ENTREVISTA | Sara Pinzi Vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Compromiso Social de la Universidad de Córdoba

«Vivimos en un mundo diseñado por hombres y para los hombres»

«Las mujeres en Ingeniería son solo el 25%, en Informática no se supera el 12%», asegura

La vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Compromiso Social, Sara Pinzi, en el Rectorado de la UCO.

La vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Compromiso Social, Sara Pinzi, en el Rectorado de la UCO. / MANUEL MURILLO

Noelia Santos

Noelia Santos

A las puertas del 8M, ¿cuáles son los principales retos de la UCO en materia de igualdad?

Uno de los retos más importantes es revisar la normativa referida a la igualdad. Tenemos que desarrollar, redactar y terminar el tercer Plan de Igualdad, ahora mismo está vigente el segundo porque cuando llegamos pedimos una prórroga que durará hasta finales de este año. Para el tercero ya se ha constituido la comisión negociadora, como exige la normativa de 2020 sobre planes de igualdad, y ya se ha realizado la evaluación del segundo. A partir del estudio para realizar el tercer plan se desarrollarán una serie de grupos de trabajo a través de un proceso participativo. Otro reto es la actualización del Plan Concilia, que se creó en 2017 para establecer las medidas de todo el personal de la UCO, incluido el estudiantado. Desde 2017 hasta 2023 han aparecido nuevas exigencias, por ejemplo, en temas de corresponsabilidad y tenemos que hacer tesoro de la experiencia vivida durante la pandemia. Por ejemplo, el teletrabajo es una realidad y hay que aplicarlo dentro de la Universidad como medida de corresponsabilidad. La conciliación no se trata solo de cuidar de los menores, sino también de mayores o dependientes. Otro reto importante es la transversalización de la igualdad en todos los mecanismos de la institución. En este sentido, este equipo de gobierno está haciendo un buen trabajo y hay buena disposición de todos los vicerrectorados y de todos los centros. El 8 de marzo se va a presentar la Red de Equidad, una forma transversal de trabajar desde todos los centros y facultades, que han elegido un estudiante, un PDI y un PAS que van a tener competencias tanto en igualdad como en inclusión y atención a la diversidad. Son pequeños equipos con los que podremos trabajar de forma más capilar en los centros. Por otro lado, estamos trabajando con todos los vicerrectorados en medidas específicas porque la igualdad no puede ser tarea de un pequeño vicerrectorado con un nombre muy largo, no puede ser el cajón de sastre. Por ejemplo, con el Vicerrectorado de Políticas Científicas hemos realizado una serie de ciclos que se llaman Ciencia comprometida sobre el impacto social que tiene la investigación en la UCO. Se han realizado tres eventos, en colaboración con el Vicerrectorado de Transferencia, uno sobre el impacto de la investigación en los ODS, otro sobre la importancia del enfoque de género en la investigación y el último, sobre la transferencia social de la investigación. Además, se ha realizado junto a la Unidad de Cultura Científica un encuentro sobre investigación con perspectiva de género, que ha sido un rotundo éxito, en el que han participado 45 investigadoras e investigadores y hemos descubierto que tenemos un tesoro y un capital humano en investigación con perspectiva de género. Por parte también del Vicerrectorado de Políticas Científicas se está ahora redactando el plan propio de investigación y dentro del mismo, será muy interesante la perspectiva de género, tanto en la financiación de grupos liderados por mujeres y la modalidad UCO Impulsa, proyectos de investigación que sirven para reducir la brecha y el techo de cristal de las investigadoras que, por alguna razón, han tenido que parar su carrera investigadora. Y todo ello porque en la evaluación del segundo Plan de Igualdad se ha visto que uno de los apartados en los que menos cumplimiento se ha registrado ha sido en investigación. También estamos trabajando con el Vicerrectorado de Empleabilidad y Formación Continua, sobre todo, con Fundecor, en el tema de empleabilidad femenina. En este sentido, colaboramos con unas becas del Instituto Andaluz de la Mujer que dan financiación para prácticas en empresa a mujeres de la UCO. Con Fundecor estamos trabajando para lanzar otro programa, UCOGen Lidera, para el desarrollo de la capacidad de liderazgo en mujeres que van a trabajar en empresas relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, que son áreas donde la representatividad femenina es baja. También se está trabajando con todos los vicerrectorados para potenciar el lenguaje inclusivo porque sabemos que lo que no se nombra no existe. Con el Vicerrectorado de PDI y Grado estamos revisando el reglamento de compatibilización de la carrera científica en personas que han tenido baja maternal, que tenía lagunas y estamos trabajando en mejorarlo. Por otro lado, con el Vicerrectorado de Estudiantes estamos trabajando para coordinar con el estudiantado acciones feministas y de divulgación de género y con el mismo vicerrectorado tenemos unas becas denominadas UCO Campus, de las que siete han sido para proyectos de igualdad e inclusión. Con el Vicerrectorado de Salud y Bienestar colaboramos a través del Observatorio de Riesgos Laborales para la Igualdad y en la puesta en marcha de salas de lactancia en Rabanales.

