El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, habla en esta entrevista de los retos de la desescalada, de la gestión de la crisis por parte del Gobierno y, sobre todo, del papel sobresaliente en España, con y sin coronavirus, de los agricultores y ganaderos.

-El FMI prevé que la economía española se desplome un 8% y que el paro se dispare al 20,8% este año. ¿Cuál es el plan para después del confinamiento?

-La prioridad continúa siendo acabar con la pandemia y el virus. Ahí están enfocados todos nuestros esfuerzos. Hasta el día 26 estaremos en la segunda prórroga del estado de alarma. A partir de entonces llega un momento muy complicado de gestionar porque, manteniendo la prioridad de erradicar el virus, tendremos que, de forma progresiva, ir retomando las actividades para volver a la normalidad. Es evidente que muchas cosas van a quedar afectadas, pero esa vuelta a la actividad económica y social va a hacerse de forma prudente, escalonada y sin poner en riesgo los avances logrados. En el anuncio de la segunda prórroga, el presidente ya abrió la posibilidad de una nueva y es fundamental saber en qué condiciones se va a producir en España y en Europa. Esta semana, la Comisión Europea ha llamado la atención sobre la necesidad de coordinar las respuestas en la desescalada.

-¿Qué esperanza tiene de que fragüen los nuevos Pactos de la Moncloa?

-Los Pactos de la Moncloa significaron que, en un momento de una intensa crisis económica, teníamos que hacer el paso del franquismo a la democracia y todos tuvimos altura de miras. Fue un acuerdo de mínimos, pero lo recordamos porque fue un buen acuerdo. Cuando el presidente menciona este espíritu estamos queriendo decir un acuerdo nacional de unidad, suma y futuro, que permita la reconstrucción de este agujero del coronavirus. Ese mirar hacia el futuro incluye los presupuestos del 2021.

-¿Tiene esperanza de que salgan? ¿Cuál sería el plan B si no?

-Es absolutamente necesario. Este es un momento de sumar, de unir fuerzas para dar una respuesta y pienso que no hay plan B. Si todos estamos al servicio de los españoles, ese debería ser el camino. Pensando en la crisis del 2008 y en cómo salimos de ella, hay una voluntad muy acentuada en la sociedad de que nadie se quede atrás y que no se incrementen los niveles de desigualdad heredados del 2008. Eso es fundamental y en ello va el futuro de la sociedad española.

-¿Qué valoración hace de la gestión de la crisis por parte del Gobierno y cómo ve las críticas de la oposición que les acusa de improvisar e incluso de mentir con las cifras de contagiados?

-Esta es una crisis inédita. Estamos actuando y dando respuesta, al mismo tiempo que estamos investigando y tomando decisiones. No había un mapa de ruta, porque nadie había explorado este camino. Eso explica lo que supone de dificultad y responsabilidad en la toma de decisiones, pero también la necesidad de prudencia y esfuerzo. Lo estamos haciendo todo con el consejo científico-médico, aunque la responsabilidad política siempre es del Gobierno. Lo fundamental ahora es combatir el virus y se ve en el tono de las respuestas a las críticas. Tiempo habrá cuando pase esto para hacer una evaluación. Estamos aprendiendo lecciones de las prioridades desde un punto de vista estratégico y de aquello que no ha funcionado y hay que corregir. Respecto a las cifras de contagiados, lo que hace el Gobierno es compilar las cifras que le facilitan las comunidades. Existe el mismo tema a nivel español y europeo. Es un problema clásico de la estadística, la homogeneidad de las cifras, pero en este caso no hablamos de unidades sino de vidas humanas, y eso hace que sea especialmente dramático. No me gustan estas polémicas, hay que ser honestos, estamos aplicando toda la transparencia al igual que todas las comunidades que, sin reserva, están actuando de buena fe. Es una polémica inútil, cuando llegue el momento nos tendremos que poner de acuerdo sobre este tema estadístico.

