Instalaciones del Museo Arqueológico

El Silo, reserva de la historia de Córdoba

El edificio guarda unas 40.000 cajas con restos arqueológicos y más de 10.000 piezas en estanterías | Conserva, además, 1.000 placas de mosaico entre otros vestigios hallados en la provincia de Córdoba

El Silo de Córdoba, el gran almacén arqueológico de la provincia

A.J.González

Pilar Cobos

Pilar Cobos

Es una mañana fría de febrero y en una estantería de El Silo se puede observar un brasero islámico. Está restaurado y su belleza hace imaginar que podría ser nuevo, pero tiene siglos de historia. La directora del Museo Arqueológico de Córdoba, María Dolores Baena, abre estas instalaciones (Bien de Interés Cultural) de forma excepcional para atender la solicitud de Diario CÓRDOBA y de otro medio de comunicación. Desde el primer momento, pone de manifiesto la espectacularidad de esta reserva, que atesora más de 10.000 piezas en paletización; unas 40.000 cajas y 1.000 placas de mosaico. Al este del edificio, en una explanada, se pueden observar piezas de gran tamaño custodiadas al aire libre. El lugar abruma y uno de los presentes no duda en afirmar que estamos en el «Amazon de la arqueología».  

El Edificio | «Es tan museo como el área de exposición»

María Dolores Baena explica que las áreas de reserva son espacios estratégicos dentro de un museo y defiende que la de Córdoba «es tan museo como el área de exposición» por la importancia del trabajo que se realiza en ella. De hecho, avanza que «ahora se acometerá la rehabilitación del palacio (sede del museo) para área de exposición permanente, con lo cual, muchas piezas que veis aquí pasarán a exposición». 

Vista general del edificio de El Silo.

Vista general del edificio de El Silo. / A.J. González

El Museo Arqueológico de Córdoba se creó en 1867. En 2005 se comenzó a trabajar en la adecuación de El Silo, una construcción inaugurada a mediados del siglo pasado como almacén de grano, que, además, es una de las más altas de la ciudad. Ese mismo año fue abierto y se iniciaron los traslados de restos arqueológicos desde otro almacén ubicado en Rabanales. Este espacio nutre tanto las exposiciones temporales del museo como otras nacionales e internacionales para las que se realizan préstamos. 

Los ‘tesoros’ | «Hay muchas piezas que destacar»

Al ser consultada por los bienes más importantes que se guardan en el lugar, la responsable del Arqueológico admite que «hay muchos que destacar». En esta línea, cita «la gran colección de esculturas romanas que son los togados», explicando que «en Córdoba había un taller de togados donde no solo se esculpían, sino que también se arreglaban». Se trata de las esculturas de personajes importantes, hombres y mujeres, que se erigían en el foro o en los espacios principales de la ciudad romana para reconocer su contribución a la comunidad. «Los togados se van haciendo en serie y el retrato de la persona se hace aparte y se le coloca. Evidentemente, cuando la escultura se cae u ocurre algo, la parte más frágil, la cabeza, sale por otro lado y por eso muchas veces las esculturas no tienen cabeza», aclara de forma pedagógica. 

Fragmento de un mosaico romano.

Fragmento de un mosaico romano. / A.J. González

El Silo contiene, asimismo, una «gran colección» de capiteles romanos, tardo antiguos y visigodos. «Aquí hay una gran colección donde se estudia desde hace mucho tiempo ese periodo menos conocido de la historia de Córdoba. Por supuesto, también hay capiteles de época andalusí, califales. Tenemos de todo tipo», valora.

A estos elementos se añaden otros como los mosaicos, que fueron «muy importantes dentro de las casas y de las villas romanas», destaca. Baena recuerda que «el mosaico es una técnica que viene de oriente. Aquí está constatado ya cómo se hacen en el primer milenio antes de Cristo. Es un gusto de las viviendas mediterráneas».

Así, en cuanto a las piezas que son más abundantes en la reserva, apunta que «hay de todo. Las más numerosas, como pasa en la propia exposición del museo, son las procedentes de la cultura romana y andalusí, porque son las dos grandes etapas de Córdoba, pero tenemos gran cantidad de estatuaria ibérica y también muchas cerámicas de época romana, medieval, ibérica, cristiana, mudéjar e islámica. Hay muchísima cerámica», manifiesta. 

