la Red Acoge. 

Esta red nacional de asociaciones, con delegaciones y colectivos asociados en todo el país, trabaja por la promoción de los derechos de las personas migrantes y por su inclusión plena en la sociedad, resalta el presidente de Córdoba Acoge, Enrique Garcés.  

Córdoba acoge surgió hace 32 años. ¿Qué funciones realiza y cómo han ido adaptado sus objetivos de trabajo a las necesidades actuales?

En 1991 fuimos la primera entidad que realmente consideró que la atención a las personas migrantes era una necesidad. En los inicios, el cariz de la asociación era más asistencial, más voluntario que profesional, para dotar a estas personas de recursos básicos de subsistencia. Nuestra asistencia ha ido evolucionando a un modelo más profesionalizado, de forma que nuestra misión ahora es acompañar a las personas migrantes en su inclusión social. Para ello, les ofrecemos asesoramiento desde el aspecto social, laboral (con programas formativos y de itinerarios de empleo), jurídico o de vivienda. Perseguimos que exista una sociedad acogedora, para combatir los prejuicios sobre las personas que migran, y para que sean aceptadas estas personas por la sociedad. Además, desde hace unos años somos una de las entidades que en Córdoba cuenta con un programa de acogida de refugiados internacionales, una iniciativa que ha ido creciendo desde 2017. 

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¿Con qué recursos cuentan para lograr sus propósitos?

Disponemos de un centro en la calle Arroyo de San Lorenzo, de protección internacional, para la primera acogida de hombres adultos, con 36 plazas, y otro inmueble más en San Lorenzo para familias, con 24 plazas y tres cunas, que en casi todos los casos son mujeres con menores a su cargo. Estos dos centros están funcionando muy bien. El primero queremos abrirlo más al barrio y que ayude a revitalizarlo. En cuanto al segundo centro de San Lorenzo, está ocupado mayoritariamente por población ucraniana. Por su parte, disponemos a su vez de un pequeño alojamiento de seis plazas para personas vulnerables refugiadas. Al margen de ello, contamos con otros recursos de alojamiento y vivienda, dirigidos a otros perfiles vulnerables, que no son de protección internacional. Aunque sí lo hemos hecho anteriormente, ahora mismo no estamos trabajando con menores extranjeros no acompañados. Por otro lado, tenemos activos programas transversales, como el inmigracionalismo, que analiza el tratamiento mediático de las migraciones; programas de animación y de implicación de los barrios en el tema de la multiculturalidad o para abordar la cuestión de género o iniciativas para jóvenes. En definitiva, defendemos los derechos de las personas que migran para que puedan realizarse plenamente y avanzar hacia una sociedad intercultural.

¿Cómo ha repercutido la guerra de Ucrania en el trabajo de Córdoba Acoge y otros conflictos que siguen abiertos, como el de Siria u otros en América? 

Los acontecimientos internacionales motivan que el flujo de personas procedentes de determinadas zonas del mundo sea mayor. Cuando estalló la guerra de Ucrania, se produjo un boom de refugiados, a la vez que continúa recibiéndose a refugiados de otros países como Siria o Afganistán, así como de Colombia y Venezuela. Por su parte, existen otros flujos constantes en el tiempo, de refugiados que llegan de África, de países como Costa de Marfil, Marruecos o Mali. Además, también hemos apreciado un aumento del flujo de personas que huyen de Centroamérica, de países como El Salvador o Nicaragua, por motivos de violencia política. Incluso llegan desde Rusia, huyendo del régimen y buscando asilo. 

Córdoba ciudad es la quinta urbe de España con menos población extranjera, apenas un 2,6%. ¿Sería interesante elevar el porcentaje para crecer interculturalmente y también desde el punto de vista socioeconómico?

El bajo porcentaje de población extranjera está relacionado con que en Córdoba no existen tantas oportunidades laborales como en otras provincias con mayor cifra de ciudadanos de otros países. Lo que sí es una constante es que la población extranjera que vive en Córdoba es muy estable y decide quedarse, a pesar de las dificultades para encontrar empleo. En otras provincias hay más fluctuaciones de población. Seria interesante contar con más ciudadanos de otros países, no sólo por el tema demográfico u económico, pensando, por ejemplo, en el mantenimiento del sistema de las pensiones. Hay que tener en cuenta que la aportación de la población migrante en la crisis económica de 2008 fue mayor que el coste que pudo suponer que estas personas vivieran en España. Existen muchos bulos y fake news, impulsados sobre todo por determinadas fuerzas políticas y corrientes de opinión, acerca de que la población migrante consume muchos recursos, que no pagan impuestos, cuando la que está regularizada lo hace. La semana pasada, en el Congreso de los Diputados, se discutió la aprobación de una ley, con la participación de Red Acoge, para que las personas migrantes puedan acceder a una cuenta bancaria básica, un requisito fundamental para cualquier ciudadano.  

"Existen muchos bulos y ‘fake news’ sobre los recursos que consume la población migrante

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¿Existen determinados barrios o localidades en Córdoba en los que se concentre más la población migrante, que pueda requerir de la ayuda de Córdoba Acoge u otras entidades?

Debería poder existir una sociedad multicultural, pero aún está muy dividida incluso a la hora de habitar barrios. Un paso adelante sería acabar con esos guetos y que, independientemente de la nacionalidad, una persona pudiera vivir en cualquier punto de una ciudad y de un grupo social. Un barómetro del grado de interculturalidad de una ciudad y de una sociedad es la cantidad de guetos que puedan existir en las ciudades. Aquí en Córdoba no hay guetos, pero sí hay barrios que acogen a más población migrante.