-¿Ha llegado tarde España para atajar la pandemia?

-La decisión de situarnos en el estado de alarma se adoptó el 14 de marzo, la OMS había declarado el pase de epidemia a pandemia el día 11. El 12 se reunió el Consejo de Ministros para preparar la respuesta. Hemos ido dando pasos que se han cifrado entre 48 y 72 horas, por lo que el comportamiento ha sido exactamente el mismo. Cuando analicemos todo, el origen, cómo se ha transmitido, por qué ha tenido un comportamiento diferente según los colectivos y, cuando encontremos una vacuna, estaremos en condiciones de dar esa respuesta.

-Si, como dicen los expertos, pudiera haber un rebrote, ¿qué lecciones se han aprendido de la primera parte de la pandemia?

-Debemos intentar que no haya ningún rebrote. Es demasiado costoso, no sabemos en qué situación nos encontraremos dentro de un mes, por eso es tan difícil gestionar esta crisis. Estamos aprendiendo normas de comportamiento, el distanciamiento social que espero sea provisional, el tema de los mecanismos de higiene personal y medios de protección. En esta fase de desescalada tendremos que ir viendo todo, pero sobre todo evitando volver a los orígenes de la crisis.

-¿Estaba la sanidad pública al mismo nivel en todas las comunidades? ¿En qué ha apoyado el Gobierno a las más debilitadas?

-En 1986 aprobamos la ley de Sanidad, la base del sistema de sanidad pública del cual todos estamos muy orgullosos y ha funcionado muy bien. Cada comunidad ha tenido un comportamiento distinto, según su perfil y la inversión realizada, pero este no debe ser un motivo de polémica. Todo el mundo está remando en la misma dirección que es acabar con la pandemia. Ya habrá ocasión de examinar quién se ha comportado mejor. El Gobierno, desde el inicio de la crisis, adelantó los pagos a cuenta de las comunidades por importe de 3.800 millones de euros y de forma específica para luchar contra el coronavirus se libraron para las comunidades 210 millones, aparte de las ayudas en forma de material. Lo que nos importa es acabar con el virus, no la polémica entre unos y otros.

-Antes del covid-19, los agricultores españoles se habían echado a la calle para exigir mejoras. ¿Qué cambiará en la producción agroalimentaria tras la crisis?

-La agenda desde el 14 de marzo ha cambiado totalmente, muchos de los temas han desaparecido, pero lo que estaba antes y está después es la posición de nuestros agricultores, ganaderos y pescadores. Ya dije en las manifestaciones que tenían razón en sus protestas de que la sociedad española los escuchara en su reclamación de precios más justos. Decían antes de la crisis que eran esenciales, y esta crisis ha demostrado que no solo tenían razón sino que han tenido razón dos veces. Por eso, llevé al Consejo de Ministros el decreto ley de medidas urgentes en materia de reforma de la ley de cadena alimentaria, que se adoptó y entró en vigor para mejorar su capacidad negociadora en los contratos, para aumentar la transparencia de la cadena y equilibrar su funcionamiento. Esta crisis ha demostrado que la cadena alimentaria en España funciona muy bien, es moderna y efectiva. Los agricultores, ganaderos y pescadores han estado ahí y se han comportado admirablemente. De igual forma las empresas cooperativas, la industria agroalimentaria y la de la distribución. Ahora hay que dar un paso adelante: hemos abierto la consulta pública para la transposición de la directiva europea del 2019. Mi intención es someter un proyecto de ley antes de que finalice el año y que no más tarde del 2021 podamos llevar una reforma integral de la ley de cadena para mejorar la posición de agricultores y ganaderos. Si antes tenían de su parte a una parte importante de la sociedad española, en este momento son de los grandes protagonistas de la crisis. Como ministro de Agricultura estoy muy orgulloso de ello.

- ¿Espera cubrir el déficit de mano de obra del campo con el decreto dictado?