Se establecieron una serie de puntos violeta en todos los centros de la UCO, ¿han funcionado?

Estos puntos violeta tienen un código QR a través del cual se puede acceder a toda la información que hay en la web de la Unidad de Igualdad sobre el protocolo contra el acoso sexual y por razón de sexo. Primero, para darlo a conocer (que existe y que hay que actualizarlo, estamos en ello) y, por otro lado, para que cualquier persona que esté en una situación de acoso pueda, rápidamente, ponerse en contacto con la Unidad de Igualdad. El protocolo funciona muy bien, tenemos una Comisión de Acoso Sexual y por Razón de Sexo y este año ha trabajado bastante, hemos tenido tres casos desde que hemos entrado, es un mecanismo que está funcionando muy bien.

«Queremos que la UCO sea una Universidad accesible e inclusiva»

Hacía referencia a la evaluación del segundo Plan de Igualdad en la que se ha percibido un mayor incumplimiento de los objetivos en el personal investigador, ¿qué sacrificios tiene que hacer ahora una investigadora para mantenerse en la carrera?

El mensaje que queremos trasladar es que ese sacrificio no debería ser necesario. Me gustaría quitar la imagen sobre la investigadora o el investigador de efecto Marie Curie, en el que una persona genial puede llevar adelante un proceso de investigación. La investigación es un proceso colectivo que se hace en equipo. En cada equipo habrá personas que durante un tiempo tendrán que liderar o coordinar, pero no deja de ser un trabajo colectivo. Por eso es tan importante la presencia de las mujeres, porque las mujeres sabemos trabajar en red y podemos coordinar. Además, la carrera investigadora por muy grande que sea la vocación es un trabajo que hay que compatibilizar y dignificarlo como cualquier otro. Por mucho que te guste un trabajo tú necesitas comer y cobrar. ¿Qué pasa en la realidad? En el informe de 2021 sobre estudios de brecha salarial en las universidades se ve que hay una brecha en el personal docente e investigador de más de un 25% en lo que conlleva, sobre todo, los complementos salariales por investigación y transferencia. Es decir, los hombres ganan más en investigación y transferencia. Y la edad donde la diferencia es mayor es desde los 29 a los 40 años, una franja en la que cualquier persona decide tener un proyecto de vida, una familia. En esta franja de edad las mujeres cobran menos que los hombres, eso nos da información sobre por qué tenemos que trabajar en corresponsabilidad dentro de la universidad. Hay que seguir en esa senda. También hay carreras en la investigación donde la presencia de la mujer es abundante y superior, pero en otras es cada vez menor.

Se puede decir que existe una masculinización de ciertas carreras, ¿por qué ocurre y cómo se le da la vuelta a esto?

Así como hay carreras masculinizadas, hay carreras feminizadas. De hecho, en ciencias de la salud o educación, todo lo que está correlacionado con el tema del cuidado, vemos que hay una presencia de mujeres bastante elevada. Pero en los últimos años vemos una tendencia en la que los hombres también entran ahí, hay más maestros o más enfermeros. Sin embargo, en las carreras técnicas y científicas los datos no cambian, se estancan o van a peor y eso es grave. Las mujeres en Ingeniería son solo el 25%, y en carreras como Ingeniería Informática no se supera el 12%, a pesar de ser carreras con un alto empleo y una elevada remuneración y responsabilidad. Se dice que para 2030 necesitamos 300.000 puestos de trabajo en estas áreas, mucho más trabajo del que el sistema universitario puede dar. Son puestos de trabajo que diseñarán el futuro de mañana y si las mujeres vamos a ser solo el 25%, eso llevará a una ampliación de la brecha de género. Las mujeres vamos a ser consumidoras de tecnología hecha por hombres, no productoras. No vamos a diseñar el mundo de mañana. Yo decidí ser ingeniera porque mi madre, cuando yo era chica, siempre decía: «Mira, se ve que este objeto no lo ha diseñado una mujer». Vivimos y seguiremos viviendo, si no se invierte la tendencia, en un mundo diseñado por hombres y para hombres. La inteligencia artificial, por ejemplo, tan de moda ahora, es un sistema que se entrena con un sesgo y en ese sesgo no hay trabajando mujeres. Y a pesar de tantos esfuerzos y tantas iniciativas, no se consiguen resultados para que la mujer esté mucho más representada. Creo que, por una parte, la razón está en que hay muchas iniciativas aisladas, pero que, si no se coordinan, el resultado no es tan importante como queremos. Por otro lado, tenemos un problema que es limitarnos a la visibilización. Sabemos que la visibilización de la mujer es importante, pero tenemos que ir más allá. Cuando las mujeres entran en un entorno masculinizado deberían no solo hacerse ver, sino modificar la realidad como mujeres, estar orgullosas de ser mujeres en ese entorno. Desafiar, al fin y al cabo, esa devaluación que existe de ser mujer. Y, por supuesto, hay mucho por trabajar en la empresa tecnológica desde el punto de vista de la conciliación y la corresponsabilidad.