¿Qué índice de paro sufre la población a la que atiende Córdoba Acoge? ¿Tiene problemas para alquilar una vivienda?

El problema de gran parte de la población migrante es que tiene que vivir en la clandestinidad del sistema, porque no tiene reconocido el derecho, incluso teniendo regularizada su situación, de poder acceder a una vivienda para alquiler. Existe una corriente por parte de los arrendatarios de rechazo a alquilar a personas amigrantes, sobre todo a refugiados. Estas personas son acogidas por Córdoba acoge y otras tres instituciones en Córdoba hasta que se certifica su situación de refugiada. Cuando ya pueden contar con algo de autonomía tienen muy complicado el acceso a la vivienda. El aval para poder vivir de alquiler es un problema. El acceso a las entidades financieras también es difícil porque no se pueden abrir una cuenta bancaria para pagar los suministros. De ahí, la importancia de que la población migrante pueda acceder a abrirse una cuenta bancaria. 

«Es importante que puedan abrirse una cuenta bancaria para acceder a una vivienda

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¿Se está viendo muy afectada vuestra labor por la subida de la inflación?

Las ayudas que recibe Córdoba Acoge se mantienen en niveles muy parecidos o inferiores a las recibidas años atrás, pero el coste de la vida es mucho más alto. Además, llevamos muchos años pidiendo apoyo ciudadano, necesitamos poder generar recursos propios, lo intentamos, pero lo consegiimos pocas veces. Tiene mucho que ver con todos esos bulos que aún existen sobre la población migrante. Cualquier persona o entidad puede colaborar de muchas formas con Córdoba Acoge, con una mínima cuota que se puede desgravar fiscalmente. Por fortuna, sí contamos con voluntariado, personas que, de forma constante, quieren hacer voluntariado con nuestra entidad. Aunque, desgraciadamente, para lograr nuestros fines, necesitamos contar con fondos además de con voluntarios. 

Enrique Garcés, presidente de Córdoba Acoge, en la sede de la asociación, en la calle Músico Ziryab.

Enrique Garcés, presidente de Córdoba Acoge, en la sede de la asociación, en la calle Músico Ziryab. / AJGONZALEZ

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¿Qué labor lleva a cabo Córdoba Acoge desde el punto de vista educativo para integrar a los niños y población migrante?

Al personal docente, desde educación Infantil hasta la Universidad, lo tratamos de sensibilizar a través de muchas actividades. Trasladamos a esos profesionales y al alumnado la necesidad de atreverse a romper un poco los prejucios y a enriquecerse con la convivencia intercultural, que debe ser un propósito, teniendo en cuenta que en los centros se cuenta con alumnado migrante. 

¿Cómo ha afectado la pandemia a la asociación?

Durante lo peor de la crisis sanitaria se vivieron momentos complicados, porque Córdoba Acoge trabaja con el eslabón más débil de la cadena social. Nuestros usuarios fueron personas que sufrieron restricciones dobles, las propias de las medidas que se establecieron de forma general, y luego el problema de no poder acceder a medios digitales o de no conocer el idioma. La gran parte de las personas migrantes sufre brecha digital y social.  

¿Estima que Córdoba es racista?

Vivimos en una sociedad, en la que determinadas situaciones que se producen, pueden distorsionar la realidad de la calle. A nivel general, Córdoba no es racista ni xenófoba, salvo excepciones que ocurren, como las dificultades para poder alquilar una vivienda o para acceder a un empleo. Se da un primer paso de aceptar a personas de otros países y culturas. Pero luego está el segundo paso de relacionarnos. En España y Córdoba queda por avanzar en ese terreno. Ya no es habitual que una persona vuelva la cabeza cuando se cruza con una persona de raza negra, como podía pasar hace décadas.

«El racismo y la mala educación en los campos de fútbol son episodios reducidos

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¿Qué le parecen los insultos a Vinicius?

No puede compartir ese tipo de insultos. A nivel personal, y como aficionado del Córdoba CF, aunque sigue existiendo racismo y mala educación en los partidos de fútbol u otros deportes, son episodios reducidos, ha cambiado mucho la situación y lo normal es que, cuando se escuchan insultos, un estadio calle a las personas que los están vertiendo. No es bien aceptado. Esos sucesos no representan a la sociedad, son hechos censurables y minoritarios. La mayoría de aficionados que va a un estadio de fútbol lo ve como algo inapropiado y contra lo que hay que manifestarse. No neguemos el avance que hemos tenido como sociedad. Antes se coreaba el insulto y hoy eso se condena. El fútbol genera pasiones. Hay que combatir el insulto, pero es cada vez más residual. La mayoría de la población ha evolucionado contra esos hechos y lo traslada a la calle. Sólo una minoría no.  

¿El lenguaje inclusivo se olvida bastante de la población migrante cuando se mantiene el uso de expresiones peyorativas?

En Córdoba Acoge, a través de programas como Inmigracionalismo, queremos contar con los profesionales de los medios de comunicación para lograr el uso de un lenguaje más inclusivo con la población migrante, para que no se continúen usando expresiones peyorativas, por ejemplo, como «ilegales», que criminalizan y deshumanizan a las personas que huyen de otros países. Se han analizado unas 3.000 noticias en toda España y hay que reprochar a los medios de que existe una redundancia a la hora de usar la palabra migrantes o sin papeles, que viene a decir como que el migrante o el sin papeles no soy yo, no es una persona. Por eso, es importante que cuando se hable de esta población se diga «persona migrante, no migrante solo», al igual que también es despectivo llamar a los menores no acompañados «menas», con carácter negativo, olvidando de que nos estamos refiriendo a niños y adolescentes menores de edad. Nadie sabe si algún día podrá convertirse en una persona migrante.

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