Simón Coucelo tiene 10 años y ha echado un rato de la mañana de domingo en la pista de hielo colocada este año en la plaza del Zoco. Asegura que no sabe patinar, pero cree que estará más rato en pie que en el suelo «porque me voy a pegar a la pared como un loco». Ánimo no le faltó y allá que se colocó sus patines y disfrutó de los 40 minutos que le correspondían con la entrada de 6 euros que adquirió. 

Este año no ha podido instalarse el recinto en su sitio habitual, el Vial Norte, porque ADIF no ha concedido el permiso, por eso, según explica el responsable de la pista, Manuel Cañadillas, hemos buscado un sitio alternativo, que «está funcionando bastante bien», hasta el punto de que pretenden repetir ubicación el año que viene.

Mientras Cañadillas cuenta esto, los monitores de la instalación se afanan en sujetar a unos, aconsejar a otros y en preguntar por el número de pie de cada usuario. «Aquí los asistentes no se fijan por la edad, sino por el número de calzado que usan». No los hay inferiores al 25 ni superiores al 47. Entre ambos, todo el que se anime puede pasar a combatir la ley de la gravedad en los 240 metros cuadrados de hielo que hoy brillaban con sol de domingo prenavideño.

Antonia Gómez, una vecina del barrio, acudió ilusionada a la pista con dos de sus nietas

Antonia Gómez, una vecina del barrio, se mostraba ilusionada porque aunque ha llegado con dos de sus nietas (Olivia y Azahara) espera tres más para los próximos días, con lo que está convencida que tendrá que estar en la pista a todas horas. «Es lo mejor que nos han podido poner en el barrio en estos días», comenta mientras ayuda a sus nietas a prepararse para el patinaje. Además de patinar, el momento de colocarse el calzado para ello (o sea, los patines) tiene también su intríngulis, motivo por el que no pocos padres o madres se ven en la necesidad de resolver el problema de sus vástagos, como es el caso de Sara, quien a sus 10 años se muestra segura de controlar la situación (del patinaje) «porque he venido otras veces». Aunque la madre asiente ante las palabras de la patinadora, no la pierde de vista con el rabillo del ojo.

En el centro de la pista los chavales evolucionan con mayor o menor destreza, mientras que en los alrededores los progenitores intentan registrar en sus móviles todos los movimientos de los chiquillos. Unos, para sentirse orgullosos de lo listo y lo bien que lo hace su hijo. Otros, seguro que esperando el momento del culetazo o el resbalón para compartirlo con la familia.

Los padres intentan registrar en sus móviles todos los movimientos de los chiquillos

Sea como sea, este año los vecinos de la zona del Zoco han visto cómo a las tradicionales atracciones infantiles se ha unido la diversión navideña por antonomasia, incluso en lugares donde nunca nieva, como Córdoba, que estará abierta hasta el próximo día 9 de enero, en horarios de mañana y tarde.

Cada día festivo como el de este domingo, según Cañadillas, pasan por la pista del Zoco alrededor de 500 usuarios de todas las edades, porque ya saben que para patinar sobre hielo solo hace falta tener disposición y entrar en los patines.