-Ha habido que trabajar mucho. Por ejemplo en el transporte al campo o en el tema del suministro de las actividades ganaderas, y otro problema que se planteó era el de los trabajos del campo, la recogida y el manipulado de fruta y otros productos. Con el estado de alarma no era posible que vinieran los trabajadores tanto de dentro como de fuera de la UE y con este decreto he pretendido dar una respuesta extraordinaria a una situación extraordinaria. Que en un ámbito de proximidad, adoptando una medida extraordinaria como es compatibilizar las prestaciones por desempleo o el subsidio agrario con el trabajo y los ingresos por un salario se pueda hacer. Hemos identificado que hay necesidad de entre 75.000 y 80.000 trabajadores. Eso significa que en muchos lugares va a ser posible de una forma entre comillas normal, sin recurrir al decreto, y en otros, trabajadores que cobran prestaciones o extranjeros que han expirado su permiso de trabajo, o extranjeros de entre 18 y 21 años apuntalarán ese déficit. Hemos celebrado reuniones con las delegaciones y subdelegaciones del Gobierno que se van a coordinar con los servicios autonómicos de empleo y las asociaciones agrarias, muchas de ellas, como Asaja y COAG, han creado también bolsas de trabajo propias. Todo eso ayuda y deseo que se pueda responder favorablemente. Un tema fundamental es que el criterio de proximidad de esos trabajadores -puede ser una localidad, dos colindantes o una comarca- lo hemos dejado en manos de las comunidades. Cuando veamos cómo evoluciona esta situación podremos ver si hace falta prorrogar más allá del 30 de junio. Si es eficaz y continúa siendo necesario, se prorrogará.

-¿Cree que, por ejemplo, el ajo de Montalbán tendrá problemas para su recogida?

-Espero y deseo que no, pero no solo el ajo cordobés; tenemos problemas donde ha empezado la producción ya. El momento clave va a estar entre junio y julio y, sobre todo, en la fruta de hueso, Zaragoza, Lleida, Navarra, La Rioja y Almería. Pero evidentemente pensamos también en Huelva, Extremadura y demás territorios.

-El cierre del canal Horeca está provocando ya problemas en el ovino de carne, el caprino e incluso el ibérico. ¿Qué medidas estudia el Ministerio para ayudar a estos sectores?

-Es el problema principal con el que nos hemos encontrado. El último informe agroalimentario de España, el del año 2018, muestra que el 14% del volumen de alimentos y bebidas es consumido fuera de casa y supone un tercio de lo que gastamos en comer. Nos gusta consumir y vivir fuera y hay productos que son típicos: el cordero, el queso de cabra y oveja, el pescado fresco y el marisco -esta misma semana se concluirá el procedimiento para la flexibilización del fondo europeo marítimo y la pesca, de modo que podrán financiar acciones de almacenamiento o de parada de actividad de la flota artesanal- y el ibérico. ¿Qué hemos hecho? Una actuación de apoyo público por parte del Ministerio, que podrá ser secundada por las comunidades autónomas, y le hemos pedido a la CE que aborde y financie acciones de almacenaje privado y de reducción de producción, incluido el sector de la flor cortada.

-¿Qué pasará con la PAC?

