Diario Córdoba

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CAMBIO CULTURAL | EL NÚMERO DE MASCOTAS SE DISPARA MIENTRAS CAE LA NATALIDAD

Córdoba tiene censados el doble de perros y gatos que de niños

En la provincia hay unos 110.000 menores de 15 años frente a casi 236.000 animales domésticos | La inestabilidad económica y laboral lleva a retrasar la maternidad y en muchos casos se descarta

Unas personas pasean dos perros por las calles de Córdoba. Óscar Barrionuevo

Tener hijos parece que ha dejado de ser una prioridad en la sociedad actual. Hace algunas décadas, la idea de encontrar pareja y en el menor tiempo posible conseguir descendencia era el objetivo número uno de los jóvenes, que se lanzaban a la aventura de la parentalidad al conseguir el primer trabajo y la primera letra de la hipoteca. La presión social de entonces, encauzada a través de la religión o las convenciones culturales del momento, dejaban claro cuál era el camino a seguir. De un tiempo a esta parte, las opciones se han multiplicado y la presión social exige al individuo disfrutar del momento y asumir el menor número de ataduras y cuanto más tarde mejor. Si antes las parejas afrontaban el reto de la crianza sin dar demasiadas vueltas a la cuestión, hoy en día, tener hijos obliga a encontrar el momento ideal, que a veces nunca llega, por más que la perpetuación de la especie dependa de ello.

Por otro lado, existe una tendencia creciente a la incorporación de mascotas a la familia, sobre todo perros, que según las estadísticas ya duplican el número de niños censados, un fenómeno que trasciende a España y que ya preocupa hasta en el Vaticano, donde el Papa Francisco ha cuestionado a las parejas que no quieren tener hijos, pero sí perros y gatos.

Según los datos del registro andaluz de animales de compañía, los cordobeses tienen en sus casas 235.648 perros y gatos (a los que habría que sumar hurones, conejos, cobayas y otras especies), de los cuales los canes ganan por goleada (222.976). El número de niños es mucho más modesto. Según la última estadística del INE, en Córdoba hay 30.901 niños de 0 a 4 años, 36.749 de 5 a 9 y 41.857 de 10 a 14, lo que hace un total de 109.505. Aunque se le sumaran los mayores, de 15 a 19 años, 41.583 más, seguiría habiendo una población muy superior de animales domésticos que de menores. En el año 2020, nacieron en Córdoba 5.632 bebés, mientras que el número de mascotas censadas creció en 37.000, algo en lo que la pandemia también ha tenido mucho que ver.

Los mensajes que llegan a los jóvenes ponen el acento en los sacrificios y no en lo positivo de los hijos

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Olga Gómez Ortiz es profesora del departamento de Psicología de la Universidad de Córdoba e investigadora del grupo Laecovi (Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia) y en este momento está centrada en los factores que afectan a la predisposición de las familias a tener más hijos. Para Gómez Ortiz, el fenómeno simultáneo de caída de natalidad y subida del número de animales no refleja un deseo de sustituir hijos por mascotas, salvo en casos puntuales en los que la infertilidad u otros motivos impidan conseguir la experiencia de la parentalidad. En su opinión, solo en esos casos, es posible que el animal se adquiera como un elemento afectivo con el que intentar cubrir una carencia. Para ella, lo que sí es probable es la vinculación entre el retraso de la paternidad o maternidad (una decisión habitualmente relacionada con las limitaciones económicas y laborales de los jóvenes) y la incorporación de un animal de compañía en casa. Considera que la mascota proporciona una relación afectiva «que puede servir como experiencia piloto, como forma de iniciación hacia esa relación de parentalidad». No existen estudios al respecto, «pero es cierto que hay parejas o mujeres solas a las que no les apetece asumir la responsabilidad de criar un hijo, ya que les exige una serie de sacrificios a los que no están dispuestos, pero sí aceptan el compromiso que requiere tener una mascota». No son hechos equivalentes, destaca, «pero tienen cosas en común y ambas experiencias pueden aportar elementos muy positivos». El problema de las bajas tasas de fecundidad en España (1,6 niños/persona), uno de los países más afectados por el llamado invierno demográfico, tiene que ver con que «se tiene un primer hijo, pero cada vez en menos casos se avanza hacia el segundo». En nuestro país, esas bajas tasas no se deben tanto a que las personas deciden no tener hijos, sino al aplazamiento de la maternidad, que al ser más tardía pone más difícil tener el primer hijo y, si se consigue, tener más. La cuestión de fondo es que «somos más libres a la hora de elegir y quienes no se sienten lo bastante seguros o comprometidos para dar el paso, lo retrasan o simplemente se abstienen». En el caso de las mascotas, la psicóloga estima que «el aumento se explica más como un cambio cultural de una sociedad en transformación».