«La visibilización de la mujer es importante, pero tenemos que ir más allá»

¿Cree que es clave que desde pequeñas también se les demuestre a las niñas que pueden estudiar la carrera que quieran?

Desde la Universidad están trabajando en ello, tenemos un proyecto muy interesante de un grupo de investigación de Ciencias de la Educación, Infaciencia, liderado por la profesora Rosario Mérida y que se centra en ese tema. Se ha visto en muchos estudios que entre las niñas, hasta los 7 años, y los niños no hay diferencia y tienen ese empoderamiento y creen que pueden hacerlo todo. Por una serie de factores sociales, a partir de esa edad, las niñas empiezan a dudar de sí mismas y a decir que no se le dan bien las matemáticas, por ejemplo. Este proyecto quiere trabajar para reforzar los años anteriores y trabajan en colaboración con colegios de toda Andalucía. En estos colegios, las maestras se disfrazan y van a presentarse como mujeres en el ámbito de la ciencia o la tecnología y cada clase elabora un trabajo. Y hay más proyectos. Desde la Universidad se hace un trabajo importante y no solo con los últimos años de instituto, que vemos que ya es llegar demasiado tarde, y se está empezando a trabajar desde Infantil.

Usted que es profesora y de un ámbito, como hemos hablado, masculinizado, ¿se ha encontrado con situaciones de desigualdad en sus clases?

Nuestro colectivo de estudiantes está bastante concienciado en temas de igualdad. Pero me muevo en un estudiantado donde las mujeres no llegan al 10% y se notan diferentes tendencias. Las chicas que estudian Ingeniería suelen intervenir menos en clase, suelen ser más perfeccionistas, que es algo que nos limita mucho, y siguen siendo minoría cuando las mujeres somos la mitad de la población. Cuando tú te sientes en minoría se nota esa minoría en temas como ocupar espacios de conversación. Lo intentamos modificar, pero precisa de un cambio muy profundo.

«La brecha salarial entre el personal docente e investigador es de más de un 25%»

También es vicerrectora de Inclusión y Compromiso Social, ¿es la UCO una institución inclusiva?

Hay muchas cosas que hacer en el ámbito de inclusión. Ya se creó hace años la Unidad de Educación Inclusiva, dirigida al estudiantado con problemas de discapacidad que necesita adaptación curricular. Ahora esa parte se llama área de Inclusión y estamos trabajando para que tenga una plantilla más estable con dos grandes desafíos: el Plan de Inclusión y un diagnóstico de dicha inclusión y el Plan de Accesibilidad Universal. No solo hablamos de accesibilidad física, sino también cognitiva e informática. Queremos que la UCO sea una universidad accesible e inclusiva y no solo para el estudiantado, también para el personal, y que no esté limitada a la condición de discapacidad, sino que incluya a todos los colectivos desfavorecidos o infrarrepresentados por razones afectivo- sexuales, de recursos, de edad…

¿Cuál es la relación de la Universidad con la sociedad y cómo se transmite todo esto que relata?

Nosotros queremos hablar de compromiso social y queremos, en la medida de lo posible, establecer un diálogo con todos, con las asociaciones del tercer sector, movimientos, voluntariado, plataformas… Y siempre dejando nuestra puerta abierta para proyectos e iniciativas en común. Por otro lado, a través del voluntariado universitario colaboramos con muchas asociaciones y muchas organizaciones del tejido social. Y todo eso intentamos medirlo a través de la Agenda 2030, cómo la Universidad de Córdoba cumple con los ODS.

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