En este almacén se conservan materiales arquitectónicos de todo tipo y un recorrido por sus estanterías permite observar tinajas, tejas, relieves o la pila de una fuente con una leona, que posiblemente procede del siglo XVI o del XVII. «Parece islámico, pero no lo es. Recordad El Potro. El mármol rosa de Cabra se pone muy de moda en esa época», apunta sobre esta pieza José Escudero, asesor del Museo Arqueológico, que también participa en la visita. 

Vías de entrada | Las excavaciones, la principal fuente

María Dolores Baena detalla que el ingreso de los vestigios arqueológicos en el museo «es muy variado». Este centro alberga piezas de la colección fundacional, «que vienen de la Comisión de Monumentos y de las excavaciones que se hacen en Almedinilla en 1867», recuerda, y otras que han llegado, principalmente, a raíz de las excavaciones arqueológicas («es preceptivo que todas vengan al museo provincial», remarca); las entregas; los hallazgos casuales y las incautaciones realizadas por las fuerzas de seguridad. De forma esporádica, en alguna ocasión se compran, «pero esto va a exposición directamente, porque son piezas muy especiales», precisa. 

Sobre las incautaciones, la directora del Arqueológico recuerda, a modo de ejemplo, los dos efebos aparecidos en la localidad de Pedro Abad, un caso que ha finalizado con una condena por expolio, y el tesoro de la Amarguilla, que es el mejor tesoro de joyas del siglo X conocido en el mundo. A este respecto, José Escudero hace hincapié en que lo que se halla bajo la línea del suelo es público, «aunque esté en tu casa», subraya. 

Un trabajo arduo | A más construcción, más bienes

El número de restos arqueológicos que llegan al museo varía, fundamentalmente, en función del ritmo de la obra pública y otras actividades de construcción. «En estos años de pandemia y postpandemia ha habido menos ingresos, porque la actividad constructora ha bajado un poco. Pero entre 2002 y 2010, que fue una etapa de grandes construcciones, o cuando se construye la ronda oeste y el barrio de Poniente, entraban unas 5.500 cajas y unas 1.000 piezas sueltas al año. Este fue el pico máximo», detalla Baena. 

Última década | Del brocal de pozo a la inhumación infantil

El Museo Arqueológico de Córdoba ha contabilizado 314 ingresos de bienes entre los años 2012 y 2022. En estos se han depositado 5.023 cajas y 644 piezas. En concreto, el año pasado se contabilizaron 357 cajas y 57 obras sueltas. Entre estos bienes sobresalen, en Córdoba, un togado de mármol; brocales de pozo; la inscripción Tribuno Militum; la Leona de La Rambla; el Tesoro de la Amarguilla en Baena; la escultura de Carnero de Ategua; la inscripción visigoda de Hieronimus en La Losilla, en Añora; una inhumación infantil en Córdoba y un reloj de sol romano en Espejo.

José Escudero observa tres capiteles romanos.

José Escudero observa tres capiteles romanos. / A.J. González

Conservación | «La seguridad es muy alta»

El valor de los bienes que se guardan en El Silo ha llevado a implantar una «seguridad muy alta», en palabras de María Dolores Baena, quien destaca que «no es visitable» y que «solo entran investigadores autorizados y nosotros le llevamos las piezas al área de investigación». La directora abunda en que «la primera norma de seguridad es que esté todo inventariado». Cuando tienen un ingreso, verifican que la información de los arqueólogos es correcta (por ejemplo, cuando procede de una excavación), después se limpia la pieza, se realiza un siglado y se incluye en el inventario. «Si son susceptibles de ser restauradas, pasan al taller en el museo, si son para exponer, y si no, aquí también se le hace una pequeña limpieza e intervención», precisa.  

El futuro | Ampliar el espacio y hacerlo visitable

Los presupuestos de Andalucía para este año incluyen 50.000 euros para redactar el proyecto del nuevo edificio con el que se ampliará la reserva en un terreno contiguo. María Dolores Baena indica que, entre otras finalidades, se persigue que sean visitables tanto este edificio como el nuevo, que incluirá, entre otros espacios, una zona de investigación. El objetivo es «que el público pueda ver la riqueza que tenemos», afirma. 

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