-La PAC es una de las grandes reivindicadas de esta crisis. ¡Quién iba a decirlo! Los que no son ni industria ni servicios son los que no fallan. En lo inmediato hemos conseguido que la CE prolongue el periodo de presentación de solicitudes del 15 de mayo al 15 de junio. En cuanto esté aprobado, publicaré la orden ministerial correspondiente. La semana pasada teníamos ya el 43% del conjunto de las declaraciones. Lo que significa que funciona a buen ritmo. Estamos pidiendo también que se flexibilicen los controles sobre esas declaraciones que no podrán efectuarse íntegramente y conseguir que el 16 de octubre, cuando se pague el adelanto, no sea de un 50%. La comisión ha dicho que va a elevarlo a un 70%, pero España y Francia estamos pidiendo que se eleve al 85% como recompensa merecida a nuestros agricultores y ganaderos por su buen trabajo. Además, hemos pedido para sectores como el de la flor cortada, el cordero, el ovino y el caprino una serie de medidas de mercado. Y le hemos pedido a la CE que sea sensible a la evolución de la situación. Hemos hablado mucho en la UE de los temas financieros y de cómo se apoya a los ciudadanos, los sectores y tesoros públicos para sostener la crisis. Ya dije que era necesario que la CE movilizara fondos y estamos a la espera de respuesta. Estamos coordinados con Francia, Alemania, Italia, Portugal e Irlanda.

-El sector del aceite arrastraba ya una profunda crisis que se ha visto agudizada por la imposibilidad de exportar a Italia. ¿Habrá medidas específicas para frenar esa caída?

-Hay una serie de sectores en los que las exportaciones han seguido funcionando. Por ejemplo, frutas y hortalizas, España ha seguido abasteciendo a los mercados europeos, pero hay dos sectores especialmente perjudicados: el del aceite de oliva y el del vino de las denominaciones de origen, que necesitará acciones de refuerzo en la promoción interior y exterior en cuanto escampe y abran los hoteles y restaurantes. En cuanto al aceite, creo que las tareas que yo mismo anunciaba antes del inicio de la crisis están ahí y son plenamente vigentes. La necesidad de organizar mejor al sector productor, desde el punto de vista de las empresas cooperativas y las asociaciones de productores, y el fortalecimiento de la industria, están ahí. Es necesario concentrar más la oferta si queremos subir los precios. Y también aumentar la capacidad de oferta de forma diferenciada y singularizada. Estamos hablando del virgen extra, cuya venta a granel constituye ya una devaluación. Hay que intentar valorizarlo, embotellarlo, promocionarlo para darle un valor suplementario. Tenemos que plantearnos, y el Ministerio espera aprobarlo este mismo año, el decreto relativo a la calidad y trazabilidad de los aceites. Y, finalmente, es fundamental la promoción y la ampliación de mercados. Si estamos a punto de llegar cerca de los dos millones de toneladas, necesitamos aumentar el número de consumidores. Si no somos capaces no vamos a conseguir que los precios mejoren. En el diseño de la nueva PAC 21-27, que tiene que seguir siendo sostenible, un tema fundamental va a ser el apoyo al olivar tradicional y un programa específico de apoyo al sector del olivar.

-¿Qué ha aprendido Luis Planas del coronavirus?

-En mi vida pública, esta es la situación más difícil, más dura y más triste que he tenido nunca que afrontar y, sin embargo, pienso que saldremos de ella. A nivel colectivo, el comportamiento ejemplar de los españoles, su capacidad de resistencia, de comprensión y solidaridad. El día a día está lleno de acciones que muestran que en las situaciones de crisis el ser humano muestra lo mejor. Antes mencionaba a mis agricultores, ganaderos y pescadores, pero también el personal sanitario, las fuerzas y cuerpos de seguridad o las fuerzas armadas están dando una respuesta de primera. Por eso creo que colectivamente, como ocurre en las grandes ocasiones, saldremos sin duda adelante. Desde un punto de vista personal, saco que lo que en ocasiones parece imposible puede sin embargo ocurrir. Ya ha pasado a lo largo de la historia y hay que estar preparado. Se sacan muchas lecciones como la importancia de los servicios públicos de salud, que la alimentación y el sector primario continúan siendo un pilar de la economía española, desde el punto de vista del presente y el futuro. Esta es una batalla de resistencia y solidaridad frente al virus y creo que estamos en condiciones de ganarla y la vamos a ganar. Y, como persona, intento aprender y trabajar para vencer con humildad, sabiendo el gran reto que tenemos por delante.