«Antes venían al veterinario en caso de enfermedad, ahora aplicamos medicina preventiva»

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Tradicionalmente, los animales se tenían en las casas con un fin instrumental de ayuda o alimento, mientras que ahora se incorporan a la familia como un miembro más, que obliga a una serie de sacrificios a cambio de otros beneficios, ya que está demostrado, por ejemplo, que aumentan los niveles de oxitocina y los sentimientos de bienestar. En su opinión, las relaciones de hoy se establecen de un modo más afectivo, lo que influye tanto en el cuidado de los hijos, a los que organizamos la agenda con todo tipo de actividades para mejorar su rendimiento y sus expectativas de futuro, como al de las mascotas, a las que se cuida con mayor mimo y celo que antaño. La necesidad de encontrar el momento ideal de estabilidad para ser padres está vinculado al modelo de sociedad actual, «mucho más hedonista», lo que, según Olga Gómez, nos hace muy conscientes de los sacrificios y renuncias que implican tener descendencia. El miedo a asumir la responsabilidad que implica ser padre o madre, acrecentado por los mensajes que llegan a los jóvenes a través de distintos canales que ponen el acento en el sacrificio y no en la vivencia de las numerosas experiencias emocionales positivas que van ligadas a la crianza y educación de los hijos, como la satisfacción, crecimiento personal, orgullo, alegría..., también puede ser un freno en muchos casos. Ese temor a la responsabilidad es mucho menor en el caso de las mascotas, por lo que resulta más llevadero tener un animal «que aporta la compañía y el cariño con un nivel de exigencia más reducido».

Ángel Camino e Isabel Crespo, de la peluquería canina Kuki’s, en el Zoco, peinan a ‘Teo’, un bichón maltés. | ÓSCAR BARRIONUEVO ARACELI R. ARJONA

Uno más de la casa también para su nutrición y aseo

Tener un perro en casa lleva consigo hoy en día una serie de obligaciones que incluyen el cuidado del aseo y la nutrición del animal. Ángel Camino e Isabel Crespo dirigen la peluquería canina Kuki’s, que desde hace más de un año atiende a un número creciente de clientes de perfil variado, desde gente muy joven a familias o personas mayores. «Además de cortar el pelo o deslanarlos al inicio de la temporada, damos servicio de limpieza de oídos, para evitar infecciones, corte de uñas y control nutricional», explica Ángel, que destaca la importancia de una buen alimentación, ya sea a base de pienso o de comida cocinada. «Antes, a los perros se les echaban los restos de la comida, ahora nos preocupamos por lo que comen y que tengan una nutrición equilibrada». Ambos tienen perros y el eslogan de la tienda es ‘No es una mascota sino uno más de la familia’. Ese es el caso de Teo, un bichón maltés al que está peinando Isa, cuya propietaria explica que es su tercer perro, adoptado por deseo de sus hijos, ya que tras la muerte de los dos anteriores no pensaba repetir. Viven en una casa grande en el campo, pero su perro siempre está dentro. «Es pequeño y me da cosilla dejarlo fuera, nos da mucha compañía y es una buena influencia para los niños», asegura.

Más animales y más compromiso

Lola Martín es la directora de la clínica veterinaria Santa Rosa, en la que trabaja un equipo de ocho personas que ha ido creciendo desde que se abrió hace 30 años. «La tendencia desde que empezamos es a aumentar el número de mascotas en casa y también la calidad del servicio que se requiere», explica Lola. «Al principio, la gente traía a su perro o su gato en caso de enfermedad, cesárea o castración, pero actualmente se ha desarrollado mucho la medicina preventiva, el desparasitado, la castración se suele hacer en el primer año de vida del animal y hay una gran demanda de revisiones ante cualquier problema», precisa. Para las familias, supone un gasto fijo, lo que ha llevado a las clínicas a ofrecer servicios de fidelización con descuentos, fragmentación de pago y otras ventajas. Así, según Lola Martín, en su clínica ofrecen planes personalizados según las necesidades de cada animal, si bien un perro de 10 kilos puede tener el servicio de salud por unos 22 euros mensuales. «La mayoría de la gente opta por la prevención, aunque hay algunos que solo vienen en caso de urgencias, por problemas más complicados cuya factura suele ser más alta», comenta. «También hay quien tiene exceso de celo y ante la más mínima cosa pide pruebas que son muy costosas y no merecen la pena», dice. En la primera visita explican a los propietarios que un animal no es un juguete, que da respeto y quiere respeto y que eso implica que puedan cubrir sus necesidades, no solo de alimentación, sino de ejercicio y socialización. «La gran mayoría de la gente está muy comprometida con sus mascotas, cada vez más, los consideran uno más de la familia y son muy exigentes con nosotros, lo que te obliga a estar en continua formación», dice.

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